El cerebro humano está programado para tener empatía con las personas queridas. Investigadores de la Universidad de Virginia demostraron que ante una situación de peligro nuestra mente no distingue entre nuestra propia seguridad y la de las personas que nos importa.
La capacidad de las personas de colocarse en el lugar del otro varía en relación a un extraño o alguien conocido. De acuerdo con los investigadores, el cerebro humano separa a las personas conocidas de las demás, de modo que las personas de su entorno social se entrelazan a un nivel neurológico. En este sentido, James Coan, profesor de la Universidad de Virginia, afirma que "con la familiaridad, otras personas se convierten en una parte de nosotros mismos". Los seres humanos evolucionaron para tener una identidad propia, en la cual los seres queridos forman parte de su trama neural; por lo que las personas necesitan tener amigos y aliados. Los investigadores descubrieron que las regiones del cerebro responsables de la respuesta a la amenaza entran en actividad cuando un amigo corre peligro de forma básicamente idéntica a la de la actividad desencadenada cuando la amenaza ocurre con la propia persona.
Sin embargo, cuando la amenaza se refiere a un extraño, estas áreas del cerebro no demuestran actividad. De acuerdo con Coan, el descubrimiento demuestra la gran capacidad que el cerebro tiene para integrarse a los demás, de modo que las personas cercanas se convierten en una parte de nosotros mismos. Esto hace que una persona se sienta realmente bajo amenaza cuando un amigo o una persona querida está en peligro. En las palabras del propio Coan:
"Si un amigo está en peligro, sucede lo mismo que sucedería si estuviéramos bajo amenaza. Podemos entender el dolor o la dificultad de la misma manera que podemos entender nuestro propio dolor. " ¿Por qué perjudicamos a las personas que amamos?
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, se hace inevitable hacer las siguientes preguntas: ¿Por qué, entonces, algunos de nosotros son capaces de hacer daño a las personas que amamos? ¿Por qué se producen ataques de ira? ¿Qué sucede cuando una persona se comporta de manera cruel con la otra?
Estas actitudes, que suelen ser cortas y ocurrir de forma esporádica, demuestran la parte más vulnerable de las personas.
Son una respuesta para separar el otro de la propia trama neural, una respuesta natural de autoprotección. Una solución para romper este patrón de comportamiento es reforzar el amor propio y reconocer que las conductas negativas hacia las personas queridas son una manifestación del odio que sentimos de nosotros mismos.
Estos patrones de comportamiento se aprenden muy a menudo en el seno familiar, y se transmiten de generación tras generación. El estudio mencionado ofrece pistas interesantes para romper ese ciclo. Si una persona no intenta defenderse de sí misma, será posible mantener a los demás formando parte de la propia trama neurológica, lo que fortalecerá el sentido de ser digno del amor entre ambos.
De este modo, todos se sentir más seguros. Necesitamos los demás más que cualquier otra cosa
Uno de los aspectos más interesantes de este estudio es la conclusión de que no tener empatía con los seres queridos representa una falta de amor propio. Comprender que este odio en relación a sí mismo es neurobiológico y provoca crueldad en el trato con los seres queridos debe servir para interrumpir este ciclo de ira en la relación con el otro. Si alguien se odia a sí mismo, tiene sentido que su respuesta empática falla en relación a los que ama. Ahí reside la importancia de construir el amor propio y la autoestima.