Necesitamos tener cuidado con las metáforas para explicar la depresión

Son así porque amordazan con el peso y no con la tensión, porque se asombran con melancolía y no con aceite. Su poder es el de hacer creer que somos pequeños, torpes y no calificados. Perdedores en este juego, que algunos por un capricho, llaman la vida. "Porque sólo una cosa temblorosa permanece de mí,

Que nunca puede ser algo,

Excepto por un pájaro con alas quebradas
Huyendo en vano de usted.
No puedo darte el amor
Que ya no es mío,

El amor que me golpeó y me derribó
Sobre la nieve deslumbrante.
-Establecida. Worn Out, Elizabeth Siddal (1829-1862) -
Explicar la depresión vista desde fuera

Aquellos que ven desde fuera a la persona con depresión llegan a pensar que la comprenden.

Sí, ellos piensan que lo hacen. Afirman que también ya se sintieron tristes y pasaron por ocasiones en que no vieron una salida. A partir de ese recuerdo, dejaron la sensación de que la paciencia es un arma que siempre subestimamos, que el tiempo con tristeza continúa corriendo, aunque alrededor todo parece inmóvil y sin importancia, de modo que, al abrir los ojos, entendemos juntos. Es por eso que aquellos que piensan que la entienden no dudan en alentar a la persona deprimida, porque en su rostro ellos ven dibujado un esquema semejante a lo que ellos pasaron. Sin embargo, la depresión es más que una semana de tristeza o un duelo que está bien dentro de nosotros.

Explicar la depresión es complicado porque se trata de un trastorno que, en realidad, no puede ser ejemplificado por metáforas y necesita la intervención de un profesional. No es sólo un túnel oscuro y sin salida. Es también un túnel en que falta el aire y no se puede respirar. Un espacio en el que la persona no puede moverse y se siente culpable por ello. Es una situación en la que reina la impotencia de querer y no poder. Un lugar donde las preguntas muerden y todo lo que hay fuera de la cuestión se constituye como una amenaza.

Un lugar en el que el valor es manchado y los ojos protegidos por un cristal de lágrimas que no siempre salen. Un cristal que magnifica el negativo y se vuelve opaco para las oportunidades. Al final, hablamos sobre un lugar para el cual los ánimos son necesarios, pero las herramientas y las habilidades emocionales son aún más importantes. Un lugar donde las preguntas muerden y todo lo que hay fuera de la cuestión se constituye como una amenaza. Compartir

La depresión hace a las víctimas culpables

Una persona con depresión no es sólo una persona triste.

Mejor dicho, no siempre parece triste, y aunque esa es la emoción más destacada en el estereotipo, no siempre es la que predomina. En realidad, muchas veces y especialmente en niños, sucede algo que pocos saben, y es que esa tristeza se transforma en rabia. En el adulto también sucede porque, a pesar de tener más herramientas de regulación emocional, en el fondo hay una lucha y un sentimiento de frustración porque no hay resultados.Sí, rabia. Una rabia que generalmente se transmite a las personas del ambiente que intentan ayudar, anestesiando la empatía. Esta cara de la depresión, no tan reconocible, aleja a aquellos que quieren ayudar, cansados ​​de dar consejos, soluciones fáciles y útiles para ellos, pero que el otro no sigue.

Es entonces cuando la persona con depresión puede dejar de ser una víctima y pasar a ser culpable. Así, aunque ella continúe sufriendo, los demás pueden entender que la posición en que se encuentra es muy confortable: no trabaja, no ayuda en casa y pasa el día descansando. ¿Descansando, de qué? Si no hace nada ...

Como hemos visto, la depresión es un trastorno mucho más complejo que una emoción. Se trata de un daño profundo para el cual es necesario todo el apoyo del mundo, pero un apoyo bien dirigido, con inteligencia. En caso contrario, la fuerza de este apoyo puede acabar hundiendo a la persona aún más. De ahí la necesidad de que haya buenos profesionales, de que los amigos son necesarios, pero no lo suficiente, que pueden dar la sensación de que la persona con depresión es una bolsa vacía para los consejos. Si queremos ayudar, no subestimemos ese trastorno, no hagamos metáforas para explicar la depresión, porque corremos gran peligro de estar incompletas y eso será transferido a nuestra manera de ayudar, independientemente de que tengamos la mejor intención del mundo.