Hay días en que necesito un abrazo, pero no quiero ver a nadie

Hay días así: desafinados, extraños y contradictorios. Son momentos en que necesitamos el calor de un abrazo, de la piel cálida que nos da afecto y cercanía. Sin embargo, y casi al mismo tiempo, tenemos ganas de huir a un rincón privado donde nadie nos ve, en el que podamos pensar en silencio con la soledad como única compañera.

¿Qué pasa? ¿Tiene alguna cosa equivocada con nosotros si sentimos más de una vez ese tipo de situación o estado emocional? La respuesta es no. Los estados psicológicos no deben ser vistos en momentos puntuales que en realidad son completamente normales. Sin embargo, el problema puede aparecer cuando este estado se vuelve crónico. "Usted es maestro de lo que vivió, artista de lo que está viviendo y aprendiz de lo que va a vivir."

-Richard Bach-
Por otro lado, cabe apuntar que este tipo de contradicción emocional surge en diversas situaciones por los más variados motivos. A veces a causa de pequeñas fluctuaciones hormonales o incluso un simple cambio climático, con el cual el potencial de adhesión de la serotonina disminuye y experimentamos, por lo tanto, pequeños cambios en el estado de humor. Sin embargo, una de las causas más comunes está en nuestro propio entorno y en la forma en que administramos y enfrentamos muchas de las situaciones cotidianas.

Porque el mundo y las relaciones humanas también son muy contradictorios, caóticos, e incluso inesperados. Hay mañana en que todo brilla con el color de la esperanza, pero al llegar la tarde surge una frustración y las certezas se desmoronan una tras otra.

¿De qué modo podemos encarar mejor estas disonancias y estas inconstancias tanto externas como internas? A continuación hablamos de eso. Aprender a vivir con la contradicción Todos quisiéramos vivir en un mundo de certezas.

De sentimientos firmes, de lógicas precisas y donde la ambigüedad no tuviera lugar. Sin embargo, hay que entender que el mundo, la sociedad y hasta nosotros mismos, con nuestro complejo mundo emocional, somos disonantes y mutantes. Casi sin querer, necesitamos hacer grandes esfuerzos para encontrar la armonía en medio del caos, porque así crecemos, así es como aprendemos para poco a poco y día tras día equilibrarnos y encontrar nuestro propio bienestar.

Aprendamos a aceptar ese tipo de contradicciones

, tanto las ajenas como las propias. Habrá días en que, de hecho, todo sucederá de forma perfecta, y habrá épocas en que cualquier línea parecerá estar torcida y donde la esperanza no aparecerá ni debajo de las piedras. Nos sentiremos solos, heridos, e incluso llenos de ira ante la frustración, pero al mismo tiempo necesitados de un abrazo, de consuelo y acogida. Hagamos un esfuerzo para convivir tanto con la complejidad y la incertidumbre. Aceptar con naturalidad que nada es completamente cierto, que la vida anda en ciclos, que las relaciones cambian e incluso que nosotros mismos también cambiamos en nuestras necesidades y prioridades, será una forma de romper el hechizo del malestar. Porque el que se obsesiona y se atiene a la necesidad de la eterna permanencia sufre.

Porque quien no acepta el cambio, la pérdida o incluso el desafío que golpea a su puerta, se arriesga a dejar de crecer como persona.Los días en que necesito tanto de un abrazo y de la soledad

Es necesario admitir: no hay peor sensación que estar revuelto con el mundo, pero al mismo tiempo necesitar el amor más elemental, más puro y más acogedor. Experimentar esa sensación, por más curioso que parezca, es una cosa completamente normal, una realidad que vivimos en diversas ocasiones. "No se puede deshacer un nudo sin saber cómo se ha hecho." -Aristóteles-

Igor Grossmann, profesor del departamento de psicología de la Universidad de Waterloo, Canadá, explica que estos momentos de contradicción emocional pueden ser, en realidad, muy productivos.

Esto es así por un aspecto fundamental: pueden ayudarnos a ver una determinada situación de diversos ángulos. Sin embargo, si este nudo de emociones contradictorias no se administra adecuadamente y se transforme en una cosa constante en nuestras vidas, corre el riesgo de desarrollar una depresión.

Necesitamos aprender a sonreír y analizar esas emociones para sacar de ellas el mejor partido. Veamos cómo.
Aprender a administrar la contradicción emocional

El primer paso para resolver el hilo de nuestro pequeño caos emocional es proceder a la aceptación. Ahora, aceptar no significa rendirse al sufrimiento. Es reconocer lo que está sucediendo de una forma realista, sincera, valiente, y al mismo tiempo sensible. Coloque bajo el microscopio de su conciencia toda la realidad que forma el rompecabezas de su malestar. "Siento rabia porque me decepcionaron", "Siento miedo porque no sé qué dirección tomar", "Me gustaría que tal persona entendiera lo que está pasando conmigo" ...

El segundo paso tiene que ver con la necesidad de dar respuestas productivas y eficaces. Para ello, necesitamos invertir en este proceso un poco de coraje, mucha ingeniosidad y una gran parte de la voluntad. "Si deseo que tal persona entienda lo que pasa conmigo, necesito contar para ella". "Si me decepcionaron, si me hirieron, necesito girar la página y conocer gente nueva, cambiar de ambientes".

El último paso en esta estrategia de autogestión emocional es quizás el más importante. Hablamos, sin duda, de la necesidad de controlar las creencias limitantes, los pensamientos intrusos, las obsesiones negativas y la artillería psicológica con la que nosotros sabotamos a nosotros mismos.

Conocer, controlar y administrar nuestro universo de emociones es un arma de poder y de bienestar. Es encontrar la armonía interior en un mundo a veces contradictorio, conseguir el equilibrio en esos momentos en que todo viene abajo y nuestras partituras emocionales se deshacen. Todos merecemos un abrazo de vez en cuando, un abrazo que nos acoja. Pero, sobre todo, tenemos la obligación de cuidar de nosotros mismos como seres valiosos, como tesoros de nuestro propio universo.