Sólo valoran quién eres antes cuando te vuelves frío

Al final, casi sin saber cómo, llega el día en que te quedas un poco más frío, un poco más cauteloso para empezar a recordar lo que era aquello llamado amor propio. Sin embargo, aquellos que nos rodean no entienden este cambio interno necesario. Es entonces cuando sucede la "magia": los demás comienzan a valorar a la persona que usted era antes.

Quien dice que la gente no cambia está mal. El ser humano no varía sus comportamientos ni su estilo de personalidad de un día para otro con un parpadeo de ojos. El proceso del cambio es algo más íntimo, pausado y hasta descarnado, porquemás que cambiar, crecemos.Algo así sólo se logra tomando plena conciencia de nuestras limitaciones y agujeros negros.

Hasta el corazón más apasionado se cansa de ser lastimado, y entonces se vuelve un poco más frío, con más muros y espinas. Es precisamente en este momento que las otras personas comienzan a valorar a la persona que usted era antes.Compartir en esta jornada compleja de la vida,

estar más frío no es una derrota, es un simple mecanismo de defensa.Porque la existencia no implica sólo enfrentar las complicaciones del día a día, es esencial que seamos capaces de construir nuestros propios procesos de supervivencia para ser los verdaderos protagonistas de esta aventura. Proponemos que usted venga a reflexionar un poco sobre eso con nosotros.

El corazón frío y la ausencia de las pequeñas cosas

Jeffrey Kottler es uno de los reveladores más conocidos de la psicología del cambio. Con libros como "Alonso con Oneself

", nos enseña que a lo largo de sus más de 30 años de experiencia en este campo del crecimiento personal, existe un aspecto claro:las personas cambian por necesidad y para sobrevivir con mayor eficacia.Pero hay un detalle que no deja de ser interesante. Por ejemplo, cuando pasamos un tiempo sin ver a una persona, cuando la reencontramos percibimos un cierto cambio en su actitud, nos hacemos esa pregunta:¿qué sucederá?

Así como nos indica el doctor Kottler, las personas no hacen grandes transformaciones ni es necesario pasar por eventos específicos de gran impacto para cambiar.Basta el rumor del día a día, la cotidianidad de las pequeñas decepciones, de palabras dichas o no dichas, de las ausencias, de las renuncias continuas y de dar todo sin recibir nada a cambio. Son pequeñas partículas de arena que poco a poco crean verdaderos desiertos emocionales, proporcionando a su vez un cambio con una necesidad clara: empezar a dar prioridad a sí mismo para sobrevivir.Defendernos del egoísmo que nos asombraEl corazón frío es la mente que cansó de esperar.

Es nuestra autoestima colocando la voz de alarma y el autoconcepto saliendo por la puerta de emergencia en busca de una solución. Ser un poco más frío es la respuesta temporal para las disonancias de la vida. Es poner límites para que el amor propio grite otra vez.

Pero lo más probable es que las personas más cercanas a nosotros perciban ese cambio y se pregunten qué sucedió y por qué ya no somos aquellas criaturas solícitas y manipulables de antes. También es posible que, lejos de entender ese cambio, se sienten perturbados por no encontrar la cerradura en nuestro corazón donde antes abrían todas nuestras puertas para satisfacer sus egos.

Esta transformación nos permite profundizar en diversos aspectos sobre los que hablaremos a continuación. Cosas que el corazón frío aprendió

La persona con el corazón un poco más frío- que no está muerto, ni desierto y ni apagado - entendió que

las cosas no pueden ser siempre como se desea.

Tenemos que aceptar estas cosas como son y actuar en consecuencia.

También sabemos que la vida, a veces, no es justa y que las personas no siempre son leales o respetuosas. Por lo tanto, antes de concentrar nuestra existencia en lo que otras personas hacen o dejan de hacer para validarnos, descubrimos que es siempre mejor poner a un lado lo que sentimos, de modo que nuestro amor propio no sea siempre sacrificado.Cada decepción vivida, cada chantaje experimentado y cada vacío hizo que los pensamientos negativos reinaran en nuestra mente. Pero después de alcanzar la calma y de haber visto las cosas desde la ventana de un corazón un poco más frío,entendemos que sólo existen dos opciones: apegarnos a la propia negatividad o desinfetarla. Optamos por la segunda.A veces, todo lo que se desvanece y muere dentro de nosotros nos trae de vuelta a la realidad.Un corazón un poco más frío y prudente mira las cosas con más templanza

  • para decidir lo que queda y lo que va en nuestras vidas, y creer o no, no hay nada malo en eso. Porque cambiar es crecer y ganar dignidad. Un proceso natural que acaba de pasar luz a través de nuestras cicatrices.