Nadie es mejor que usted, usted es como usted es, no deje que nadie le haga dudar de sus capacidades. Ni su color de piel, ni su sexo o su dinero definen su potencial o su capacidad de lucha ante un mundo donde la discriminación es el más común.
Un mundo donde los que se consideran diferentes tienen que luchar mucho más para obtener lo mismo que las personas que son consideradas como parte de la "normalidad". Esta "normalidad" siempre es establecida por la cultura en la que se inserta basándose en lo que es más común, pero aun siendo más común no significa que sea lo más correcto o lo mejor.
Usted es una persona, no una etiqueta
Muchas veces dejamos de ser Ana, Carlos, María o Antônio para convertirnos en la loca, en el africano, en la pobre o en el transexual. Dejamos de ser personas para hacernos etiquetas, como si lo que se puede definir en una sola palabra. Como si lo que somos fuera algo tan raro o especial que hay que resaltar en primer lugar.
Si no es de su misma raza, no significa que sea inferior, pero simplemente que tiene un color diferente. Si no es de su mismo sexo o que mi sexo no se encuentra en la clásica división de hombre-mujer, no implica que yo sea un excluido o un delincuente sexual, sino que mi identidad de género es diferente a lo que estadísticamente generalmente corresponde a los genitales de mi cuerpo. La persona que no dispone de grandes medios económicos no es una persona vagabunda o inculta, pero tiene una vida más complicada que la suya.
Pero, sobre todo, usted es lo que usted es o como usted es, nadie puede decirle que usted no puede hacer algo o que usted no vale nada por el simple hecho de ser diferente, de no ser como él. Las capacidades no se dictan por el sexo, la raza o la riqueza.
Ser mujer no le impide convertirse en una científica o de cobrar lo mismo que un hombre. Ser transexual, bisexual, gay o lesbiana no lo invalida para estar con niños, no es una enfermedad, es una opción sexual y no es contagiosa. Estar desempleado no significa que usted sea un mal trabajador, es que no le dieron la oportunidad de demostrar su talento.
Educar en la diversidad
Para que nadie vuelva a sentirse marginado, a tener que luchar más que el resto por no ser como la mayoría, sería conveniente educar a los niños sobre la diversidad. Mostrar que la variedad es buena y que confiere color al mundo.
Ellos entonces crecer sabiendo que siempre tendrán las mismas oportunidades en la vida, independientemente de su sexo, raza o situación financiera. De esa manera nadie podrá decirles quién vale más, porque todos tendrán el mismo valor ante la sociedad.
Todo esto en el papel parece muy bonito, pero muy difícil de realizar. Pequeños gestos pueden comenzar a cambiar el mundo, y más aún si se transmiten a las futuras generaciones. Por medio de las bromas o de la lectura es posible enseñar varios valores que ayudan en la aceptación en la diversidad.
Son los adultos que sexualizan los colores o las muñecas. Para un niño el rosa es apenas un color, el hecho de que ese color sea considerado "de niña" es una descripción que les enseñamos. Para una niña, un carro de juguete es sólo eso, un juguete; ser considerado "típico de los niños" es un significado que le atribuimos.
Para un niño el maquillaje son sólo pinturas en la cara que dejan volar su imaginación. La sexualización de estas pinturas pertenece sólo al mundo adulto. Una niña luchar y querer ser jugadora de fútbol no la convierte en un moleque, significa que ella simplemente le gusta correr detrás de una pelota.
Educar respetando la libertad de elección de los niños no las duele, sólo las beneficia. Esto nos enseña y les enseña que nadie es mejor que nadie, simplemente somos personas diferentes.