La ausencia de un ser querido, de alguien amado, es una fuente de sufrimiento para cualquier persona. Aunque amar y perder a alguien amado sea una constante de la vida, nunca nos resignamos completamente a eso. Es como si, aun sabiendo que nada dura para siempre, nos negamos a aceptar que es así. Es una especie de rebeldía psicológica, ya que, por ahora, la ciencia no permite la real. Muchas veces decimos que hay una contradicción entre la razón y el corazón. La mente nos dice que debemos aceptar esa ausencia, pero algo más profundo se niega a bajar la guardia por completo y conformarse con esa pérdida. "A veces, cuando perdemos a una persona, el mundo entero parece inhabitado".
-Lamartine-
Esto ocurre porque
tanto la presencia como la ausencia de un ser querido provocan reacciones en áreas donde tenemos poco control.
En el amor y el dolor existen procesos fisiológicos involucrados. Hay cambios que son físicos y que exceden lo que podemos entender y administrar. Esto es lo que explica la llamada "teoría del proceso oponente". La teoría del proceso oponente La teoría del proceso oponente fue desarrollada por Solomon y Corbit en 1974. De acuerdo con este enfoque, nuestro cerebro tiende a buscar el equilibrio emocional.
Y el camino que escoge para hacer esto es tratando de neutralizar las emociones. Para lograrlo, realiza una operación recurrente: cuando surge una emoción intensa, que nos quita la estabilidad usual, la respuesta es dar lugar a la emoción opuesta o "estímulo emocional correctivo".
De acuerdo con esta teoría, el estímulo de respuesta es débil al principio, pero poco a poco va ganando fuerza. A partir de estos principios se puede explicar, en parte, tanto lo que sucede en un vicio como lo que sucede en el cerebro después de una pérdida emocional.
Cuando aparece la emoción inicial, ésta es muy intensa. No tiene oposición y, por lo tanto, alcanza un nivel máximo. Es lo que sucede, por ejemplo, en la pasión. Sin embargo, poco a poco, el estímulo opuesto aparece, aunque al principio no es percibido. Gradualmente, va ganando fuerza para neutralizar esa emoción inicial. El proceso opuesto y la ausencia de un ser querido En términos cerebrales, la ausencia de un ser querido tiene efectos similares a los del síndrome de abstinencia
, experimentados por aquellos que son adictos a alguna sustancia. En ambos casos, hay un estímulo inicial y un "estímulo correctivo".
Tomemos el ejemplo de la ingestión de alcohol. Quien lo bebe tiene una serie de reacciones eufóricas. Se desinhibe y se "anestesia" ante cualquier incomodidad que esté viviendo. Al día siguiente sucede todo lo contrario. Es probable que la persona esté deprimida, insegura y quiera recuperar el estímulo inicial bebiendo más.
En el caso de los sentimientos, el estímulo inicial es el propio afecto. Hay apego, necesidad de esa persona. Alegría al verla. En las parejas, especialmente, este estímulo emocional inicial es muy intenso. Al mismo tiempo, aparece el estímulo opuesto. Es por eso que a lo largo del tiempo la intensidad del comienzo da lugar a una cierta "neutralidad" en los sentimientos.Sin embargo, si ocurre una ausencia, ya sea porque esa persona se aleja o porque muere, ocurre una descompensación. El estímulo inicial desaparece y queda apenas el "estímulo correctivo" que, a su vez, se intensifica. Este es experimentado de una manera muy desagradable: con tristeza, irritabilidad y todas las emociones involucradas en un duelo.
Un problema químico
Todas las emociones también ocurren orgánicamente. Esto significa que para cada emoción corresponde a un proceso fisiológico en el cuerpo y cambios químicos en el cerebro.
Cuando amamos a alguien, no hacemos sólo con el alma, sino también con los elementos de la tabla periódica y con cómo estos se manifiestan en el organismo. Es por eso que la ausencia de alguien amado no es sólo un vacío emocional. Hay mucha oxitocina, dopamina y serotonina que la gente amada genera. Cuando no están allí, el cuerpo sufre un desorden que, en principio, no puede ser equilibrado. Es necesario tiempo para que un nuevo proceso opuesto ocurra: que ante la intensa emoción negativa, surja un "estímulo correctivo" para alcanzar nuevamente el equilibrio.
¿Para qué nos sirve saber todo esto? Simplemente para comprender que la ausencia de alguien amado tiene implicaciones profundas en la mente y el cuerpo.
Que es inevitable que, después de una pérdida, siga un proceso de reordenamiento que demore un poco. Muchas veces se trata sólo de permitir que estos procesos ocurra. Confiar en el hecho de que venimos proyectados para recuperar el equilibrio.