Cambiar es un verbo que conjugamos todos los días. Todos los seres humanos cargan un malestar que quieren superar, en mayor o menor grado. Vivir no es fácil, y desde que nacimos estamos sujetos a prohibiciones y pérdidas que continúan hasta que nuestro corazón deje de golpear. Siempre habrá algo que deseamos y que no podemos lograr. Siempre habrá una nostalgia asediando o alguna frustración cocinando. El malestar frente a la vida en sí no es negativo, porque es precisamente a partir de él que encontramos motivaciones para evolucionar.
Pero la discordancia puede tornarse dañina cuando alcanza una dimensión desproporcionada y se transforma en un obstáculo. Cuando nos lleva a culparnos por no ser "mejores" oa renunciar a nuestros sueños porque sentimos que estamos excluidos del mundo de las conquistas. A veces el malestar que sentimos se vuelve contra nosotros mismos.
Es un error de enfoque, ya que eso no se trata de azotar. En algunas ocasiones nos culpamos por no alcanzar el hecho "x", o por algo no ser de la manera "x". En realidad, no se trata de cambiar, de ser diferente o de negar lo que somos. La cuestión va más por el lado de asumir una perspectiva más inteligente y comprensiva con nosotros mismos para poder aprovechar mejor nuestros talentos e incluso nuestras deficiencias. Lo que debemos cambiar y lo que no podemos cambiar nuestra forma de actuar, pero no nuestra forma de ser.
Venimos al mundo con un temperamento, un patrimonio genético y algunas condiciones socioculturales que van a marcar la manera como edificamos nuestro ser en el mundo. El temperamento y el carácter básico pueden ser pulidos, mejorados, potenciados, pero en términos esenciales, no es posible cambiar. Sin embargo, existe una especie de "mercado de la personalidad" que se ha impuesto y que insiste en promover la idea de que sólo hay una forma adecuada de ser, una forma "cierta" de vivir. Esta idea de que existen algunas formas adecuadas y otras inadecuadas es lo que termina transformándose en una dificultad para que cada uno pueda aceptarse de la forma como es. No es mejor ser extrovertido que introvertido, ni es más loable ser osado que cauteloso, ni es más admirable ser racional que sensible. Se trata simplemente de formas de ser diferentes, que pueden ser adecuadas o inadecuadas dependiendo de las circunstancias específicas.
Cada uno se desarrolla y florece de una manera diferente.
La opción de cambiar sólo es válida para los hábitos, los aspectos de la personalidad que no están suficientemente cultivados, o los comportamientos que pueden lastimar a la propia persona oa las otras. Pero el núcleo central de lo que somos debe ser preservado, ya que es lo que nos define. Las virtudes que se transforman en defectos y viceversa
Alguien que habla demasiado puede ser muy problemático para trabajos que requieren sigilo, como el de detective privado o investigador de seguros. Otra persona que sea muy reservada ciertamente no se dará bien como promotor o animador de eventos. Por lo tanto, lo que es una virtud en cierto ámbito, puede ser un terrible defecto en otro. Ni uno ni otro son buenos en sí mismos, sino diferentes
.Ni uno, ni otro tendría que cambiar, apenas localizarse en el ambiente que más los favorezca.
En el plano personal solemos dar un patrón de polaridad o complementariedad. Esto quiere decir que, en ciertos aspectos, dos personas que son muy parecidas no se entienden o no funcionan bien. Los mejores equipos están formados por personas que tienen características complementarias. Nadie tiene que cambiar para pertenecer a un grupo, sino aprender a ubicarse para poder operar dentro de él.
Por ejemplo, alguien que siempre tiene muchas ideas se complementará bien con otra persona que tenga habilidades para organizar o ponerlas en práctica.
Alguien impulsivo puede inspirar y motivar a otra persona que sea más cautelosa y ésta, a su vez, puede poner un límite realista en las iniciativas arriesgadas del primero. Cada uno tiene la tarea de aprender a ver el valor de lo que es. No permita que filtren mensajes vacíos que intentan inducirlo a dejar de ser quien usted es. Si algo tiene que cambiar, eso siempre debe ser hecho respetando su esencia. Si algo tiene que cambiar, es posiblemente el ambiente donde estás alojado: puede ser un medio que no te deja ser quien realmente es.