Bien, pues sepa que el asno de Buridan es el protagonista de una parodia medieval que pretendía, por reducción al absurdo, atacar la razón como la fuente máxima y única de conocimiento. Esta historia nació para criticar la demostración racional de la existencia de Dios hecha por Jean Buridan, aunque también puede servir para atacar el resto de los intentos. En este artículo vamos a utilizar la historia en otro sentido, pero primero vamos a conocer la historia de este famoso asno.La historia del burro de Buridan
No era un asno que tenía nada en particular, lo curioso de su historia era la situación en que se encontraba. Hay muchas versiones sobre esta situación: unas cuentan que estaba a la misma distancia de dos pilas de heno y otros cuentan que estaba a la misma distancia de una pila de heno y un cubo de agua.Lo que la paradoja cuenta es que el asno, muy racional, incapaz de optar por uno u otro, acabó por morir de hambre.¿Qué absurdo, no es así? Pues bien, por más absurdo que parezca, ciertamente usted conoce a alguna persona que es como el burro de Buridan, incluso puede ser que usted mismo haya sido como él en alguna ocasión. Normalmente las opciones que tenemos a la hora de tomar una decisión no son equidistantes, pero pueden ser similares en cuanto a su nivel de atractivo.
Entonces, ¿qué pasa? ¿Sucede que empezamos a profundizar, a evaluar los pros y los contras y ... sabe lo que también ocurre con mucha frecuencia? Una de las dos opciones desaparece y, en el peor de los casos, las dos, dejándonos sin nada. Ya decían que la indecisión es el mejor ladrón de la oportunidad.
Personas que se parecen al asno de BuridanComo dijimos al principio, esa historia nació como una crítica al uso preponderante de la razón como medio de locomoción para andar por el mundo. Pues bien,
son las personas excesivamente racionales que son atrapadas en paradojas parecidas al de nuestro asno, y lo peor es que en muchas ocasiones acaban de la misma forma.
En otras ocasiones no, pero no porque no son capaces de tomar una decisión, sino porque es el tiempo o los demás que deciden por ellas, eliminando una de las opciones. En grupo, su comportamiento también es característico: esas personas nunca serán quienes decidirá entre planes que son igualmente atractivos, pero serán las que, una vez que los demás hayan escogido uno, harán fuerza en el sentido contrario. Así, las personas que son como el burro de Buridan son radicales por naturaleza y buenas "torturadoras" en las situaciones que describimos.
Quien rodea ese tipo de persona acaba percibiendo cómo ellas son y tratan de presentar el menor número de decisiones y opciones posible
, temiendo un bloqueo o un colapso racional. Por otro lado, generalmente también son las personas a quienes los otros recurren para contarles sus problemas, pues saben que tienen un entrenamiento analítico tan desarrollado que harán una evaluación general y profunda de la situación en poco tiempo. Las empresas también lo saben, más específicamente las que buscan un determinado perfil para tomar decisiones y otro perfil para tener una idea de lo que ocurre en una determinada situación. Por último, lo mismo ocurre con los políticos. Hay quienes son buenos haciendo un diagnóstico de la realidad, pero luego se bloquean completamente a la hora de tomar decisiones y de transformarla.Un ejemplo de racionalidad llevada al límite se puede encontrar en uno de los personajes más carismáticos de la televisión actual, Sheldon Cooper. De hecho, es él mismo quien se compara con el burro de Buridan en una de esas escenas de Big Bang Theory en que todo es relevante. No vamos a contar exactamente cómo sucedió porque no nos gusta dar
spoilers, pero usted puede ver la escena en el episodio siete de la décima temporada.Saliendo de las pantallas, podemos hablar sobre los probadores de muchas tiendas de ropa, donde encontraremos a aquellos que entran con dos piezas en el vestuario, aun teniendo presupuesto sólo para una de ellas, y tienen la habilidad de desesperar a la persona que les acompaña, por más paciente que ésta sea. Los críticos de esta paradoja afirman que las decisiones humanas pocas veces se asemejan con la de nuestro burro de Buridán. Ellos dicen eso porque las decisiones humanas no se basan en una diferencia objetiva de valor, sino en una percepción de la diferencia de valor. Sin embargo, todos seguimos conociendo a personas que, frente a dos opciones y sobre las que tienen una preferencia clara, no pueden decidir.