Elegir el castigo adecuado no es una tarea fácil

Su hijo de dos años hace birra y le da una tapa. ¿Cuál sería su reacción?Cómo elegir el castigo correcto? Es común que muchos padres en estos momentos no sean capaces de controlar sus impulsos y terminen gritando, amenazando, agrediendo físicamente o imponiendo un gran castigo al niño. Pero esa es la solución? En realidad, no lo es.

No hay duda de que el pequeño tenga que recibir un castigo o una penitencia por su comportamiento. Pero, ¿cuál? Imponer un castigo a nuestros hijos y hacerlo de forma adecuada no es una tarea fácil ... Continúe leyendo y descubra cómo hacerlo.

"Las raíces de la educación son amargas, pero los frutos son dulces."
-Aristóteles-

Todo comportamiento inadecuado debe tener una consecuencia

Ante una conducta inadecuada, observamos que los padres reaccionan de maneras muy diferentes. Por un lado, podemos pecar siendo "permisivos" y no imponer ninguna penitencia a los pequeños, generalmente porque así nos libramos de tener que enfrentarse a una posible birra o carita embutida de los niños cuando tienen sus deseos contrariados.

Esto a largo plazo es contraproducente, ya que los pequeños se acostumbran a conseguir lo que quieren de forma ininterrumpida, cuando lo importante es que ellos interioricen que no van a poder conseguir todo aquello que desean. Además de la importancia de entender que, si ellos consiguen, debe ser por medio de conductas adecuadas, como la negociación con el adulto, por ejemplo. Para ello, cuando un niño se comporta de forma inadecuada, debe haber una consecuencia. Esta puede ser la extinción o el castigo. En cuanto a este último, tenemos que evitar que suponga un daño físico o mental para el pequeño

. En esta línea, es mejor no practicar castigos corporales, gritos, amenazas ni humillaciones."La educación no es la preparación para la vida, la educación es la propia vida."-John Dewey-

Las características deseables al elegir el castigo
En realidad, si el incumplimiento de la regla o el comportamiento perturbador es leve, puede bastar la extinción. Pero si lo que el pequeño hace es más grave, o si incumple una regla de forma sistemática, es importante elegir el castigo adecuado al nivel de desarrollo ya la edad en el niño.

De esta forma, usted le ayudará a entender que esta conducta no trae un balance de las consecuencias buenas para ella.

Además, la reprensión debe tener relación con la norma que se ha incumplido, de manera que el pequeño pueda pensar y reflexionar sobre lo que se ha hecho mal. Las reprensiones tampoco deben ser muy largas, de otro modo, estas terminarán acumulando todo el comportamiento, y no aquello que realmente tiene que mejorar. Por otro lado, desde los cinco o seis años las reprensiones deben ser de acuerdo con los pequeños. De esta manera, animamos en el niño habilidades de comunicación y de negociación, así como la capacidad de defender los propios derechos y la comprensión de las reglas que existen en casa. Estas reprensiones deben ser justas y adaptadas a todas las partes implicadas.

Por último, en la medida de lo posible, el castigo debe tener un carácter reparador. Es decir,deben estar involucradas la compensación o la restauración por el daño causado. Lo ideal es que el castigo esté relacionado con la conducta que no queremos que se repita. De esta manera, vamos a conseguir que los sentimientos de culpa disminuyan y que los lazos familiares se fortalezcan.

Cómo imponer un castigo de manera adecuada Ahora que sabemos cómo debe y cómo no debe ser un castigo, vamos a hablar de cómo ponerlo en práctica. En primer lugar,es importante que el pequeño conozca previamente cuáles son y en qué consisten las reprensiones

. Por otro lado, una vez impuesta una reprensión, ella debe ser cumplida hasta el final. Este es un punto importante, ya que cuando los papales y las mamás no son firmes en los castigos, éstos pierden su utilidad. Con estas dinámicas de amenazar, pero no realizar, el niño aprende que el cumplimiento o no de una norma no es relevante. Para ella es importante que la actitud de los adultos sea lo más inteligente y menos impulsiva posible.Para lograrlo, debemos tratar de controlar nuestra rabia antes y pensar que el castigo no debe doler para los pequeños

, sino hacerlos reflejar. De esta manera, comunicaremos la consecuencia negativa con voz tranquila, posibilitando que el pequeño perciba afecto y aceptación, en lugar del rechazo que transmite una sucesión de castigos constantes. Aplicar castigos adecuados es un desafío, pero con estos consejos estaremos más cerca de conseguirlo. "Aquel que, estando enojado, impone un castigo, no corrige, sino que se venga."

-Michel de Montaigne Imágenes cortesía de Andrik Langfield, Gerome Viavant y Rene Bernal.