Si somos a cualquier librería, encontraremos fácilmente libros de autoayuda y, si miramos a los estantes, percibiremos de inmediato que ellos están de moda. La mayoría es muy crítica con los valores modernos de consumo bajo los cuales muchos de nosotros han sido educados: estudia mucho para conseguir un buen empleo, para ganar mucho dinero, para poder vivir bien, para comprar la casa que usted quiere. Incluso para pagar su funeral, que es cada vez más caro. Por eso, la mayoría de los libros de autoayuda nos recuerdan una realidad: el tiempo no para, y si no nos movemos, la vida pasará sin que percibimos. Por el contrario, la revolución que nos invita exalta el momento en que vivimos como algo tan valioso. De alguna forma, es como volver al Carpe Diem medieval, aunque con salvedades. En aquella época, se exaltaba el presente pues no había una gran esperanza en el futuro.Había que aprovecharlo porque, en el segundo siguiente, el enemigo podría aparecer en el bosque y matarlo antes de que usted se diera cuenta, o usted podría irritar al rey y terminar en el mismo destino. Además, la religión occidental consideraba esta vida como un valle de lágrimas antes de la salvación.
Ahora es diferente,
a pesar de que vivimos muchos más años y la mortalidad es mucho menor; lo que nos da miedo es la propia velocidad del tiempo , demasiado rápido para todos los sueños que nos gustaría alcanzar. Y es muy rápida porque, para la mayoría de esos sueños, necesitamos exactamente eso: tiempo. O de su traducción monetaria, el dinero.
Tenemos que trabajar duro y vivir por un regalo que se paga precisamente con lo que nos da miedo de gastar, el tiempo. Saber evaluar cuánto vale un sueño, lo que ganaremos de bueno al alcanzarlo y, por lo tanto, qué espacio de nuestra vida debemos invertir en él, requiere una inteligencia que tiene poco que ver con la de resolver problemas matemáticos, saber la figura que completa una serie, el objeto que no añade nada en una escena o el significado de una palabra.Tiene que ver con lo que nos es particular e íntimo.
Usando la inteligencia de la vida Conseguir algo o llegar a un determinado lugar puede ser increíble, pero también puede requerir que aceptemos un empleo que nos amargue todos los días. Este tipo de sueño es generalmente muy caro, y si desistimos a mitad de camino, nadie nos va a devolver lo que andamos. Por eso, usando la inteligencia que en el título bautizó como de la vida, generalmente es mucho más productivo, en valores de felicidad,
escoger aquel sueño o deseo que exija un camino agradable o, por lo menos, más corto.
Finalmente, es importante resaltar que, a pesar del gusto que puede dejar lo que fue expuesto hasta ahora, la felicidad no es algo racional ; no es comprendida o vivida fuera de los sentimientos o de la magia. Sin embargo, usted puede usar la razón para decidir: qué objetivos merecen nuestro tiempo, por qué caminos no encontraremos la felicidad y donde ella nos esperará con mayor intensidad. Al final, hay pocas sensaciones comparables a la plenitud de saber que envejecemos habiendo aprovechado nuestro tiempo: sea presente o futuro. Foto cedida por Petar Paunchev