Nunca voy a olvidar cuando fui a viajar sola por primera vez. Luego yo, hija única, un niño que fue medrosa, tan medrosa que tenía pavor de dormir en la casa de la amiga vecina; una persona tan confiada que, hasta mucha edad, no tenía seguridad de comprar una ropa sin asesoría materna.
Era 2014. Yo ya era otra mujer después de 5 años fuera de casa debido a la universidad, y casi un año trabajando y viviendo lejos de todo y todos en Brasilia. Después de un giro, que vino en forma de súbito retorno a San Pablo, yo tenía prácticamente sólo una oportunidad de conocer a la vecina Pirenópolis. No tuve dudas: busqué el hostel, compré pasajes de autobús, cogí la maleta y fui.
Recuerdo que quería viajar sola a la Cascada de los Dragones, pero necesitaba insertarme en un grupo delante de la distancia. Resultado: el dueño del hostel me puso en contacto con un grupo de 5 hombres que viajaban juntos en una kombi. Aquel recelo inicial como mujer sola(sólo la mujer sabe de los pavos adicionales que pasa en el día a día solo, y simplemente sólo, por ser mujer) me tomó y me rehusó bastante. Pero algo que aprendí como mujer, también, es sobre mi apurada intuición. No veía o sentía amenazas en esas personas. Yo confiaba.Tal vez haya sido una de las más divertidas aventuras que guardo en mi relicario de memorias mochileras. El grupo no sólo me acogió súper bien como era extremadamente divertido. Hicimos una pista súper tirada y vimos cascadas increíbles, dividimos paquetes de galletas e innumerables risas. De aquellas personas que sólo ves una vez, pero por las que siempre vas a tener mucha simpatía y gratitud por los momentos de auténtica y genuina asociación.
Había sido un pequeño paso en mi saga de la solitaria solitaria. Pero fue suficiente para ser contaminada por aquel irremediable sentimiento de empoderamiento, autonomía y confianza que sólo viajar solo te da.
Desde entonces he querido más. Y en una madrugada insomne, deseosa de tomar mis vacaciones para realizar el sueño antiguo de un mochilón europeo y sin la compañía de las amigas disponibles, aproveché esos 5 segundos de coraje que generalmente ignoramos. Compré mis pasajes de ida y vuelta a unos 33 días en el Viejo Continente. Recuerdo aquella mezcla de euforia con pánico que quita a la gente de la realidad.Y fui. Con un mochilón prestado de un amigo, con mi inglés nunca antes utilizado fuera de las clases de inglés de años atrás, la niña que sólo había ido una vez unos días a Buenos Aires, haciendo su primer viaje internacional largo ... sola.Suele decir que viajar sola para mí es, ante todo, una terapia:
es una oportunidad de ver su vida desde la perspectiva de un tercer observador
, que a veces es tan complicado realizar cuando se inmersa en la rutina, en los mismos lugares y círculos. Usted se aparta de su realidad cotidiana, de sus relaciones, de sus problemas ... y así logra ver todo esto bajo una nueva óptica, menos contaminada. Pero también hay un alejamiento del lado bueno: de la comodidad y privacidad de su hogar, de caminar caminos seguros y conocidos, de la acogida de su círculo de confianza, de los pies firmes de estar en su cultura, en su pueblo, en sus tradiciones. Y ese distanciamiento es también un bálsamo:usted descubre cómo maneja lo imprevisto, con lo desconocido, con la incomodidad, con problemas cuando no hay nadie para amparar.Usted percibe cómo usted es otra persona, a menudo diametralmente diferente en el modo de ser, actuar, sentir, cuando está en un contexto diferente, sin toda su base de vida, para el bien y para el mal. Al viajar solo, usted percibe la belleza de la quietud y de la soledad
, de aquellos momentos de apreciación de su propia compañía. De cuánto es necesario tener esos momentos aislados de tanta interferencia de nuestras relaciones para cuidar y oír la voz que emana de dentro de nosotros. A cada desafío, problema, imprevisto superado, el gusto victorioso de percibirse capaz. En cada momento emocionante vivido, solo o con desconocidos recién amigos, la certeza de cuán increíble la vida puede ser si simplemente se permite vivirla con la intensidad y el ánimo aventurero de quien quiere extraer mucho más de ella.El sentimiento de éxtasis al percibir cómo cruzar zonas de confort, líneas de miedos irracionales y cómo desafiar casi siempre guarda instantes inimaginables e inolvidables más allá de esas barreras. Usted se da cuenta de cómo puede dar cuenta de todo solo, sí, mucho más de lo que usted imaginaba.
Al viajar sola, usted percibe cuánto usted deja su voluntad de lado en pro de todos, además de aquello que es saludable, y cómo es la sensación de poder al reanudar las riendas de las decisiones para sí, al degustar la autonomía de hacer lo que quiera la hora que quieras.Y usted reaprende la importancia de también saber poner firmemente sus voluntades cuando sea necesario.Viajar sola es estar abierta a diálogos, conexiones y miradas frescas, abiertas al nuevo. Tomar el asunto con desconocidos. Escuchar historias de tantas vivencias, detrás de tantos acentos o idiomas, creando vínculos de 1 minuto o quién sabe de una vida.
Y también es un importante recordatorio de cuántas personas de las personas que forman parte de su vida son realmente importantes para usted (y cómo debería valorarlas más). Al final, ese mundo es enorme, son innumerables personas increíbles sí, pero tienen aquellas pocas que, aunque el mundo gire de punta cabeza, están allí, les gusta y se preocupan por usted y realmente te entienden como ninguna otra en el universo.Desde entonces, siempre hago algún viaje solo siendo corto, periódicamente, por el bien de mi sanidad mental. Para recordar de quién soy, en esencia, aparte de todo lo que me rodea en mi día a día. Para recordar cómo me gusta el silencio, como aprecio la serenidad de mi propia compañía, como yo me basto. Para recordarme cómo soy capaz de aventurarme, de vivir lo nuevo, de tratar con lo improbable, y así sentir renovado la mirada y realineada la confianza. Para recordarme que el coraje siempre me devolvió la vida con una sonrisa ancha y ojos brillantes.
Para rememorar también la valorización del confort que tiene mi rutina, mis lugares conocidos y favoritos y el abrazo caliente del apoyo y de la presencia de los que me son realmente caros.Usted puede incluso pensar que viajar sola es un intento de huir lejos de sí, pero en realidad,es la mejor oportunidad para reencontrarse consigo mismo.