¿Cómo sería un reencuentro repentino de dos personas que tuvieron una relación años después del término, cuando ambos ya no son los mismos? Vamos a imaginar una historia, una historia cualquiera ...
Nos reencontramos de forma repentina. Puede parecer poético, pero doblamos la esquina y golpeamos de frente. Sin escapatoria.
Hace tres años que no nos veía y nuestras vidas transcurrían en rutinas paralelas. Cada uno en su tren, o quizás en vagones distintos, con equipajes diferentes. Le duele. Doy que todo terminara después de cuatro años de relación. En los últimos meses, los problemas entre nosotros nos hacían caminar por la vida mirando hacia el suelo, por el insoportable peso de la tristeza y de la rabia, o contemplando el cielo y pensando en lo que pasó y en lo que nos gustaría que volviera a ser. "Yo continué y destruí cada recuerdo concreta, porque ya no quiero encontrarla en mis cantos, y menos aún en mis sueños, y es por eso que usted está donde ya no te busco, y ahora busco la felicidad."
-Julio Dejar de ser el mismo es dejar en parte una ruptura con su interior.
Una parte de ti, que ya no lo representa, sigue deseando que vuelva aquella ilusión, por eso dejarla ir es una fractura, a veces, muy necesaria.
Parece que, en muchas ocasiones, seguimos apasionados por aquel tiempo que vivimos.
Por aquel reflejo que ya no está presente en nuestra realidad. Sin embargo, para evitar afrontar esta disonancia, aceptamos vivir de un recuerdo, de una sombra.
Es claro que las relaciones cambian y que pueden ser una montaña rusa con varias vueltas. Y por supuesto que la pasión se desvanece y el amor puede mantener unidas a dos personas que aceptan que los cambios son sólo eso: cambios. Es evidente que este camino no sólo no perjudica las relaciones, sino que también las hace cada vez más grandes, más maduras, más fuertes, casi inmortales. Cuando todo se acaba
Pero esta no es una historia de lucha, es una historia de fugas, que también son batallas. Esta es la historia de un colapso, de problemas que van más allá de lo emocional o de una etapa pasajera. Fue difícil aceptar que, por más que intentáramos, la relación no nos hacía felices. Por el contrario: la infelicidad aumentaba con cada intento frustrado. Este estado inicial de estar apasionados era cosa del pasado, y el amor ya no podía seguir creciendo, al menos no de forma natural y sincera, ya que ya no éramos los mismos. Así, decidimos seguir amándonos a distancia, de otra manera.
Lloramos nuestra pérdida, nuestro "dejar de ser" y nos quisimos más que nunca. De distancia. Tan cobardes como valientes.
Claro que había matices de rencor, preguntas que nunca tendrán respuesta y una molestia en nuestro orgullo.
Heridas que, al final, acabaron por cicatrizar
al mirarnos en esta esquina donde nos reencontramos, donde topamos de frente y sin aviso con nuestros espejos.
Ya no somos los mismos. Somos los que fuimos, pero no nos reconocemos de esta manera.
Sólo espero que usted sonríe y que también sienta menos peso en su mochila después de despedirnos de nuevo ese día. Como reafirmamos que no somos ese reflejo y que, simplemente, ya no sentimos más dolor. También deseo, con todas mis fuerzas, que el tiempo nos haya colocado en nuestro debido lugar: felices , así como éramos cuando nos conocemos."Reuní los defectos que había abandonado para estar junto a ti.
Convoque la venganza, el rencor es el orgullo.
Devolvi a mis manos los ponía la crueldad a mi boca y el egoísmo a mi corazón. Por quitar de ti las armas con las que me mataba, huí de la pureza y de la sinceridad.
Y ahogaba en mi propia sangre el inocente que no supo que dar todo lo convertía en un hombre sin nada. Vacío para usted.
Sentí su falta, sólo cuando me recordaba el sabor de sus labios.
O como el mar de su desnudez se rompe contra su piel. Pero hoy ya estoy a salvo de sus ojos.Los cuerpos de las otras
ya olvidaron el suyo.
Y en todo que espero
ya no me falta usted.
Reuní el egoísmo
el rencor del orgullo.
Como se equivoca lo que consigue a cambio de lo que más quería
la recompensa de su libertad. "
-Benjamín Prado-