"Cuando alguien juzgue su camino, le preste sus zapatos." Esta frase común encierra en sí misma más que una realidad y más que un concepto. Podríamos decir que todos fuimos, más de una vez, objeto de juicio, el foco de alguna opinión más o menos correcta que nos lastimó o molestó.
¿Cómo podemos manejar estas situaciones?
Primero tenemos que tomar aire y crear una distancia necesaria. La cosa más importante es entender la necesidad que la gente suele tener que hacer juicios. Es algo que siempre existió y siempre existirá. La segunda fase será más simple, aceptar que lo que dijeron no va a despersonalizarlo. " Estas palabras no son usted y no lo definen. Entonces, preste a ellos sus zapatos para que puedan caminar sobre la verdadera realidad.Normalmente, estas personas tienen baja autoestima y cometen muchos equívocos. Cuando una persona no se acepta incondicionalmente, tampoco podrá aceptar a los demás. Es una persona rígida, perfeccionista y juzga de forma casi arbitraria.
¿Por qué juzgamos a los demás?
A nadie le gusta ser juzgado. Los juicios establecen etiquetas para definir e incluso condenar a alguien. Sin embargo, una cosa que también debemos dejar claro es:
"Si usted no quiere ser juzgado, evite juzgar a los demás." De acuerdo con lo que los psicólogos nos explican,
todos tenemos una tendencia a clasificar, o, poner en categorías, muchas de las personas a nuestro alrededor. Algunas son inmaduras, otras son perezosas, otras son volubles e irresponsables, otras son negativas e inseguras ... Y, aunque es posible aceptar en muchos de estos juicios, ya que vivimos o interactuamos diariamente con muchos ellos, tenemos que ser conscientes de que eso es algo que no debemos hacer rápidamente.
Podríamos decir que, antes de pronunciarnos, vale la pena "calzar los zapatos del otro" para saber cómo se sienten, cómo reaccionan, cómo sufren, y cómo se relacionan con el mundo y con nosotros. Vamos a ver lo que generalmente está detrás de una persona que está acostumbrada a juzgar. 1. Baja autoestima Cuando una persona tiene baja autoestima, juzga
para poder colocarse en una posición de control, a partir de la cual ella pueda defenderse y protegerse de los demás.
Ella lo etiquetará como inseguro o fracasado porque, en realidad, esta es la forma en que él o ella se siente. Sin embargo, cuando la persona le rotula de esta manera, ella ejerce control sobre usted o sobre los demás, estableciéndose como el opuesto.
Esto es, las personas con baja autoestima proyectan en los otros sus propias lagunas e incertidumbres.Lejos de ver estas dimensiones en sí mismas, inconscientemente para ellas es más fácil proyectar sus fallas internas sobre los demás y juzgarlos. Esto resulta en una catarsis y les da poder. 2. Falta de empatía
Es obvio. Quien juzga sin conocer, con la única intención de hacer el mal, no tiene empatía. Y, también, quien no ve ciertas dimensiones en los demás no es capaz de ver y reconocer sus propias necesidades, sus propias lagunas, defectos o virtudes. Es más fácil juzgar a los demás que hacer una lectura interna con humildad y, a su vez, ofrecer respeto a los demás. 3. Heridas emocionales Quien ha sido herido puede reaccionar de dos maneras.
La primera manera es obtener una comprensión emocional de lo que sucedió
, actuar con resiliencia y seguir adelante, siendo más sabio en la gestión de determinadas situaciones. En este caso, seríamos, ciertamente, mucho más empáticos que los que juzgan rápidamente, conociendo y comprendiendo mejor las situaciones sin "clasificarlas". Por otro lado, tendríamos esas otras personalidades que, después de haber vivido unasituación más o menos
dolorosa, no la procesaron o no manejaron bien. Entonces, caen en el rencor y el resentimiento, ambos dañinos y perjudiciales, que favorece en ellas la necesidad de juzgar a los demás proyectando su propia amargura, sus dolores y sus "sombras".
En lugar de tratar situaciones problemáticas de una forma más abierta, creativa y respetuosa, se trata de un punto derrotista, generando, sin duda, un comportamiento muy tóxico y perjudicial. Antes de juzgar, debemos aceptar a nosotros mismos, incondicionalmente, con nuestras fallas y nuestros talentos.
Cuando alguien trabaja el perfeccionamiento y la autoacetación, la autoestima sube, posibilitando cambios en la forma en que la persona se relaciona consigo misma y con los demás. Cortesía de la imagen: Catrin Welz Stein