Las últimas décadas han sido testigos de una creciente tendencia en casi todo el mundo: el crecimiento precoz de los niños. Es común ver padres que se sientan al lado de la cuna del bebé y le hablan sobre la importancia de llorar en ciertos momentos y en otros no. "Necesitan aprender desde pequeños", dicen. Desde el principio, procuran educar a estos niños hacia una cosa que parece una especie de autonomía inflexible. Quieren que sus hijos los perturben lo menos posible: que aprendan a levantarse y acostarse solos; que cumplan sus tareas escolares sin que nadie los supervise; que esperen "tranquilos" a sus padres en casa hasta que lleguen del trabajo. En otras palabras:
que se comportan como pequeños adultos. "La infancia tiene sus propias formas de ver, pensar y sentir; no hay nada más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras. "
-Jean Jacques Rousseau-
Esta actitud no deja de provocar un cierto sentimiento de culpa en los padres.
El lado malo es que buscan diluir esa culpa con regalos caros o cuidados extremos en ciertos aspectos de la vida. Tal vez estén llamando a ellos cada 2 horas "para saber cómo están". O aprovechar las vacaciones para ir con ellos hasta el otro lado del mundo para, supuestamente, reparar un poco las ausencias. Padres agotados y niños insatisfechos
La soledad de los niños es una verdadera epidemia
, provocada por el clima de estos tiempos donde parece que los momentos para los abrazos, los besos y la conversación tranquila ya no existen. En vez de eso, sólo hay tiempo para el trabajo: gente agotada y caras cansadas. Los padres que llegan tarde y están siempre cansados y alterados.UNICEF ha realizado una investigación sobre lo que significa calidad de vida para los niños, y entonces ha podido comprobar que su punto de vista es muy diferente de los adultos.
Los niños en todo el mundo, entre 8 y 14 años, han dado una lista de lo que consideran ser "vivir bien". No incluyen juguetes caros, ni regalos estrambólicos, pero cosa muy simple: Que los padres griten menos y dialoguen más
- Que apaguen sus celulares
- Que los abracen más
- Que los coloquen menos tiempo encerrados en las escuelas y más tiempo haciendo actividades físicas con
- Que la gente sonríe más
- Que no exista cambio de la casa donde viven
- Los niños se han vuelto silenciosos y tristes
Ahora es más común que nunca ver a los niños con expresión triste o lejana.
Los niños de hoy en día se sienten muy solos y eso los transforma en personas silenciosas. No saben cómo expresar lo que sienten, porque éste nunca es un tema a ser hablado. Y no saber percibir su mundo interior aumenta su soledad. También son más irritables, intolerantes y exigentes. No logran organizar sus emociones de forma coherente. Muchos tienen dificultad para ser espontáneos y son extremadamente vulnerables a la opinión de los demás.
La soledad impuesta nunca es buena
, porque hunde quien la sufre en un tipo de fango emocional, especialmente si es un niño. Ella se siente sin apoyo, sin suelo. Vivencia el miedo y por eso puede desarrollar una personalidad defensiva y fóbica, que en su vida adulta le traerá grandes dificultades para relacionarse de forma saludable con los demás.¿Qué hacer ante la inmensa soledad de los niños?
Ciertamente muchos padres ya se dieron cuenta de que sus hijos están muy solos, pero se sienten ante una terrible encrucijada:
o trabajan para sostener financieramente el hogar o pasan privaciones junto a sus hijos. Sin embargo, algo, o mucho, se puede hacer al respecto. Estas son algunas posibles actitudes: Es importante
- tratar de negociar en el trabajo algún tipo de flexibilidad de horarios en función del cuidado de los niños. Puede ser al menos una hora a la semana para dedicarse a ellas. Combinar con el compañero, o con otros adultos, la distribución del tiempo, de forma que los niños permanezcan el menor tiempo posible sin un adulto confiable a su lado. Esto para los períodos en que no están en la escuela.
- Destinar un tiempo para dedicarlo exclusivamente a los niños.
- Si usted dedica al menos 30 minutos al día, con el teléfono apagado y sin pensar en nada, para abrazar a su hijo, contarle en líneas generales como fue su día y preguntarle cómo fue el suyo, seguramente le estará haciendo una gran contribución. Si usted no puede dedicar 30 minutos, que son por lo menos 15 minutos todos los días. Juega al menos una vez por semana con el niño.
- Este tiempo es muy precioso: pasa muy rápido y cuando pasa, no vuelve. Si usted juega con ella, no necesita decir que la ama: ella sabrá y se sentirá valorada. Sean cuales sean las condiciones,
vale la pena pensar en la forma de dedicar más tiempo a los niños. Se merecen. Están en una etapa de la vida donde todas las experiencias marcan. Tal vez eso signifique algún sacrificio para usted, pero ciertamente valdrá la pena. Recuerde que para ellas existen cosas que son muy importantes.