Tal vez uno de los mayores castigos que nos aplicamos sea sacrificar el presente para defendernos de nuestros miedos en el futuro, cuandoen realidad el futuro es una suposición y el presente una realidad.
La lista que aparece en este artículo fue compilada por una enfermera que trabajó durante años en cuidados paliativos. Los pacientes de esta señora tenían una expectativa de vida que no llegaba a los tres meses.
Ella los acompañaba en estos últimos días y hacía que se sintieran lo mejor posible, una vez que comprendían que el final estaba cerca. "Es en ese momento que la gente crece mucho más que en toda su vida", afirma.No debemos subestimar la capacidad que las personas tienen de crecer en un punto sin retorno de su existencia. Muchos pueden decir que vivir en ese estado ya no vale la pena, pero la verdad es que el arrepentimiento y el agradecimiento pasan a tener más valor aún cuando cada segundo es valioso.
Algunos de los cambios que estos pacientes experimentaron fueron realmente sorprendentes. Cada uno sentía sus emociones de forma diferente, desde la negación, pasando por el miedo, la rendición o la aceptación. Este último es lo que permite encontrar paz antes de partir.Cuando la enfermera les preguntaba cuáles eran sus arrepentimientos, o lo que quisieran que hubiera sido diferente en sus años de vida,
en la mayoría de los casos escuchaba temas comunes como respuesta.
Los más frecuentes fueron: - "Quería haber tenido la firmeza de vivir de forma fiel a mí mismo, y no a lo que los demás esperaban de mí". Esta fue la queja más recurrente. Cuando alguien se da cuenta de que su existencia terrena está a punto de llegar al final, es más fácil ver con claridad el pasado, mirar hacia atrás y ver cuántos sueños quedaron sin cumplir. Está comprobado que la mayoría de la gente hace realidad sólo la mitad de sus sueños, y muere sabiendo que podría haberlos realizado si los hubiera tomado más en serio y no hubiera cedido frente a lo que los demás consideraban correcto o aconsejable.
Vivir de forma fiel a sí mismo es un desafío que no debemos dejar de lado. Hacer lo que nos gusta, sin importarles "lo que otros dirán".
Cada uno debe disfrutar de su vida como desee. No esperes que sea demasiado tarde para lamentar. Tenga en cuenta que la salud da una libertad que no todos reconocen hasta que la pierden. - "Quisiera haber trabajado menos". Esto era más frecuente en los pacientes masculinos, que a su entender, habían descuidado la familia y la amistad por trabajar más de 10 horas al día.
No ver el nacimiento o crecimiento de los hijos, no estar en momentos importantes como aniversarios, pensar siempre en el jefe y en los problemas del trabajo, etc. Todos despreciaron a su juventud, el momento en que sus hijos eran pequeños o cuando acabaron de casarse.
En el caso de las mujeres, esto no ocurría en las generaciones pasadas, pero las que ahora llegan a la vejez empiezan a lamentar por el mismo motivo. Simplificar el estilo de vida, tomar las decisiones correctas a lo largo del camino, percibir que el dinero no es todo en este mundo (aunque quieran que creemos que sí) hará que no tengamos que lamentarnos de esto en nuestro lecho de muerte. Ser más feliz con lo que se tiene, no querer más cosas materiales, pasar más tiempo con los hijos, el compañero, los padres o los amigos, disfrutar de días de descanso, no hacer hora extra, etc. Esta es una excelente forma de vivir.
- "Quería haber tenido la firmeza de expresar mis sentimientos". ¿Cuántas veces nos quedamos con la sensación amarga de no poder decir lo que sentimos? Muchos se reprimen para poder estar en paz con los demás, o por vergüenza de lo que puedan responder. Está comprobado que
algunas enfermedades surgen por "guardar" malos pensamientos, censuras, palabras no dichas a tiempo , etc. No se trata sólo de lo negativo, sino también de lo que es bueno, del "te amo", "perdón", "necesito de ti". No podemos controlar la reacción que la otra persona tendrá cuando decimos algo, pero lo que es ciertamente cierto es que eso puede liberarnos de un gran peso acumulado en nuestro pecho o en la espalda. Si quieres hablar bien o mal, no dudes en hacerlo, pues de lo contrario podrás arrepentirse.- "Quería haber mantenido más contacto con mis amigos".
Las viejas amistades ofrecen muchos beneficios, pero no todos pueden entender esto, hasta que llega el último instante de su vida y se acuerda de ellos. Ahora no tienen problemas en el trabajo, una agenda sobrecargada, obligaciones y conflictos financieros como antes.
No siempre es posible localizarlos cuando las personas que están a morir quieren decirles lo que sienten o verlos por última vez . Varios confesaron que hacía mucho tiempo (hasta decenas de años) que no veían a sus amigos, porque siempre estaban muy ocupados para marcar un encuentro. Con el estilo de vida que llevamos actualmente, es probable que usted no encuentre un "espacio" en su agenda diaria para ir a tomar un vino o un café con un amigo de la infancia. Con la tecnología ya no marcamos los encuentros, hablamos todo a través de las redes sociales. Sin embargo, hablar con un amigo cara a cara es el mejor recuerdo que una persona puede llevar a la tumba. Organiza tu vida de tal manera que, al menos una vez al mes, se reúnen con ellos para conversar sobre la vida.