Madres tóxicas

La diferencia entre una persona feliz que desarrolla todo su potencial y otra que duda de todo se puede encontrar en su niñez.

Estudios realizados demuestran que, desde el embarazo, los bebés perciben los sonidos venidos del exterior y las emociones de su madre. Algunas mujeres, dependiendo del ambiente emocional en que se encuentran, desarrollan sentimientos de rechazo en relación a su bebé durante la gestación, los cuales pueden aumentar si se presenta una depresión posparto. En la mayoría de los casos, se trata sólo de una situación pasajera.

¿Por qué algunas madres tratan a los hijos de forma nociva? Una explicación puede ser que también hayan sido maltratadas en la infancia, cuando aprendieron que el mundo es, por definición, un lugar inseguro. Así, el comportamiento de esas madres acaba siendo lo mismo que ellas presenciaron cuando niños. Curiosamente, cuando eran objeto de malos tratos, algunas se decían a sí mismas que nunca harían lo mismo con sus hijos. Entonces, ¿por qué actúan así?

Porque ese es un comportamiento inconsciente.Lo que más detestaron se convierte en un comportamiento automático. Eso es lo que aprendieron. Una madre tóxica es controladora; las comparaciones y la humillación pública como método de control,

pues ella también pasó por eso. Cuando una madre tiene más hijos, dependiendo de la posición ocupada por ella, podrá identificarse con alguno de ellos, dirigiendo sus preferencias a él y menospreciando a los demás.Ahí es cuando aparece la comparación. No hay arma más destructiva que la injusticia de una comparación.

Exaltando uno, disminuyendo otro. Ella tiene la codicia de tener un aliado entre los hijos, que justifique su comportamiento. Necesita formar una alianza con otros miembros de la familia para ejercer el control. La manipulación es otra cara del comportamiento tóxico en los progenitores. La madre suele hacerse víctima para generar sentimientos de culpa en sus hijos, especialmente cuando se convierten en adultos y toman sus propias decisiones.

Las madres controladoras o tóxicas todavía tratan a sus hijos como si fueran niños, negando el papel de adulto que poseen. El control puede ir desde la elección de la ropa y del estilo personal hasta la forma en que el hijo debe hablar.Este comportamiento se vuelve aún más crítico cuando los hijos deciden formar una familia.

Ellos quieren dictar las reglas en la familia, definiendo cómo crear a los nietos, cómo preparar la comida e incluso en qué momento se debe, o no, concebir más hijos. Y claro, la elección de la persona con quien su hijo vivirá un día será enormemente destoante de su gusto ... Por eso suelen desaprovechar las decisiones de los hijos.Pero ellas actúan tan sólo porque aprendieron de esa manera en su infancia? No ... Detrás de ese comportamiento, se esconde el miedo al abandono y la soledad.Esta situación acaba por ocurrir un tiempo después, cuando los hijos no consiguen establecer un límite entre su espacio familiar e individual.

Con el control y la toxicidad ellas consiguen lo que más temían. La soledad.En el caso de los hijos únicos, o con alguna enfermedad o condición de discapacidad, la situación se transforma en un eterno chantaje ... Es un dicho me dijo de "dejé todo por ti ...", "me sacrificé para crearte", etc.

Ella cuestiona el motivo de su hijo no pensar como ella. ¿Cómo actuar ante esta situación? En primer lugar, es importante reconocer que es necesaria la ayuda de un profesional, pues las heridas creadas, si no tratadas, tienen una altísima oportunidad de alcanzar a los nietos.

Es posible romper el ciclo de toxicidad.Además, es recomendable, en la medida en que la situación económica permita, establecer una distancia física entre el progenitor controlador y el hijo o hija. Es necesario admitir que, cuando el hijo adulto todavía depende económicamente de la madre, es difícil imponer límites. Sin embargo,

es importante mantener la independencia

usando otras habilidades, y no asumir un tipo de dependencia que obliga asumir, así, otras dependencias emocionales. Aquí, es importante el trabajo psicológico, pues al detectar la manipulación, después de un intervalo de indignación frente a la confrontación con la realidad, es habitual que se produzca en el progenitor la liberación del peso de la culpa. Cuando reconocemos la manipulación, podemos protegernos y romper el lazo.

Por eso, si esa es su situación, busque la ayuda de un profesional. No discuta, eso sólo aumentará la frustración, la rabia y el dolor. Sea asertivo, rompa el círculo y no repita el guión.