Que se vaya todo lo que ya era para que pueda entrar lo que viene de nuevo

Es necesario abrir las ventanas, sacar definitivamente el marcador de los libros que dejamos en el medio, y tomar algunas fotos colgadas en la pared que ya no tienen sentido. Que se vaya todo lo que ya era, todo ese pasado que ya no reconoce en su presente.

Procure no hacer cambios tan pesados ​​y guardar todo en frascos menores, que cumplan la misma función, pero sin ocupar tanto espacio innecesario hasta el punto de volverse incómodo e incómodo. Que todo el pasado que estorba se vaya y usted sólo guarde lo que vale. Si usted no hace esto, las cosas nuevas que vienen nunca sabrán por donde entrar. Imagine una inmensidad de flores bellísimas y partículas de oro en medio de un vendaval buscando refugio en cualquier recipiente viejo. Hay recipientes que están llenos de cosas tan perjudiciales o sin servirse que no hay lugar para poder albergar a todas las cosas buenas que el vendaval trae, al menos para poder albergar una parte que vaya poco a poco iluminando su contenido.

¿No crees que es hora de empezar a vaciarlos? El pasado alberga recuerdos, el futuro esperanzas

Si usted guarda bonitos recuerdos de su pasado, puede considerarse una persona de suerte.

Guarde todas ellas como tesoros preciosos y ábralos sólo cuando sus fuerzas flaquean, para ganar fuerzas de lo que usted fue un día y puede volver a ser. Si los recuerdos que usted guarda no son muy buenos, si hay muchas zonas escabrosas por las que usted no quiere pasar de nuevo, qué grande! Lo mejor para usted todavía está por llegar. A continuación leemos un relato que atan y ejemplifica de forma clara esta idea:

la verdadera sabiduría reside en transformar todo lo que aprendemos con experiencias anteriores malas en alguna cosa útil y funcional en nuestro presente. Es bueno recordar que situaciones extremas de dolor ponen a prueba nuestra resistencia, pero también sirven como catalizador para poder ser conscientes de nuestras fortalezas. "Un hijo se quejaba con su madre sobre su vida y sobre cómo las cosas siempre eran difíciles. Parece que cuando solucionaba un problema, pronto aparecía otro. Su madre lo llevó a la cocina; allí llenó tres ollas con agua y las colocó en el fuego. Ella también tomó zanahorias, huevos y café. El hijo esperó impacientemente, preguntándose lo que su madre estaría haciendo. Pasados ​​veinte minutos, la madre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó sobre un plato. Finalmente cogió el café y lo sirvió en una taza.

Mirando a su hijo, dijo: ¿Qué ves? Zanahorias, huevos y café, fue su respuesta. Humildemente, el hijo preguntó: ¿qué significa todo esto, madre? Es química, ella explicó: los tres elementos pasaron por la misma adversidad: agua hirviendo, pero reaccionaron de formas diferentes en función de sus características. Las zanahorias quedaron blandas, el interior de los huevos quedó endurecido y además se formó una cáscara a su alrededor. El café, sin embargo, al llegar a su punto de ebullición fue capaz de desprender su mejor aroma. "Algunas personas que pasaron por enfermedades graves o traumas importantes en su vida se olvidaron de todo el dolor y guardaron lo mejor: la resiliencia

. Esta capacidad de renacer que los hace fuertes y flexibles al mismo tiempo. Saben relativizar los nuevos problemas y transformarlos en posibilidades. Saben que un día pudieron y son conscientes de que podrán una vez más.

Lo que se ha ido nunca debe ser una carga

No es bueno cargar una mochila sin fondo, llena de culpas y tropiezos del pasado.Es necesario dar un breve tiempo de reflexión para el malestar y el dolor, pero también para el aprendizaje. Es necesario abrir todo el espacio que sea necesario para el resto de nuestras vidas. Esta es la diferencia del pasado que entristece y el pasado que transforma. Las aguas tranquilas nunca hicieron un buen marinero.

"Los hombres y pueblos en decadencia viven recordando de dónde vinieron; los hombres genios y los pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van. "

-José Ingenieros- Usted no necesita dar ninguna explicación al pasado, sólo necesita responder ante la responsabilidad que su enseñanza ha proyectado en su futuro.

Esto sirve para amistades, amores, trabajo, hábitos o pasatiempos. Muchos psicólogos se interesan por la historia pasada de un paciente, no porque ésta sea relevante o porque condicione lo que sucede ahora, sino para comprender si una persona está haciendo todo lo que hace en el presente como una defensa ante el dolor que lleva.
El 21 de octubre de 1829 Thomas Edison llamó a su primera lámpara y ella se quedó más de 48 horas, sin duda una gran diferencia con los intentos anteriores. Un dato curioso es que el filamento de esa lámpara no era metálico, sino de bambú carbonatado.

A partir de ahí, Edison continuó trabajando en innumerables pruebas hasta que consiguió una lámpara que podría ofrecer hasta 1.500 horas de luz sin derretir. ¿No crees que esta es una metáfora perfecta para entender el punto en el que te encuentras actualmente? Tal vez usted también tenga en sus espaldas innumerables intentos frustrados

para poder encender la luz que existe en usted. Si continúa tratando de encender la luz mientras está empeñado en reproducir algo que la apaga, incluso su mejor intento no funcionará.

Sin embargo, si por el contrario, usted sabe todas las fórmulas que ya ha utilizado en el pasado y que no funcionan, es hora de dejarlas partir. Deja de usarlas, abre la puerta para que puedan irse completamente, y mientras tanto, un vendaval de cosas nuevas entrará en ese espacio que has dejado vacío y receptivo.

Algunas cosas vienen de la oscuridad, pero rara vez brillan en ella.