El cerebro es el órgano responsable de dos habilidades fundamentales: pensar y actuar.Para que esto ocurra es necesario que haya capacidad de aprender (almacenar) y recordar (recuperar) la información adquirida. El gran avance de la neurociencia en los últimos años nos ha permitido conocer algunos de los mecanismos que trabajan cuando estas habilidades se ponen en práctica, prestando especial atención a las zonas que trabajan para generar nuevos recuerdos. La ciencia ficción, por un lado, y la presión de los medios de comunicación, por otra, han hecho que perdure en el inconsciente colectivo algunos errores, mitos o imprecisiones sobre nuestro sistema nervioso central: desde aceptar que el cerebro es como un ordenador hasta pensar que es una estructura plástica con capacidades ilimitadas. En el momento, sabemos que eso no es completamente cierto, porque
conocemos un poco más sobre el comportamiento de las neuronas, esas células pequeñas y mágicas. Las emociones están íntimamente ligadas a la memoria.
Diversas investigaciones indican que los hechos con contenido emocional, positivo o negativo, se recuerdan con más facilidad y claridad que aquellos que no están codificados junto con alguna emoción. En ese sentido, la memoria emocional es el resultado de la generación de memorias que fueron acompañadas por factores activadores, a través de los cuales se fijó con más facilidad. Se necesitan diferentes procesos psicológicos y neurobiológicos para generar nuevos recuerdos. Es decir, el proceso es el resultado del almacenamiento de la información acompañada de alarmas o factores de alerta a través de los cuales nuestras memorias se fijan.
"Recordamos naturalmente lo que nos interesa y por qué nos interesa".
- John Dewey -
¿Cómo funciona el proceso para generar nuevas memorias y guardarlas?
Las memorias a corto plazo y de largo plazo se generan simultáneamente y se almacenan respectivamente en el hipocampo y en la corteza prefrontal. El área del cerebro donde las memorias a corto plazo se almacenan ya se ha identificado, pero
no teníamos mucha información sobre el proceso de memoria a largo plazo. Sin embargo, un estudio realizado por los investigadores del Instituto Picower de Aprendizaje y Memorización del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge (EE.UU.), describió por primera vez dónde y cómo se crean las memorias a largo plazo. Según Mark Morrissey, coautor de la investigación, las memorias se forman en paralelo y siguen caminos diferentes
: aquellas que van a la corteza prefrontal son fortalecidas y aquellas que van al hipocampo se vuelven más débiles (a no ser que haya un refuerzo). La novedad de este estudio es que demostró que la comunicación entre la corteza prefrontal y el hipocampo es muy importante. Si el circuito que une estas dos regiones del cerebro se interrumpe, los engranajes de la corteza no maduran adecuadamente. Es decir, no van a almacenar memorias a largo plazo.Las memorias son esenciales para nuestro desarrollo y supervivencia.
Nos protegen, principalmente en el caso de las memorias negativas que, en forma de alarma, nos advierte sobre el riesgo que podemos correr, repitiendo un comportamiento que nos ha causado sufrimiento en el pasado. Por eso, con el objetivo de mantenerse vivos y dar sentido al sufrimiento, el cerebro necesita almacenar las memorias a largo plazo.
"Nada fija una memoria tan fuerte como el deseo de olvidarla". - Michel de Montaigne -
Las memorias dependen de nuestras neuronas
Los resultados del estudio de Mark Morrissey mostraron que las neuronas de la memoria se localizan en tres áreas del cerebro: el hipocampo, la corteza prefrontal y la amígdala, esta última implicada en las memorias asociadas con las emociones. Definitivamente, estos resultados derriban muchas teorías anteriores sobre la consolidación de las memorias. Ellas afirmaban que las memorias a corto plazo y de largo plazo no se formaban simultáneamente en el hipocampo y en la corteza prefrontal, pero eran generadas en el hipocampo y posteriormente trasladadas a la corteza cerebral.
En la práctica, las neuronas trabajan con base en la comunicación, ya que el cerebro utiliza pocas células cerebrales para recordar algo que ha visto. Esto contradice lo que se pensaba anteriormente: el cerebro utiliza una enorme red de neuronas para almacenar memorias. La investigación sugiere que las neuronas actúan como células pensantes, capaces de especializarse en ciertas memorias previamente seleccionadas por el cerebro.
Este descubrimiento podría servir para devolver "artificialmente" la memoria a las personas que sufrieron daños cerebrales o que son afectadas por enfermedades como el Alzheimer. Al mismo tiempo, los resultados sugieren la existencia de un código cerebral que desempeña un papel importante en el conocimiento de la percepción visual y en los procedimientos cerebrales para elaborar la memoria abstracta.
Fuera del campo de la neurología, este descubrimiento, sin duda, contribuirá al desarrollo de la inteligencia artificial y de las redes neuronales, mejorando la arquitectura de muchos dispositivos tecnológicos de uso diario que utilizamos para almacenar y procesar informaciones. "Nuestros recuerdos son el único paraíso del que nunca podremos ser expulsados". En la década de 1950, se estudió el caso del paciente Henry Molaison, que sufrió daños en el hipocampo después de una cirugía para controlar sus episodios de epilepsia. Como resultado, Molaison era incapaz de crear nuevas memorias después de la cirugía, pero mantuvo las memorias anteriores, lo que reveló la importancia del hipocampo en la formación de nuevos recuerdos a largo plazo. Este caso demostró que las memorias episódicas a largo plazo de eventos específicos se almacenan en algún lugar fuera del hipocampo
, y los científicos consideran que ese lugar es la corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de las funciones cognitivas, como la capacidad de planear o prestar atención. Esto sugiere que las teorías tradicionales sobre la consolidación de la memoria pueden no ser precisas, aunque se necesitan nuevos estudios para determinar si las memorias están completamente apagadas de las células del hipocampo o el hecho de no recordar algo es simplemente un problema de recuperación.
Por su parte, la amígdala también desempeña un papel importante para determinar con qué estructura almacenamos las nuevas memorias. La asociación de las nuevas memorias con los estados emocionales permite una mayor conexión y fijación de las situaciones a ser recordadas. Es decir, la amígdala es responsable de dar más o menos "una marca" (saliente) a una memoria basada en las emociones asociadas. También influye cuando se determina qué detalles de una memoria serán más profundos o no en esta marca.
Incluso cuando el hipocampo falla y no nos permite almacenar algunas memorias, esta región subcortical permite que una cierta memoria emocional de esa situación sea preservada.
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La amígdala tiene una función protectora y explica por qué es posible que algunas personas tengan mucho miedo de los perros (memoria emocional), pero no recuerden la situación en que ocurrió ese miedo (memoria narrativa). Esto probablemente se debe al estrés que experimentaron en una situación con esos animales o si esa situación se repitió varias veces.
La memoria emocional es la que nos permite recordar cuáles son los indicios en los alrededores que están asociados a un hecho peligroso o benéfico.
La activación de la amígdala ante los estímulos que nos causan miedo aumenta la marca de la memoria, la hace más profunda. Es decir, recordamos con más claridad todo lo que nos sucede cuando las emociones intensas aparecen simultáneamente. Por lo tanto, la activación emocional facilita la consolidación de las memorias. Hemos visto aquí algunos de los descubrimientos más recientes y relevantes sobre la memoria y el proceso para generar nuevos recuerdos. Sin embargo,las respuestas que los investigadores defienden no son definitivas
s: muchos estudios continúan siendo hechos. De la misma forma, como se descubren recientes, todavía no las utilizamos de la mejor manera posible para mejorar la vida de las personas con problemas de memoria.
La diferencia entre recuerdos falsos y verdaderos es la misma que hay entre las joyas y las imitaciones: aquellas que parecen más reales, más brillantes, generalmente son falsas.Compartir