Ikigai: el arte que le llevará a descubrir sus propósitos de vida

Ikigai es una palabra japonesa que se traduce como "la razón de ser" o "esas metas de vida que nos hacen levantar cada mañana". Para los japoneses, todos cargamos nuestro propio ikigai en nuestro interior y es esencial descubrirlo, convertirlo en nuestro y llevarlo como bandera. Porque, de esa forma, conseguiremos comprometernos con nosotros mismos para enfrentar cualquier dificultad.Mucho más allá de lo que podemos pensar, pocos principios psicológicos y existenciales pueden ser tan básicos en nuestro día a día como el que representa este término, ese concepto. Encontrar un significado para la propia vida, tener una serie de propósitos es la clave para alejarse de la desesperanza y es, ante todo, un sustrato terapéutico para hacer frente a una de las enfermedades actuales más devastadoras: la depresión.

"El propósito de la vida es descubrir su regalo, todo lo que está dentro de usted y cómo usted puede utilizarlo."

- William Shakespeare -
Muchos de nuestros problemas psicológicos pueden ser enfrentados con la ayuda del ikigai

que, a veces, está tan escondido, reprimido y hasta silenciado dentro de nosotros. Él nos ayuda a recuperar el ánimo, la voluntad, la motivación para vivir mejor. Se sabe, por ejemplo, que una buena parte de nuestros trastornos afectivos presentan una mejora efectiva cuando la persona comienza a comprometerse consigo misma, haciendo simplemente lo que le gusta, lo que la identifica. A poco, todo ese conjunto de pensamientos y creencias positivas actúa como verdaderos amortiguadores de las ideas suicidas, de las creencias limitantes y hasta de los miedos. Sin embargo, no es nada fácil comprometerse con nuestro ikigai, con nuestros propósitos de vida. Los japoneses nos recuerdan que debemos ser como un guerrero leal y valeroso que cumple un objetivo muy específico: mantener nuestra integridad y afinidad con nuestra propia esencia.

El ikigai sólo desea una cosa: agitar su pasividad Sebastian Marshall es un conocido escritor que nos regaló hace algunos años con un libro con un título muy simple: Ikigai. Podemos decir que, entre todas las publicaciones sobre este tema, el contenido que ese autor nos trae es, sin duda, uno de los más impactantes y tal vez el que más se aleja de esos principios dulces y fáciles asociados al crecimiento personal.

Él nos explica en primer lugar que nuestro mundo está lleno de calumniadores. La sociedad nos invita desde muy pequeños para ser felices, sin embargo, a medida que crecimos, lo único que encontramos es un "rastrillo" tras otro.

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La primera lección que debemos aprender es no desear la misma felicidad que "supuestamente" los otros poseen.La mayoría de las veces, no es real. Si quedamos obsesionados por tener y hacer lo mismo que las personas que nos rodean, seremos como el 99% de la población. Sin embargo, si nos atrevemos a actuar de acuerdo con nuestros sueños, deseos y propósitos de vida, seremos únicos, seremos el 1% que aspirarán la satisfacción verdadera.

Algo así sólo será alcanzado de una forma: saliendo de nuestra pasividad y encontrando nuestro propio ikigai. Una vez que lo encontramos y lo definimos, varias cosas sucederán. La primera es que seremos más contendientes, y eso es bueno. El segundo es que, finalmente, estaremos conscientes de nuestro propio potencial para transformarlo en un "material explosivo" y dejar definitivamente esos ambientes áridos donde sólo una cosa crece: el malestar.

¿Cómo encontrar mis objetivos de vida? Muchos de nuestros lectores pueden encontrar que es una pregunta irónica. ¿Quién no sabe cuáles son sus objetivos de vida? Por más curioso que parezca, no todos nuestros objetivos son claros. Muchas veces tenemos metas, ideales y objetivos algo distorsionados o impregnados por valores que no son nuestros.

El peso de nuestra educación, el ambiente familiar y social nos definen de una forma que no siempre somos plenamente conscientes.

El ikigai siempre estuvo allí, aunque muchas veces dejamos de comprometernos con él, optamos por silenciarlo e ignorarlo. Creemos que nadie nos va a entender, que seremos criticados o incomprendidos por las personas a nuestro alrededor ... Compartir Necesitamos parar de posponer aquellos objetivos que calman nuestra alma, las necesidades, placeres y pasiones que nos identifican y que podrían definir nuestro estilo de vida. No es fácil, pero podemos alcanzarlo. En este artículo, explicaremos cómo definir su Ikigai.

7 llaves para moldear su ikigai El ikigai es moldeado por la intersección de cuatro dimensiones básicas: su pasión, su vocación, su profesión y su misión en la vida.

Para aclarar cada uno de estos aspectos fundamentales, será útil realizar las siguientes estrategias:Deje de actuar en el piloto automático: pregunte a sí mismo diariamente si lo que usted hace le trae felicidad.

No se compare a nadie

, no desee tener lo mismo que los demás. Usted es su propia referencia. Todos nosotros tenemos talento, todos nosotros tenemos algún tipo de habilidad excepcional que nos diferencia de los demás y que debemos aprovechar, apropiarse de ella y disfrutarla.

  • El ikigai no es sólo un propósito de vida o una aspiración, es un estilo de vida
  • que debe ser visto, percibido y sentido en el aquí y ahora.Es una dimensión que nos da energía todas las mañanas y que se traduce en una serie de actividades diarias en las que deseamos continuar invirtiendo nuestro tiempo para hacer cada vez mejor. Muchas veces, vivir de acuerdo con nuestro ikigai también significa dejar de lado una gran parte de lo que nos rodea. Debemos concientizarnos de que es algo que nos exigirá mucho coraje.
  • El ikigai es el opuesto de la pasividad o del conformismo.
  • Él exige mucho de usted y lo hace sentir vivo, libre y lleno de energía, independientemente de su edad o de su estado físico, porque por encima de todo, es un estado mental ... Para concluir,
  • si aún no encontramos nuestro ikigai, podemos decir que no tiene problema. A veces, a lo largo de nuestra vida, ese despertar ocurre de forma tan intensa y enfática que no hay como volver atrás. Será un momento donde no habrá otra opción que seguirlo, hacerlo nuestro.