Es muy común considerar que alguien que habla de soledad ciertamente está solo. De igual modo, cuando alguien se dice solo, luego imaginamos que vive en la soledad. Sin duda esta asociación está lejos de ser una verdad.
¿Quién de nosotros ya no se sintió solo incluso con muchas personas a nuestro alrededor nos tratan hasta muy bien?Este sentimiento puede no estar relacionado con la sensación de soledad. Podemos sentirnos solos por diversas razones, en varias situaciones en la vida.
Si estamos en un lugar en que no conocemos a la gente o no tenemos mucha afinidad con ellas, es natural sentirnos solos, es decir, desplazados de una conexión más relajada con las mismas. Los cambios de empleo, la ciudad, la ruptura de las relaciones están entre tantos otros factores que pueden llevarnos a sentirse solos en la carretera, aunque por corto tiempo.
Podemos estar solos también por desear, y sentirnos muy bien. Este es un comportamiento que, a lo largo de la vida, podemos tener en varias edades, pues se hace necesario para nuestro propio crecimiento interno.
Miramos mejor dentro de nosotros cuando estamos solos, y no en la soledad
Ella puede sí surgir en un determinado momento, por el motivo que nos llevó a quedarse solos, pero no se convertirá ciertamente en una dominante si estamos seguros de querer estar solo.
Si estamos solitarios y nos sentimos desintegrados del mundo, angustiados, llenos de culpas, vacíos, sin voluntad de abrazar la vida, ahí sí estamos solos y en la soledad, y el cuadro merece total atención. La soledad es un abandono de nosotros mismos, una desmotivación para ser y tener, un estado de incredulidad en nosotros y en el mundo, independientemente de estar solos o acompañados.
Ella es el no soportar estar consigo. Bien sabemos que en algunas etapas, se hace necesario acompañamiento médico. La soledad te lleva al aislamiento, y no al deseo de bienestar, a permitir ser tu mejor compañía, sin desmerecer ninguna otra. Cuando somos capaces de sentirnos plenos en estar solos sin soledad, estamos listos para abrazar el mundo sin culpas ni culpables. Paul Tilich, importante teólogo religioso del siglo XX, afirmó:
"El lenguaje creó la palabra soledad para expresar el dolor de estar solo. Y creó la palabra soledad para expresar la gloria de estar solo.