La mentira y la falsedad son dos cosas realmente lamentables.Son capaces de destruir todo en su camino, de devastar los bosques más poblados y de hacer caer las torres más altas.
El más triste de la hipocresía y del engaño es que ellos nunca vienen de nuestros enemigos, ni de las personas desconocidas. Como es de esperar, todo eso duele. Es mucho. Cuando nos engañan, lo peor de todo no son las mentiras en sí, sino lo que se lleva con ellas.
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se rompe, algo en nuestro interior muere. Esto sucede porque la mentira pone en duda mil verdades, haciendo que cuestionemos, incluso, las experiencias en las que más creíamos.Compartir
Una sola mentira cambia todo
Tanto la mentira como la falsedad son, en gran medida, una cuestión de hábito. Hay muchas personas que son hábiles en ese "arte" y que mantienen a todos engañados de una manera verdaderamente asombrosa.
Como ya sabemos, la mentira regular puede llegar a constituir un problema psicológico serio. Estas personas suelen vender humo a cualquier precio, sin ningún otro estímulo más que el de engañar.
Otras veces, la mentira puede estar "justificada" como un error en la acción, pero no en la intención. Es lo que solemos llamar mentiras piadosas, pues consideramos que la verdad causará más daño que la mentira.Hay quien sostiene que cualquier tipo de mentira está apoyada en relaciones de mala calidad
, pero lo cierto es que el ser humano, en ocasiones, no suele valorar más los colores que el blanco y negro.Con el tiempo todo se descubre
La mentira y el engaño tienen siempre fecha de vencimiento
, pues son necesarias muchas circunstancias para sostener. Esto termina siendo una espiral de enormes dimensiones que el mentiroso no puede administrar.Es decir, una vez que una mentira sale de su boca, usted deja de controlar gran parte de ella. Pero, aunque es muy difícil que una mentira se sostenga en el tiempo, es muy normal que nos mantengan engañados. Puede que tengamos muchos indicios, pero lo más probable es que los vínculos afectivos que mantenemos con los mentirosos nos ceguen.
La mentira y la falsedad, dos heridas profundas en el almaTraer a las personas que les gustan es uno de los actos más detestables que el ser humano puede hacer.
Es difícil superar una traición, pues ella posee la capacidad de destruir por completo nuestro mundo. Una persona traicionada es más que una persona herida.
Es alguien que se quedó sin su norte, que perdió su brújula, que no comprende, que siente una confusión angustiante, que ve su hogar desmoronando, que no sabe dónde guardar sus sentimientos y que se halla profundamente burra.
Alguien que tiene que empezar desde cero, reconstruir sus muros, retroceder un duro camino y tapar los agujeros. Es alguien que, con heridas de muerte, tiene que reanimar y no sabe cómo. Curar las heridas que la traición provocó
Con el paso del tiempo, es muy probable que la rabia y la impotencia que sentíamos al principio se convirtieron en pena por todo lo que se desvaneció, se quebró o se marchitó. Es en esos momentos que podremos comenzar a curar nuestras heridas y valorar la lealtad. Superar eso lleva un tiempo, pero para hacerlo es necesario perdonarnos a nosotros mismos y dejarnos de torturar por lo que pensamos que podríamos haber evitado. De esta forma, conseguiremos hacer las paces con el mundo y volver a confiar.
Si en algún momento te han hecho mal,
no se castigue pensando que todo el mundo es igual.
Hacer esto sería como creer que porque usted ganó en la lotería un día, va a ganar cada vez que juegue. Valorar la lealtad y alejarse de las mentiras. No se culpe y se perdone a sí mismo, porque la falta de honestidad es una oportunidad muy buena para crecer y elegir mejor a quien usted quiere tener a su alrededor. Compartir
Ilustraciones cortesía de Nicoletta Ceccoli