Solos en un domingo en familia

Días atrás estaba en un restaurante y pasé a observar el comportamiento de las personas. Una cosa puedo decir: nuestro compañero inseparable del futuro y de todas horas, seguramente, será el celular. Para muchos, ya es una extensión de las manos y una asociación constante. No tengo duda de eso. Algunas parejas se encontraban en la misma mesa, pero cada uno envuelto con su propio aparato. Estaban atentos a los mensajes que brotaban en las cajas de entrada o ocupados en teclear con una rapidez increíble, parecía campeonato. Los más jóvenes escribían con las dos manos al mismo tiempo, los más viejos, introducidos recientemente al equipo, lo hacían sólo con una mano. Algunos, aún tímidos con la novedad, "decían maíz".

Las personas estaban entretenidas con sus respectivos equipos y no prestaban atención a quien estaba a su lado, en su entorno, quien dirá en el vaivén de aquellos que llegaban y salían del restaurante. No fueron pocas las veces que vi a los camareros parados delante o al lado de una mesa, pacientemente, en la vana tentativa de anotar los pedidos. En algunos de los pedidos se realizaban rápidamente, pero en otros los camareros tenían que esperar un tiempo y, seguramente, debían necesitar mucho del empleo, pues la persona apenas levantaba los ojos de la pantalla del celular, principalmente si ésta estaba en medio del mensaje. Y allí permanecían por largos minutos a la espera de la terminación de la conexión o del mensaje que sería enviado. ¡Hay paciencia por parte de los camareros y falta de educación por parte de los clientes!

Algunas personas creen que debido a estar detrás de los celulares y de las computadoras portátiles pueden hacer todo, pueden ser maleducadas, audaces, groseras ... Piensan que la distancia los exime de los buenos modos y de las consecuencias de sus actos. Es muy común encontrar personas en aplicaciones que, cuando las saludamos, tardan de 2 a 3 días para darnos una respuesta. Todavía hay aquellas que creen que no necesitan ni responder. Además, existen otras que nos dejan hablar solas ante una pregunta. Eso cuando los sujetos no regresan. Son las novedades tecnológicas que forman parte de nuestro mundo moderno junto con toda la parafernalia electrónica disponible en el mercado y que, en ciertos casos, sólo refuerzan la escasez o la falta de educación. Quien es educado, es educado en cualquier circunstancia, con o sin celular, con o sin notebook, no importando la aplicación utilizada.

Algunas parejas con hijos pequeños, en el intento de conversar un poco o de tratar de asuntos del día a día, sobre los cuales no es posible conversar durante la semana, entregaban a los niños el aparato para que éstas dieran un poco de descanso y también pudieran se distraía mientras los padres intentaban mantener un diálogo decente o, algunas veces, establecer largas discusiones repletas de gestos y "lavado de ropa sucia", lágrimas eran derramadas, o alguien salía de la mesa golpeando los pies, hacia el baño oa la puerta de salida.

Todavía había parejas que estaban muy ocupadas con el aparato celular y disputaban entre sí para ver quién llevaría al niño al baño. El padre pedía al hijo que esperase un poco, pues ya estaba casi terminando el mensaje. Dice al niño: "Espera sólo un pequeño, hijo, ya estoy terminando y te llevaré enseguida". La mujer decía, sin levantar los ojos del teclado de su móvil, para que él se apresurara, pues, de lo contrario, el niño haría pis en los pantalones, y no iba a tardar. Afirmaba que él estaba enrollando demasiado y que daba más importancia a los mensajes que al niño, pero ella misma no solía su aparato. Otras, más inseguras, preguntaban a sus esposos con quienes hablaban, cuestionaban quién era tan importante y no permitía que parara un solo minuto ...

Algunas mesas adelante, había una familia numerosa, en la que sólo los mayores no tenían un celular a mano. Por más increíble que la gente todavía cree: en esa mesa ellos conversaban, como hace mucho tiempo yo no veía, degustaban la comida servida con placer y temían comentarios sobre ella. Parecía un encuentro de familia, pues había varias generaciones allí reunidas. Riam, recordaban hechos, gesticulaban ... Mientras tanto, los más jóvenes, todos con aires de enfado, parecían tener ganas de correr a la puerta de salida y se distraían con sus respectivos aparatos o hablaban entre sí por las aplicaciones existentes, riendo mucho. Mal presta atención a la comida que se colocaba en la mesa, en el postre, en el discurso que el patriarca había decidido hacer a cierta altura de la comida. Los niños apenas escucharon sus palabras. Riam, susurraban, corrían, jugaban, pero no prestaban atentaban para que el familiar decía. Este, con el fin de despertar la atención de los más jóvenes y de los niños, golpeaba con un tenedor en una botella de vino, pero no logró alcanzar su objetivo. Nadie de la generación más joven prestó atención en absolutamente nada de lo que él había dicho! Las horas pasaban, las personas salían, otras entraban

, y los camareros corrían de mesa en mesa con sus respectivos bloques de anotación en la expectativa de conseguir sacar el pedido luego y driblar a los niños que corrían entre las mesas gritando en alto y bueno sonar. El restaurante era muy familiar, de aquellos que las familias buscan, los domingos, para hacer una comida abundante y aún poder llevar a sus hijos, pues no había restricción, ni frescura, como ya había visto en otros tantos. ¿Sabes aquellos restaurantes en los que el camarero se queda mirando torcido si el niño balanza la pierna, llora, toma el menú y empieza a preguntar el significado de los ítems? Esas son actitudes naturales y esperadas de niños sanos. ¿O aquellos establecimientos en que miran a nuestro coche y quedan en duda si conseguiremos pagar la cuenta?Era un restaurante bastante simple y agradable. La mayoría de la gente parecía estar compuesta por frecuentadoras habituales, pues algunas saludaban y abrazaban a los camareros con cierta familiaridad. La comida era buena, y el precio, como bien decía mi querido y amable amigo Carlinhos, "honesto". En él todo sucedía: gente hablando unas con otras; las parejas que decidían poner la relación al día; los clientes que buscaban una comida placentera, pero que apenas presta atención a lo que comían, quién dirá a los sabores que estaban siendo ingeridos; y tantos otros que habían salido en busca de una conversación agradable y apenas se hablaban ...

Había gente de todos modos. ¡Era más un domingo en la compañía acogedora de la familia o en el confinamiento del celular, con educación y sin educación!