De todas las acogidas necesarias, de todos los lugares donde usted ya estuvo y se sintió a gusto, ninguno debe ser más cómodo que su propia compañía.
Ahora el silencio no le asusta más. No hace que desee otra presencia. No despierta el miedo. Es el silencio de quien aprendió a mirar hacia dentro y sonreír. La madurez de quien comprendió que, para donarse, es necesario primero pertenecer a sí mismo. Con todos los collages de las experiencias pasadas, con todos los recortes que un día sangraron profundamente, con todo aquello que permitió que la conciencia del descubrimiento aflorase y hablara más alto que cualquier otra voz. Quien goza de la propia compañía no siente necesidad de justificar las elecciones
Eso no es ninguna ofensa al amor. Por el contrario, es una forma de alabarle en su forma más genuina: el amor propio.
El amor propio es fruto de una excavación constante en los laberintos del ser. Si usted acepta lo que descubrir de sí, va a brotar amor en todo lo que es canto. Todos caen y se astillan.
Somos porcelanas frágiles y, de vez en cuando, no es pecado recoger con alguna lesión grave, quedarse días sin espiar el mundo allá afuera, sólo dejar que las emociones circulen y luego se despierten. Acogerse en esta etapa de "pausa", donde nada parece pegar y el mundo queda tan desbotado y sin gracia, con vistas a la nada, es demostrar que ese amor es legítimo y vino para quedarse, pues no permite la visita del autómata . Usted no se equivoca diciendo que "está todo bien" ni topa frecuentar lugares para agradar amigos o quien sea, cuando
todo lo que se quiere es sumergirse en la paz del propio abrazo. Con tantos astillas, montó un hermoso vitral
Aprendió a respetar su tiempo interior, no renegando aquellos pedacitos que tardaron en pegar. No engañando la imagen que, de vez en cuando, todavía llora en el baño después de otra caída fea.
De tanto que se rompe, usted aprendió a aceptar que cada caco también es usted, que la espera también es accesorio de la vida, que desmontarse forma parte de la experiencia ontológica. Ahora,
usted acepta y juega con su propia compañía, se ríe de sí mismo, se abraza por dentro porque ya comprendió que "felicidad es sólo cuestión de ser", y ser es experimentar los extremos constantemente. Ser es descubrir todos los días; vendaval y calmaria. Un defecto aquí, una calidad acá, y no dejar que eso le impida ser feliz. Es sólo una faceta de ese ser complejo que lo habita, es más una demostración de fuerza en ese enmarañado todo lo que lo hace único y especial.