Se quitó la ropa delante de ella y se quedó completamente desnudo, mostrando sus cicatrices del alma. No tenía una desnudez hermosa, el cuerpo estaba repleto de marcas y ella notó que algunas heridas todavía estaban abiertas, otros cicatrizando, y los ya curados parecían haber sido bien profundos.
- ¿Dónde se metió para que se lastimara tanto? - Pensó.
iba a preguntar, pero esperó. En medio de una conversación desproposital, él le contó todo lo que ella deseaba y también lo que ni siquiera imaginó saber. Era para ser sólo un diálogo, ella no esperaba verlo desnudo tan temprano, pero fueron conversando y él sacando la ropa lentamente, revelando sus cicatrices.
Ella se sorprendió inicialmente con todas las historias que él había vivido hasta allí. Cerró los ojos por un momento y se preguntó si quería dividir aquello con él. Se soportaría entregarse a aquel cuerpo desnudo que ya había sido tan herido, que ya había sufrido tantas heridas. El diálogo siguió así, ella, oyente atenta, él, desnudo y despudado, arriesgando un todo o nada delante de aquella mujer con quien decía pretender pasar la vida. Pero ahora sentía miedo, temía que ella se asustara demasiado en verlo desnudo y no lo deseara más. Sabía que sus cicatrices no eran atractivas, pero no se avergonzaba de ellas y como narraba los acontecimientos, mostró en el tono de su voz superación y orgullo de todo lo que había venido hasta allí, y más, de cómo había sobrevivido.
¿Y ahora? ¿Quieres desistir y parar todo aquí? - Le preguntó. Su tono de voz era firme, intentando demostrar indiferencia ante la decisión que ella estaba a punto de tomar. Tantas veces ya había pasado por aquello y tantas veces vio a las personas alejarse cuando quedaba desnudo, que ya no le importa tanto con la decisión que ella tomaría. Sentía dolor, por supuesto. Estaba amando a aquella mujer. Pero si ella quisiera partir, que fuera, él iba a sobrevivir. Siempre sobrevivía.Ella miró atentamente a aquellos ojos llorosos y ridículamente indiferentes.
Ella tenía vergüenza de sus propias cicatrices
Se rió imaginándose que había pensado en quitar su propia ropa, pero sentía vergüenza de exponer sus propias cicatrices. Encontró cierta gracia en el destino, que acaba cruzando caminos tan distintos y curiosamente, con tantas semejanzas.
También su cuerpo no era algo para admirar a simple vista.
Nunca se despierta completamente ante otras personas, evitaba la claridad para que no vieran sus marcas e hicieran demasiadas preguntas, preguntas que no quería responder, porque las respuestas le infligían las heridas más dolorosas.
Mirando hacia aquel hombre completamente desnudo en su frente, sintió orgullo de las marcas que cargaba. De cómo curaba las heridas aún abiertas y de cómo resistió al viento ya la tempestad y permanecía allí.
Las incertidumbres hasta ese momento se fueron con una brisa leve
que la tocó en el instante en que él se despojó y empezó a hablar, y ella entonces decidió ... Se volvió de espaldas, bajó la cabeza y pidió, bajito: - Abre mi vestido ?
Uno era la cura para las cicatrices del alma del otro Se despojó para él, e hicieron el amor más sereno y hermoso que ella había experimentado hasta allí, compartiendo las marcas que ambos cargaban. Cuando amaneció, no había marca ninguna, sólo una capa sensible de piel ocupaba los espacios de heridas tan profundos.
No entendían exactamente lo que había sucedido. ¿Habría sido un sueño? ¿Qué parte de todo aquello no era real?