Como es difícil equilibrar con equilibrio nuestras prioridades, dando la debida atención tanto a lo que necesitamos obtener en cuanto a lo que necesitamos mantener junto a nosotros. Aunque la vida nos obliga a dedicar la mayor parte de nuestro tiempo trabajando para conquistar calidad y confort, esa rutina pesada al mismo tiempo nos aleja cada vez más de los contactos e interacciones con las personas. En esta tocada, acabamos muchas veces apegándonos demasiado a los bienes que acumulamos
, valorizando la materialidad que nos rodea por encima de cualquier cosa. Y así relegamos al segundo plano nuestras necesidades afectivas, nuestros deseos sentimentales, todo aquello que no tiene precio, lo que no se compra ni se vende, sólo se vive.Por más que seamos alertados por el peligro que reside en esa búsqueda embotada por los bienes, por la riqueza, por el status social, acabamos siendo atraídos casi mecánicamente por los llamamientos de todo.
Vamos llenándonos de objetos y vaciándonos de sustento emocional , pues acabamos apenas viendo lo que los ojos ven, olvidándonos de las carencias de nuestra esencia humana.Mucha gente se preocupa por los riesgos en el casquete del coche, sin preguntar nunca cómo la esposa se siente
Muchos padres miran el boletín escolar, pero se olvidan de mirar a los ojos de los hijos. Muchos de nosotros percibimos cuando el amigo engordó, pero jamás percibimos cuánto está necesitando nuestra ayuda. Por eso es que muchas veces tenemos todo lo que queremos, pero no tenemos a nadie de quien necesitamos.
Es necesario, pues, mantener el foco en las elecciones que hacemos, en las actitudes que tomamos, en la importancia que estamos dando a lo que ponemos como prioridad en nuestras vidas. No podemos desconcentrarnos en relación a lo que tenemos de más precioso en términos de asociación, amistad, amor verdadero, o acabaremos llenos de trallas que no llenará nuestro vacío existencial.
En el más, pierda cosas y no personas.
Cosas la gente compra de nuevo, gente la gente pierde para siempre.