No me pregunten ni como ni por qué, pero fui a parar en una noche de agosto, sentada frente al mar, mirando la Luna con un extraño.
Podríamos haber rodado por la arena, que es lo que un hombre y una mujer acostumbran hacer cuando se encuentran en una escena similar a aquella. Pero no sucedió. Nos limitamos a debatir sobre qué tipo de mentira hacía que la Luna no estuviera totalmente llena, para saber si estaba creciendo o menguando. Después de todo, los seres vivos son, de algún modo extra-científico, influenciados por los movimientos y las formas de la "dama blanca".
"¿Me gusta de él? A él le gusta? "- pregunté a mí misma. Tal vez también lo haya hecho. "En tiempos en los que tocarse por sí mismo se quedó atrás o está superado, tocarse por dentro se transformó en el producto más valorado y difícil de conseguir en el mercado".
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Contactos fugaces para alimentar un hambre que nunca es saciadaMuchos intentan compensar con contactos fugaces,
compulsivos, para alimentar ese hambre que nunca es saciada y que provoca cierto incómodo en nuestro interior, como un rugido. Un sonido que suena como un lamento interno, que nos causa miedos sordos que ya no escuchamos.Tal vez por la búsqueda de sentir más allá de la piel, acabamos haciendo nuestras caricaturas en una aplicación del celular aquella noche, dibujamos absurdamente en la arena mientras nos esquivábamos de un camión que estaba limpiando la playa.Un coche iba y venía de vez en cuando, mientras hablábamos o callábamos y echábamos nuestras manos en busca del rastro de la sardina que habíamos comido un tiempo atrás. Que extraño eso de estar con un extraño. "Pero entonces me di cuenta, que más extraño todavía es ser un extraño para sí mismo; y eso, veamos o no, es nuestra eterna sombra.
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De repente la Luna nos iluminó como un proyector, al igual que sucede con los famosos en las pasarelas. No sé si ella reaccionó ante nuestra conversación, o no, sólo sé que detrás del suave ruido de nuestra conversación, escuché decir: - Algunas veces estoy conmigo mismo, otras estoy solo. Entonces miré hacia él y, sin saber por qué, dejó de ser un extraño. Las conexiones transforman a los extraños en lugares que necesitamos conocer. Le llevé hasta su casa, y al parar el coche para despedirnos, algo extraño sucedió: sentí mi piel.
De alguna manera algo me había tocado por dentro, como una pequeña caricia, como una nota en la guitarra, como la madera de la guitarra vibrando.Vam Morrison estaba tocando el fondo para influenciar la atracción que sentíamos como adolescentes en un coche.
No sé si hacía tiempo que yo no besaba y me olvidé, o si nunca había besado antes teniendo los 5 sentidos en la boca, pero sus labios eran dulces y adictivos.El verano acabó y nunca más volvemos a vernos. Eso no importa.
"El sentido de las cosas no es definido por su duración, tiene un espacio y un tiempo definidos."
CompartirSea como sea, no paro de repetir queno hay nada más extraño que nos sentimos extraños junto a alguien, incluso con nosotros mismos
; y en el momento siguiente nos descubrimos, sin saber por qué, en una especie de casa, de templo que no deja de sorprendernos, sino que nos une, nos reúne con nosotros mismos y con el mundo.
Aunque sea sólo por fracciones de segundos, donde no hay pensamiento alguno y volvemos a nuestra querida infancia, donde
todo podría ser transformado en un pase de magia, donde podíamos sentir, soñar y vivir.
Porque la magia, querido lector, existe. Intenta, en alguna noche, acercarse y observar la Luna junto con un extraño, aunque ese extraño sea tú mismo o alguien que piensas conocer por toda la vida, sin esperar nada más ... ahí verás que la magia existe.