somos víctimas de los puntos ciegos a los que nos agarramos a la fuerza en relaciones de alto costo, amores imposibles, lugares donde el autoengano teje una magnífica tela de araña en la que quedamos presos. Para entender lo que son, de hecho, esos puntos ciegos, empecemos con una pequeña experiencia.Cierre los ojos por unos segundos y luego los abra para llevar la mirada a una ventana
, dejando que la luz del sol impacte directamente la cara por algunos segundos. Ahora, mantenga la mirada en un punto cualquiera. La gente no percibe, pero dentro de la retina existen fotorreceptores, pequeñas células nerviosas que captan esa luz y envían la información al cerebro, en un instante de tiempo casi imperceptible."La negación es útil, noble y piadosa cuando sirve de tránsito para una nueva afirmación".
-Ortega y Gasset-
Ahora, vale recordar que
en la retina existe un área minúscula donde no hay fotorreceptores: son los llamados puntos ciegos.
Ya que ojo no capta estímulo alguno, lo normal es que todos nosotros veamos nuestra propia realidad con pequeños retazos en blanco provenientes de esos puntos ciegos. Sin embargo, nuestra visión no pierde ningún detalle, es perfecta, maravillosa al traer cada desnudo de un rostro, de un paisaje ... ¿Cómo es posible entonces? Si hay un área vacía, un área ciega en la retina, ¿cómo es posible que veamos el mundo con tanta nitidez? La respuesta es simple y al mismo tiempo inquietante: el cerebro se encarga de "llenar" los vacíos.
Por increíble que parezca, en el campo de la psicología sucede lo mismo. Hay realidades a nuestro alrededor que no percibimos. Son áreas en blanco, generalmente hechos negativos que se disipan como niebla en el horizonte de nuestro mundo consciente. El cerebro es, nuevamente, quien asume el control seleccionando la información que nos rodea a través de un filtro. Gracias a él las percepciones negativas son atenuadas, poniendo una muralla a la atención y minimizando así el impacto de las decepciones. Este tipo de arte afinado del autoengano es especialmente común en el universo de las relaciones afectivas.
Vamos a hablar de eso ... Los puntos ciegos: nuestro rechazo de aceptar las cosas de la forma en que son "Mi compañero no es controlador ni celoso, en realidad lo que pasa es que se preocupa conmigo, me gusta mucho". "Lo que pasa es que ahora anda muy estresado con su trabajo y necesita un tiempo, tiene muchas cosas en la cabeza y yo lo entiendo ... pero no hay crisis alguna, seguimos amándonos como en el primer día."
De afuera, para la mayoría de las personas, es fácil percibir lo que hay detrás de estas realidades que tanto nos desafían, que tanto rangos ante nuestros ojos y nuestros oídos. Sin embargo,
quien vive sumergido en sus puntos ciegos ni percibe, ni los presiente, ni quiere verlos.
Son sus salvavidas, sus analgésicos, su tabla de salvación en la cual continuar flotando ante una realidad que a veces se hunde. Porque el truco del autoengano es la estrategia más sofisticada que el ser humano tiene; gracias a ella sofocamos el humo del estrés y jugamos por las chimeneas de la inconsciencia las preocupaciones y la propia responsabilidad de actuar ante un problema evidente.
Esta neblina mental que los puntos ciegos provocan pone para funcionar las más complejas estrategias psicológicas. Esas que van desde la clásica negación, la racionalización o la atención selectiva, donde enfocamos solamente lo que nos interesa, pero ignoramos el resto. Dice Machado, con mucha razón, que existe una cosa peor que la realidad oscura, y es el hecho de no verla. Un hecho, sin duda, muy común cuando están involucrados los afectos y el
vasto laberinto del amor donde siempre es mejor "no ver" que "perder" el ser amado.
Cómo traer a la luz nuestros propios puntos ciegos Robert Trivers es un sociólogo y antropólogo muy conocido por sus trabajos sobre el autoengano. Según él, esta afinada estrategia, que el ser humano tanto practica, es una cosa mucho más sofisticada que la simple mentira. En este sentido, el acto de mentirnos a nosotros mismos requiere una arquitectura más profunda, más delicada.
No sólo eso: cuando logramos que la evidencia quede relegada al inconsciente y la mentira a la conciencia, el costo cognitivo es inmenso.
Este esfuerzo para que todo sea creíble hace de los puntos ocultos verdaderas trampas para quedarnos atrapados, ser víctimas de nosotros mismos. "Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa".
-Alfred Adler- Si nos pregunta ahora cómo iluminar estas esquinas mentales de la persona que hace mucho tiempo los practica con su par afectivo, cabe decir que es difícil. Cuando intentamos abrir los ojos de quien está enamorado, lo más probable es que surjan el rechazo y la negación. Por eso, antes de caer en semejante estrategia mental, cuando lo que podemos estar viviendo es un verdadero riesgo a nuestra propia integridad, nuestra autoestima y nuestros valores, es necesario intentar controlar los puntos ciegos más comunes que aparecen en una relación. Estos son algunos ejemplos:
No debemos caer en el ejercicio más común de toda relación amorosa:
la idealización.
Es necesario ver a la persona de la forma que ella es, sin anestesia, sin edulcorantes. No se debe subestimar lo que no nos agrada, sin sobredimensionar los aspectos de los que nos gusta para compensar la incomodidad, lo que desafina, lo que lastima.
No distorsionar la realidad deleitando en ideas que no corresponden con lo que nos rodea, con lo que vemos y sentimos. Es necesario recordar diariamente que el amor tiene condiciones, que no se debe dejar para mañana la decepción que siento hoy. Para concluir, cabe recordar que
- el uso de los puntos ciegos se da con gran frecuencia en el seno de las relaciones amorosas basadas en la dependencia. Es en este tipo de esfera interpersonal que más tenemos la tendencia de distorsionar la realidad con el fin de mantener la conveniencia, con la idea de mantener ese equilibrio imposible sin percibir los efectos emocionales y psicosociales que ello implica.
- Como dijo Albert Camus una vez, "la verdad, como la luz, ciega. La mentira, a su vez es como un bello crepúsculo que realza cada objeto ... "
- . Debemos evitar, por tanto, vivir en ese crepúsculo que, al fin de cuentas, precede a la agonía. Necesitamos tener el coraje de abrir los ojos de la verdad.