Padre, madre: quiero aprender a ser independiente

Ser independiente, para muchas personas, es un desafío realmente difícil. Un desafío que requiere un gran esfuerzo y persistencia. Ser una persona independiente psicológicamente es una actitud de vida llena de valentía, amor y confianza en un potencial que cada individuo posee. Pero, a pesar de todos los beneficios que tenemos en poseer esa actitud en la vida, para algunas personas no es tan fácil. No es algo fácil porque nadie nos enseñó cómo hacerlo. Algunas personas no aprendieron esta actitud cuando eran más jóvenes y ahora la vida los empuja inevitablemente a eso.

Aprender a ser independiente no significa buscar la imprudencia a toda costa Cuando animamos a un niño a realizar tareas por sí mismo, estamos enviando un mensaje claro. Estamos transmitiendo a ella que tiene capacidades de desarrollarse en el mundo y que creemos en esas capacidades. Así, ella dejará de mirar a los demás y comenzará a explorar los recursos que posee: "si los demás piensan que el secreto está ahí ... entonces tendré que mirar".

Sin embargo, tenemos que aclarar conceptos. Cuando hablamos de independencia no estamos hablando de promover la imprudencia. Hablamos de desafíos razonables y necesarios para un buen desarrollo personal.

Un niño puede aprender a ser independiente psicológicamente a medida que sus padres confían en que puede tratar de resolver ciertos problemas por su cuenta.

Si no dejamos que se equivocan, tampoco dejaremos que aprendan Podemos poner un ejemplo para entenderlo mejor. Un niño está aprendiendo a dividir por dos dígitos. Ya enseñaron en el colegio y ahora ha llegado el momento de hacer la tarea de casa para practicar ese tipo de división. En ese momento, puede aparecer uno de sus padres y alertar sobre esta dificultad.

Ver a su hijo enfrentando esta dificultad puede despertar en los padres la tentación de hacer por ellos. De hecho, hay niños extraordinariamente hábiles para hacer adultos realizar las tareas por ellas, ya que saben cómo ganarlos. Sin embargo, caer en esta tentación no es el mejor. Como padres, podemos ayudar a calmar la ansiedad que el desafío genera o incluso comenzar la división para que el niño se concentre, pero no debemos hacer las tareas por ellos. Por otro lado, tenemos que dar espacio para que el niño actúe.

Si intervinimos rápidamente, y no dejamos que ella enfrente la división, estaremos enviando un mensaje de que no confiamos en su capacidad. Estamos diciendo que el desafío es muy difícil para ella, y así se va a entregar antes de intentarlo.

Para los niños, nuestra confianza es un gran regalo En el ejemplo anterior, el padre también puede actuar de otra manera. Puede estar junto a su hijo, dejándolo resolver esa división por sí mismo. El niño comete errores e intentará realizarla de la mejor manera posible.

Podemos ir ayudando en este proceso de ensayo y error. Enseñando a "ver", pero no respondiendo por ellos. Tenemos que dejar para ellos la posibilidad de errar, porque de esa manera entenderán cómo se realiza una división por dos cifras correctamente. Además,

estaremos dando espacio para que se familiaricen con el proceso

, se cubran con todas las dudas y salgan de ellas por su cuenta. De esta manera, marcarán el camino con sus huellas y ya no será posible detenerlos nunca más. El niño entiende cuáles son las fallas que comete y podrá remediarlas.

Este aprendizaje le hará sentirse competente y capaz. Esta nueva idea de sí mismo hará que se enfrenta a los "pequeños problemas" de su corta vida con mayor confianza y seguridad en su capacidad.Como esta manera de ayudar, no estaremos dejando a nuestro hijo solo ante las adversidades. Estaremos ayudando a desarrollar sus capacidades intelectuales.

Vamos a ayudar a sondar, a generar soluciones, a probar, a intentar ... Todo esto generará nuevas conexiones en el cerebro del niño. Por eso es vital el papel que la familia tiene en la realización de ese objetivo. La superprotección aleja las oportunidades de crecimiento

La superprotección supone una especie de "asistencia inmediata" en la que el adulto interviene rápidamente ante cada mínima dificultad de su hijo. El niño aprenderá que siempre habrá alguien que pueda resolver por ella cualquier problema que surja en su camino. De esta manera, dejará de intentar hacer las cosas por sí misma porque, con certeza, ya va a tener a alguien para hacer por ella. Sólo tienes que sentarte, dar una sonrisa y esperar.De algún modo, esa "asistencia rápida" es transmitida como un mensaje de amor, de cariño por el hijo: "hago por ti, por qué te amo", pero, detrás de eso, se esconde un "yo lo hago todo por ti porque creo que no consigue solo ", y eso inevitablemente transmite al niño la idea de que ella no es capaz de realizar las cosas por su cuenta.

Consecuencias de sobreprotegrar a los niños

Con ello dejar de intentar, dejar de probar, dejar de esforzarse y perder las oportunidades de crecimiento. Irán a confiar cada vez más su vida a sus padres. Pero todo esto no viene de gracia y va a implicar una serie de consecuencias: Pedir ayuda a menudo a sus padres con las tareas escolares Se quedarán desanimadas con la menor de las dificultades.

No tolerarán bien la frustración. Se convertirán en personas inseguras y dependientes de los demás.Tendrán un autoconcepto y una autoestima pobres. Por lo tanto, es importante ayudar a los niños para que descubran por sí mismos, que cometan errores, que provienen, que puedan frustrarse ... De esa manera, aprenderán que ellas tienen recursos y capacidades para intentar solucionar, si no todos, muchos de los problemas que aparecerán en sus vidas.

Concluimos esa reflexión con un proverbio chino que ciertamente has escuchado muchas veces:

"Dame un pescado y cenar esta noche, enséñame a pescar y cenar para siempre".

  • Así que, desde ahora, animamos a todos los padres a enseñarnos a pescar, a no darnos el pescado tan pronto como pedimos, dejarnos probar y probar por nosotros mismos. ¡Ciertamente será un legado muy útil y necesario para nuestro futuro!