¿Alguna vez has parado para pensar alguna vez en por qué el amor es tan importante? En la vida hay muchos otros sentimientos, como el cariño, la emoción, el miedo o la rabia. Sin embargo, el amor es realmente el sentimiento que unifica tantas emociones, que termina siendo vital para nosotros. Porque en verdad, si usted piensa mejor, gran parte de las emociones que sentimos pueden estar englobadas por el amor. Tal vez usted sienta miedo mientras ve una película de terror, pero también lo siente por no sentirse querido o correspondido por otra persona.
El amor impregna con su color todas las emociones de una forma u otra. El amor debería regir nuestras vidas desde el primer día en que salimos del vientre de nuestras madres, hasta lo que perecemos en nuestro lecho de muerte.
CompartirEl amor engloba todo
Podríamos decir que el amor engloba todo.
Es un sentimiento enorme, de grandes proporciones, que nos permite sentir todo tipo de emociones hasta poder transformarlas en un carrusel, que da sentido a nuestras vidas. Por un lado, podemos decir que él engloba un número grande de emociones porque debido al amor podemos sentir de todo un poco: Rabia de la persona amada que no corresponde
- y prefiere otra persona. Cariño por sus sentimientos con un hijo o amante, por ejemplo.
- Frustración porque la persona que amas no te entiende.
- Solidaridad porque usted ha cogido una relación de amistad
- realmente profunda y plena de amor. Como usted puede ver, el amor engloba un gran número de emociones, tanto positivas como negativas.
Pero para cada una que encuentre y que usted encuentre que le hace sentir dolor, siempre habrá su emoción opuesta que le permite gozar de un gran placer íntimo y personal. Piense en eso y permítame la oportunidad de descubrirlo. El amor da sentido a la vida El amor da sentido a la vida desde el primer minuto en que llegamos al mundo.
Todos los niños paridos viven sus emociones con gran intensidad, ya que sus madres son el alfa y la omega de su existencia. Todo comienza y termina en la persona que la educa, le da abrigo, la cuida, la alimenta, le enseña, y en resumen, la ama.
Poco a poco, el niño va creciendo y descubre el amor al prójimo. Comienza a conocer a familiares, amigos y colegas. En ese momento, empiezan a ser tejidas las relaciones interpersonales que darán sentido a la vida de los pequeños y que le darán las bases para un futuro en armonía y cariño.
Después llegan los grandes amores de la juventud. Un sentimiento tan fuerte, arraigado y profundo que la persona siente que desfallecer y que su vida acabará si no es capaz de compartirla con la persona amada, en cuyo cuello comienza y acaba una existencia que sólo tiene sentido a su lado. Con el paso de los años, los amores se asientan.
Las relaciones de amistad, familia y pareja se relajan para ser nuestros eternos compañeros de viaje en un mundo confuso. Sin embargo, la solidaridad de los que están a nuestro lado nos permite que todo valga la pena. Acabamos la vida con los amores crepusculares.
Todo se vuelve más tranquilo a la sombra de la experiencia vivida y de las heridas sufridas durante los años pasados. Sin embargo, la intensidad de los sentimientos y las emociones permanecen intactos. El amor mueve su vida
Por lo tanto, es evidente que el amor es lo que mueve la vida de todas las personas.
Y darle la espalda por una mala experiencia es un error tremendo que tal vez usted pague durante muchos años y que puede hacer a las personas muy infelices.
Nunca dé la espalda al amor. Déjelo fluir por todos los poros de su cuerpo. Deja que insufle vida en tu cuerpo cansado. Deja que te haga vibrar, sufrir, sentir, gozar ... Déjelo correr, porque sólo él y sólo él da sentido a su existencia. Disfruta cada día de tu vida como si fuera el último, y ame con todas las fuerzas, pues sólo así podrás ser feliz y dar sentido a todo lo que te rodea.
Recuerde que siempre existe una persona que le desea, le corresponde, le espera ... Un ser que tiene la misma necesidad de amar que usted siente, y sabe que hasta usted llegar, no se sentirá lleno, completo y realizado. Compartir