¿Has dormido con una pequeña manta en una noche fría? Es un ballet bajo sábanas! Usted cubre los brazos, descubre los pies, estira la manta con el talón y descubre el cuello. ¡Una noche de perro! No descansa, no se calienta totalmente y no puede dormir. Y si tu manta hablara, probablemente diría: "¡Eh! ¡Deja de estirar así! "Cuando el trabajo no te satisface, cuando los amores no te satisfacen, cuando quieres cambiar tu look, la foto de tu perfil, el color de la casa
cuando usted está aquí siempre pensando en estar allí y su corazón no se calma con "lo que tiene para hoy", cuando eso se vuelve constante ... su manta puede estar pequeña. La gente estira, descarga en las personas nuestras expectativas, espera demasiado de situaciones y de personas que no nos dan lo que esperamos, simplemente porque nos dan todo lo que pueden dar.
Concluyo que al estirar demasiado las cosas, las personas, las usamos demasiado. Perdemos, damos una impresión equivocada de quiénes somos, porque no conseguimos expresar algo que parece tan simple: me siento muy frío. En el alma, en el espíritu. La culpa no es de la manta.
Tal vez no sea la manta que sea pequeña, pero usted camina sintiendo frío, demasiado para el calor que esa manta puede darte. Diseñamos nuestras necesidades en las otras personas, cuando esas necesidades nos son tan particulares. Somos nosotros quienes necesitamos eso, son nuestras necesidades, deben ser suplidas por nosotros mismos y no colocadas como una carga sobre los hombros de quien camina a nuestro lado y tal vez no haga la más remota idea de nuestros sentimientos. Si estoy demasiado frío para esa manta, soy en que necesito cerciorarme de buscar medios más eficaces de calentarme.
La manta no tiene culpa.
Entonces ... tal vez no sea la manta que sea pequeña, pero usted camina sintiendo frío, demasiado para el calor que esa manta puede darte.