Inevitablemente, en algún momento de nuestras vidas y en determinados lugares encontraremos aquel tipo de persona que cuida de la vida de todo el mundo, parece saber de todo, conocer a todos, controlando la vida de quien sea. Estos individuos son invariablemente blanco de antipatía, una vez que todos acaban queriendo evitar su compañía, o sea, nadie parece gustar de ellos.
Quien cuida de la propia vida vive bien primero consigo mismo, se acepta como es y si basta. Esta condición hace que la persona no se incomode con lo que viene de fuera, con la forma como el otro lleva la vida, pues comprende que cada uno tiene su propia manera de encarar la vida, aceptando a todos como son.
Quiere ver al otro feliz, pues también es feliz de hecho. Quien cuida de la propia vida es alguien que se siente bien, le gusta a quien ve al mirar en el espejo, o sea, no se compara con nadie, entendiendo que debe girarse en la vida con lo que posee, a partir de lo que es capaz de acuerdo con lo que hace vibrar su corazón. Por eso mismo, deja cada uno ser lo que es, acepta a las personas en todo lo que les define, viendo lo mejor que cada uno tiene para ofrecer.
Las personas que cuidan la propia vida corren detrás de sus sueños de forma ética y limpia, sin pisar a nadie por el camino, sin necesidad de usar artificios desleales en esa búsqueda de los caminos más serenos que componen su viaje. Pueden evaluarse a sí mismas, asumiendo lo que no funciona, sin intentar culpar al otro por lo que les sucede, sin creer que el mundo conspira contra ellas.
Las personas que cuidan su propia vida no prestan atención a la vida de los demás, a menos que perciban que alguien está necesitando ayuda, eso es empatía. Están siempre dispuestas a dedicar un tiempo para escuchar, ayudar, acoger al otro, pues son solidarias. Al contrario de lo que pueda parecer, no son egoístas, sólo se acercan a la vida ajena para hacerla mejor. No es casualidad que nos sentimos tan cerca de esas personas que sólo cuidan de nuestras vidas cuando pedimos o cuando perciben que estamos aburridos, tristes.Son personas bienvenidas, que nos provocan sonrisas espontáneas
, que hacen la vida menos pesada, menos peligrosa. Aunque no podamos evitar por completo a las personas desagradables e injertadas, siempre podremos contar con el apoyo acalentador y placentero de aquellos que nos suman cosas buenas. Por ellos es que la vida vale la pena.