Para los orientales, la ansiedad por obtener algo termina haciendo ese algo más lejano. Este pueblo ve la presión como enemiga, porque en vez de llevar a la persona a actuar, lo que hace es crear un bloqueo. Es una afirmación que tiene bastante sentido, pues es lo que vemos y lo que experimentamos con más frecuencia.
Pensemos, por ejemplo, en la inquietud que sentimos cuando estamos esperando, con gran expectativa y ansiedad emocional, que algo suceda. Que una determinada fecha llegue, que aparezca alguien para que tengamos una relación amorosa feliz, o que suceda cualquier evento favorable a nosotros. Podemos intentar forzar las circunstancias, pero las cosas tienen su propio tiempo, y poner presión en el proceso no lo hace más rápido en prácticamente ninguna hipótesis.
"Es genial acostumbrarse al cansancio y la correría, pero no tenemos que forzar la barra."
-Marco Tulio Cicerón-
Lo que sucede generalmente es que el nivel de ansiedad aumenta sustancialmente. Un minuto se convierte en una hora y un día en una semana entera. Al menos eso es la sensación que tenemos. Se crea un estado de tanta carga emocional que, en vez de avanzar hacia lo que deseamos, acabamos creando las condiciones perfectas para que eso se aleje cada vez más. Dejar de forzar y evite tener la presión como enemiga Al presionar cualquier cosa en la vida, al forzar las circunstancias, en realidad acabamos creando el efecto contrario de lo que queríamos.
Es como estar navegando y querer que el mar produzca grandes olas que nos lleven rápidamente a nuestro destino.
El barco puede girar. Lo que sucede en estos casos es que existe una imagen mental de la situación ideal o deseada, y lo que se pretende es presionar la realidad para que ella se ajuste a esa imagen, y no al contrario. Primero viene lo que tenemos en nuestra mente, delante de lo que nos dicen los hechos.
Esta dificultad para ver las cosas como son, y no como queremos, puede ser tan fuerte hasta el punto de intentar presionarlas para que cambien. La vida se vuelve mucho más simple y rica cuando dejamos las cosas fluir. Uno de los grandes secretos de la felicidad es aceptar la realidad como es, y adaptarse a ella. Esto no tiene nada que ver con el conformismo, sino con humildad, con renunciar al egocentrismo que nos lleva a querer imponerse sobre la realidad que existe, independientemente de nuestra voluntad o incluso de nuestra existencia.
Practicar el desapego Una de las formas de aprender a evitar la presión y dejar la vida fluir es practicando el desapego.
Eso no quiere decir que debamos hacernos apáticos o desinteresados por la vida, muy al contrario. Se trata de una actitud que nos invita a aprovechar profundamente lo que ya tenemos. Lo que ya está aquí. Lo que estamos haciendo. No lo que sólo existe en la esfera del deseo.
Lo que hace que nuestra vida más feliz y placentera no es conseguir salir, tener un trabajo mejor o ganar más dinero. Lo que nos lleva hacia la sensación de felicidad y la paz interior es poder aprovechar la vida como ella es. Esta es, incluso, la actitud que favorece la evolución. Es en ese estado que somos más capaces de amar, de tener un mejor desempeño, y de dar inicio a una cadena de hechos positivos en nuestra vida.
Esa es la razón por la cual los orientales ven la presión como enemiga. La práctica del desapego nos ayuda a eliminar el deseo de forzar las cosas.Ayuda a permitir que los procesos se desarrollen por sí mismos, de manera natural, y encuentren su propio ritmo.
Cultivar el mundo interior Para aprender a dejar la presión de lado y practicar el desapego, también es necesario cultivar nuestro mundo interior. Es importante abandonar la obsesión por el éxito. Esto, la mayoría de las veces, sólo aumenta la ansiedad y lleva a la frustración. Tenemos que eliminar esas ideas que nos inducen a creer que sólo si logramos alcanzar un determinado objetivo externo podremos, en fin, ser felices y estar bien con nosotros mismos.
La verdadera riqueza y el verdadero equilibrio no se alcanzan con lo que viene de afuera.
Nuestro mundo interior es lo que modela la forma en que sentimos y cómo vemos la vida. Si dentro de nosotros no hay la capacidad de apreciar la existencia y de sentirnos felices por vivir, ninguna persona ni ningún objeto proporcionará eso. Colocar presión e intentar forzar las circunstancias no es una opción inteligente
. Como afirman los orientales, con frecuencia lo que se logra es sólo el efecto contrario. Es decir, una frustración, porque la realidad no se dobla a nuestros deseos y voluntades. Somos nosotros quienes debemos aceptar y seguir la lógica del mundo que existe independientemente de nosotros.