El principio de la educación es predicar con el ejemplo. De hecho, todos somos el modelo o la referencia de alguien: una fuente de influencia. En ese sentido, las opiniones que no son seguidas por ejemplos sirven para casi nada. Incluso los malos ejemplos sirven más que las buenas opiniones: son una referencia para saber lo que no debemos hacer. Desde la infancia hasta la vejez, aprendemos por medio de ejemplos y de experiencias directas.
Este tipo de aprendizaje ocurre al observar el comportamiento de otra persona y exige una serie de factores para que pueda ser realizado correctamente. De manera concreta, la persona que da el ejemplo necesita tener características interesantes al observador. Además, para realizar el aprendizaje vicario, es preferible que la conducta sea instrumental y repetida después de ver el ejemplo. Es así que este tipo de aprendizaje da frutos, muchas veces de manera más rápida, eficaz y económica que utilizando otro tipo de didáctica. Ciertamente, hay ciertos comportamientos, sobre todo los de riesgo, que no es posible aprender sólo a través de ejemplos.
No hay nada más triste que un buen consejo acompañado por el mal ejemplo.
CompartirNo hay nada más que la educación y el ejemplo
¿Cuántas personas se pueden alcanzar con un buen ejemplo?
¿Cuántas personas puedes cautivar con tu opinión? Salvo la oratoria y una buena argumentación de nuestras opiniones, los ejemplos son mucho más educativos porque refuerzan el aprendizaje. Quien aprende puede apreciar casi directamente las consecuencias más probables de determinado comportamiento.La educación no se produce sólo a través de la palabra. La parte práctica, de alguna forma, es el fin último del aprendizaje. Cuando queremos educar a nuestros hijos, sobrinos o alumnos, hay que tener en cuenta que, por más que conversemos con ellos, nuestras acciones marcarán un antes y un después en sus comportamientos.
Es inapropiado dar una serie de órdenes y seguir otras
, ya sea a nivel personal, social o familiar. Este tipo de persona pierde eficacia como modelo por la disonancia que hay entre sus palabras y sus acciones, mandando mensajes contradictorios a la persona que la observa."Hay algo humano más duradero que la supersticiosa fantasmagórica de lo divino: el ejemplo de las virtudes elevadas."
-José Ingenieros-
Con las palabras usted conmueve, con el ejemplo alienta
El ejemplo es la única lección que todos los hombres pueden leer .
Las palabras, por el contrario, están cargadas de connotaciones y significados. No vamos a negar que las palabras a veces hasta pueden ser curativas y pueden provocar un cambio de perspectiva, pero para lograr cambiar una situación su efecto no suele ser muy duradero. Si queremos cambiar nuestra actitud, nuestros horarios o nuestros hábitos, no basta con repetirlos en voz alta o mentalmente una o otra vez. Son las acciones que marcarán la diferencia. Es verdad que las palabras nos alertan y nos hacen pensar sobre qué ejemplos son adecuados, pero sólo cuando se realiza el comportamiento es que se puede considerar el aprendizaje o considerar el cambio como completo.
Las palabras tienen el poder del convencimiento que se oye, pero
el ejemplo tiene el poder de la verdad vista y vivida. Las palabras son realmente poderosas cuando se basan en ejemplos personales, sino serían como el metal que resuena, sin validez ninguna para la persona que apenas las oye.Las personas que sólo hablan van a convencer a los demás, pero por tiempo limitado, a menos que las personas persuadidas puedan poner en práctica lo aprendido en primera persona y experimentar las consecuencias. Las palabras realmente tienen fuerza en el ejemplo de quien habla.
Si no hay ejemplo, gran parte de su discurso no sirve para nada. "Yo no persuadía a las personas con palabras porque las palabras poco convencen. Yo persuaba a las personas con hechos y ejemplos. " -Juan Domingo Perón-