¿Cuánto se queja a lo largo del día? Pare por un momento y piense en eso ...
Cada uno de nosotros suele tener una colección de quejas esperando para ser colocadas hacia fuera. Nos quejamos del trabajo, del marido o de la esposa, de aquel amigo, de cómo nos trataron en el último restaurante que fuimos ... La lista podría ser infinita.
Quejarse se está convirtiendo en un vicio en la sociedad. Sin embargo, después de haber lanzado al mundo todo aquello que no nos parecía correcto, volvemos a nuestra rutina normal, mientras que la queja, poco a poco, se va sepultando en el olvido. Si su mal tiene remedio, ¿por qué se queja?
Si no tiene, ¿por qué se queja?
- Proverbio oriental -
Hay personas que convierten la queja en un estilo de vida.
No hay ni un solo día en el que no ocurra algo para lamentarse. La queja se puede utilizar en ciertas ocasiones como una forma de desahogo o como una válvula de escape; el problema surge cuando nos apegamos a ella y la convertimos en algo indispensable en nuestras vidas. De esta manera,
enfocamos nuestra atención sólo en el lado negativo de las cosas. Si pensamos en la espiral continua de quejas que hacemos, percibiremos que eso no nos lleva a nada, al contrario, nos paraliza. El psicólogo Joan Garriga afirma que "quejarse reduce la vitalidad de las personas".
Quejarse no cambia las situaciones, tampoco cambia las personas y ni las cosas, sólo informa que lo que percibimos como realidad no nos agrada. La queja no resuelve nada
, a menos que la hagamos sólo para desahogarse, causando un cierto alivio emocional temporal, pero esto acaba siendo poco eficaz cuando se convierte en un patrón repetitivo. Por lo tanto, la queja se transforma en algo inútil, pues no contribuye con soluciones.
¿O usted piensa que porque usted se queja mucho las situaciones van a ser diferentes? ¿O que todo se resolverá por magia?En ocasiones,
la queja también nos indica una falta de responsabilidad frente a personas y situaciones
, porque nos colocamos en la posición de víctimas. Es cierto que, a nuestro alrededor,podemos encontrar personas que se quejan de su situación pero no hacen nada para resolverlas. Por el contrario, sólo saben hablar de ella, exponiendo su lado negativo, sin buscar soluciones ni alternativas. Estas personas están cómodas en estas situaciones.
También debemos tener en cuenta que cuando nos quejamos responsabilizamos a los demás oa las circunstancias por nuestra infelicidad. Estamos exentos de toda responsabilidad, como si nuestro bienestar dependiera del exterior. Y nos transformamos en víctimas de nuestra propia realidad. La queja niega el poder que tenemos, nos hace resistentes a aceptar ya asumir el control de nuestra realidad, paralizando la acción y bloqueando la posibilidad de un futuro mejor.
De hecho, cuando alguien ya estableció la queja continua como un hábito, es porque detrás de esto se esconde algún beneficio. Conviene observar lo que hay detrás de esa queja, cuál es la necesidad escondida. Al quejarnos nos manifestamos acerca de cosas que no salieron como pensábamos, personas que no actuaban como queríamos, solicitando así que tales circunstancias sean resueltas. Pero la queja no resuelve nada desde el exterior, sólo a partir de nosotros mismos, de nuestro interior.
De nada adelantan las quejas si después no buscamos soluciones o alternativas.
Incluso, en algunas ocasiones, sólo tenemos que parar, observar y comprender. Eso ya será suficiente. Es nuestra decisión orientar nuestra energía a la vida oa la muerte, poco a poco. Es lo que la negatividad que cultivamos en nuestro interior nos traerá. Pregúntese de manera sincera para qué sirve la queja que está haciendo. Esto le permitirá descubrir lo que necesita.
Actualmente existe una iniciativa a través de Internet que propone dejar de lamentar por cosas cotidianas.
Los autores de este movimiento, Blancpain y Pelrimms, expresan la importancia de los beneficios obtenidos al dejar de lado las quejas durante un mes. Por un lado, obtendremos un mayor nivel de felicidad, y por otro la adquisición de conocimientos sobre cómo nos comunicamos con el mundo a nuestro alrededor. ¿Y tú, podrías pasar un mes entero sin quejarse?
Si somos capaces de descubrir nuestra libertad dentro de nuestra esclavitud, también podremos encontrar nuestra alegría o nuestro bienestar, bajando la bandera de la victimización.