Me propongo compartir esta reflexión con usted, arriesgando simplemente a que usted, que está ahí del otro lado de la pantalla, no comparta mi opinión, pero es parte de este juego sin salida ...
Usted entenderá más adelante.
No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos ... Compartir
Pare por un momento y piense.
Usted, con sus virtudes y sus defectos, sus experiencias y sueños, desde cualquier lugar del mundo, donde usted esté, mira la vida y lo que sucede de acuerdo a sus peculiaridades y preferencias.
Yo, con mis virtudes y mis defectos, mis experiencias y sueños, desde cualquier lugar del mundo, donde yo esté, miro la vida y lo que sucede de acuerdo a mis peculiaridades y preferencias. Y en nuestro diálogo buscamos cambiar nuestros mundos pensando, a veces, que es lo mismo. Por eso, a veces, cuesta llegar a un acuerdo. De hecho, ambos podríamos haber asistido al mismo hecho o participado de una misma situación, pero cada uno de nosotros lo habría vivido a su manera, de acuerdo con su experiencia, sus preferencias, sus creencias, etc. Esto es, de acuerdo con la forma de ser de cada uno. Por eso
cualquier opinión es tan válida como nuestra
, de ahí viene el relativismo de lo que fue vivido, la subjetividad de nuestros mundos y la construcción de nuestras realidades.
Usted con toda su experiencia, yo con todo mi equipaje, aun estando en el mismo punto y observando lo que puede parecer lo mismo, tenemos realidades diferentes.Veamos un ejemplo:
Imagínese que fuimos invitadas a una fiesta y decidimos ir. Pero justo antes de salir, un amigo se liga para confirmar que usted comenzará a trabajar en su empresa, que es definitivo; por otro lado, he discutido con mi pareja y finalmente decidimos separarnos. Lo que mi cuerpo pide es que me quede en casa, pero me siento de voluntad y pienso que refugiarme en mi interior me va a hundir aún más. Entonces, decido continuar con el programa que tenía. Allí nos encontramos. Usted radiante de felicidad, me ahoga en la tristeza, tratando de disimularla.
Sin embargo, comemos, hablamos, bailamos ... y en un momento determinado toca una canción que me recuerda, no puedo evitar y la atmósfera de la fiesta se transforma en algo confuso para mí, nostálgico y melancólico. Mientras usted continúa bailando como si no hubiera mañana ... y finalmente decido volver a casa. Usted todavía quiere quedarse un poco más.
Al recordar la fiesta conmemorada la noche anterior, me acuerdo de aquella canción que me entristeció, los platos que tanto le gustaba y yo actuaba disimuladamente todo el tiempo para que nadie percibía mi tristeza. Mientras que usted se acordó de los momentos en que bailó con entusiasmo y en los cuales estuvo más expansiva y divertida que de costumbre.
Parece que fuimos a dos fiestas diferentes, ¿no? La cuestión es que era la misma, pero la aprovechó al máximo y yo al mínimo, cada uno enfocando su atención en cosas diferentes.
¿Quieres más pruebas? Muchas veces, cuando hablamos de sentimientos o conceptos abstractos como el amor, la amistad, la confianza o la libertad, creemos estar hablando del mismo, pero existen diferencias.
Propongo que usted pregunte a su pareja lo que significan estos conceptos para él. Usted probablemente se sorprenderá de la forma en que los ve.
Cada uno tiene sus propios matices. Por eso, cuando hablamos, es importante preguntar al otro cuál es el significado para él de lo que estamos diciendo. Así, usted conocerá su perspectiva. Su mundo, su realidad. El encuentro entre dos personas es la confluencia de dos mundos
, de dos realidades que frecuentemente conversan para mostrarse y conocerse.
Por eso, hay que ser amable con el otro y no intentar exigir ni imponer nuestra visión. Tenga en cuenta que lo que he vivido no tiene nada que ver con su experiencia.
Recuerde: no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos. ¡Atreva a descubrir otros mundos, otras realidades!