Incluso después de 30 años consecutivos de democracia y libertad de prensa en Brasil las (quiero decir muchas y no todo el mundo) las personas no aprendieron a lidiar con la divergencia de ideas, opiniones, creencias y visiones de mundo. Desgraciadamente todavía no somos maduros como democracia. Las ideas contrarias, hoy en día, resultan en peleas y agresiones. Esto se ha vuelto mucho más evidente en las redes sociales y en Internet como un todo. Nosotros, y digo eso incluyendo la gran mayoría, con pequeñas y raras excepciones, no sabemos convivir con lo diferente.
Cada uno defiende su punto de vista frenéticamente, y la tolerancia no existe más, si es que algún día existió. Time de fútbol, partido político, orientación sexual, son opciones personales que deben y necesitan ser respetadas, no existe todavía el manual de la verdad absoluta, entonces promueva sus creencias sin agredir a quien piensa diferente de usted, porque
sus creencias no lo definen, pero su comportamiento sí.
Nadie le está pidiendo que acepte, simplemente para respetar y aprender a ser tolerante sea con lo que usted discrepa o simplemente no cree.
No querer, no creer, no gustar es un derecho suyo, mío y de todos los demás seres humanos que habitan ese mundo, entonces viva su verdad, pero no quiera frotarla en la cara de nadie.
No intente empujar su opinión goela abajo en quien ya tiene sus propias opiniones formadas. No estar de acuerdo con algo o alguien es un derecho de todos, respetar todo lo que diverge de su opinión es una obligación. El espacio del otro comienza donde termina el suyo y viceversa. Todos desean la paz mundial, pero pocos logran mantener la cordialidad ante las diferencias. Tolerancia a la intolerancia debería ser un crimen.
Tal vez si dedicáramos más tiempo tratando de hacernos personas mejores en vez de juzgar las decisiones ajenas nuestra vida estaría tan feliz y llenada que no nos quedaría tiempo para nada más.