¿Y si aprendiéramos a cuidar de nuestra mente de la misma manera que hacemos con nuestro cuerpo? Los hábitos de higiene mental componen una estrategia de vida para estar en mayor armonía con nuestro ambiente. Envolver ejercitar el músculo de la autoestima, superar la resistencia de la apatía, moverse en mayor equilibrio con nuestras emociones y aprender a colocar filtros apropiados en nuestro ambiente social.
Somos conscientes de que actualmente estos enfoques destinados a "cuidar" de nuestra mente se están volviendo cada vez más populares. Sin duda, hablamos de estrategias como Mindfulness o incluso Wellness. Cada uno, a partir de sus propios orígenes y disciplinas, tiene el mismo objetivo: conferir un mayor equilibrio entre la mente y el cuerpo para garantizar no sólo nuestro bienestar, sino también una mayor sensación de control sobre nuestra propia vida. "Sin bienestar, la vida no es vida; es sólo un estado de abatimiento y sufrimiento ".
-Francois Rabelais-
Independientemente de haber comenzado alguna de estas prácticas o no, vale la pena tener en cuenta algunos aspectos simples.
El bienestar psicológico responde en primer lugar a una serie de hábitos y estrategias que cada individuo debe aprender a desarrollar sobre la base de sus características. Algo así requiere, ante todo, alguna creatividad y perseverancia. Por eso, la higiene mental se vuelve una tarea muy particular, donde cada uno debe aprender a ventilar, higienizar y oxigenar sus propios escenarios mentales. Por su parte, y no menos importante, tampoco podemos olvidar que formamos parte de un escenario físico y social y que nuestros contextos también afectan nuestro equilibrio. Por lo tanto, los hábitos de higiene mental requieren un enfoque holístico, implican saber priorizar, enfocar, filtrar todo estímulo que nos venga para vivir con mayor armonía. Veamos, pues, una serie de estrategias. Hábitos de higiene mental para cuidar de sí mismo 1. Aprenda a reconocer la chispa antes de que surja la llama
Gran parte de nuestra experiencia emocional surge de "chispas", de pequeñas explosiones de sensaciones negativas que colapsan en nuestro cerebro. Estas pequeñas descargas surgen debido a los desequilibrios con nuestro ambiente. Un comentario que no nos agrada, pero ante el que nos callamos; una propuesta con la que no estamos de acuerdo, pero que cumplimos; una situación que debemos resolver, pero que aplazamos ...
Pequeñas chispas acumuladas, una tras otra, acaban generando una llama. Nuestra mente se queda sin recursos y, al final, acabamos "quemados", agotados en todos los sentidos. Así,
una primera estrategia en la cual debemos invertir tiempo y esfuerzo es reconocer esos disparadores.
Estos estímulos que nos incomodan y que debemos administrar lo más rápido posible.
No dejes para mañana la preocupación que causa molestia hoy. Compartir
2. Prioridades claras, mejores decisiones Todo buen atleta conoce su cuerpo, sabe dónde están sus límites y entrena todos los días para mantener y mejorar su rendimiento. Tal desempeño no surge de forma aleatoria, pero responde a una buena planificación en que las prioridades y objetivos diarios están claros. Cuando se trata de cuidar de nuestro cerebro y de nuestra higiene mental, también sería bueno tener nuestro propio plan, nuestras prioridades diarias.
Nadie debería, por tanto, salir de casa sin estar vestido con un propósito, calzado con algunas metas, alimentado con una motivación ...Es así que caminamos por nuestros complejos trayectos con mayor desenvoltura para decidir lo que nos beneficia y lo que nos perjudica, lo que deberíamos dejar de lado para garantizar nuestro bienestar.
3. Relaciones basadas en la reciprocidad
Un pilar básico para cuidar y promover nuestra higiene mental es atender al equilibrio de nuestras relaciones.
Todo vínculo desequilibrado supone un alto costo emocional. Implica invertir tiempo, expectativas, esfuerzos y afectos en personas que no nos transmiten la misma energía, la misma reciprocidad. Por supuesto, no todas nuestras relaciones serán simétricas en lo que se refiere a dar y recibir. Un ejemplo muy claro de ello se ve en la relación entre padres e hijos. Sin embargo, es necesario que nuestros vínculos más importantes (pareja, familia, amigos) se mantengan en equilibrio
y, en algunos casos, en simetría.
4. Aprender a tolerar la adversidad Quien resiste a la adversidad, al fracaso, a la pérdida o al error queda bloqueado en el desánimo, en la rabia, en la incomodidad. Por otro lado, una buena higiene mental requiere capacidad de crecimiento y expansión. Algo así sólo sucede cuando alguien es capaz de vencer sus resistencias, aprendiendo a ser tolerante con la adversidad, con el lado complejo de la vida, con su lado más delicado.
Debemos asumir, por tanto, los contrastes de nuestra realidad. Porque toda la higiene parte de la capacidad de saber curar. Y para curar, tenemos que aceptar primero la existencia de una herida sin negarla, sin girar el rostro o arraigarse todos los días con ella. 5. Una mente en equilibrio, una mente centrada Clifford Saron es neurocientífico del centro Mente y Cerebro de la Universidad de California. Sus interesantes trabajos se centran en demostrar cómo el entrenamiento de nuestra atención se refleja en nuestras emociones. Una mente centrada y en equilibrio se traduce en bienestar y en un cerebro más sano.
Así como él mismo nos explica,
la mayoría de nosotros no tiene conciencia de la gran plasticidad que nuestros circuitos neurológicos poseen. Si aprendemos a concentrarnos todos los días en el presente, en lo que sucede a nuestro alrededor (y no tanto en el pasado o en el futuro que aún no existe), veremos mayores posibilidades, nos sentiremos más optimistas y con menos ansiedad.
Para entrenar nuestra atención, puede ser una gran ayuda aprender a meditar, lo sabemos. Sin embargo, hay otro aspecto que no podemos ignorar.
Una mente más enfocada necesita, a su vez, de un cuerpo más relajado. Por lo tanto, no podemos descuidar hechos tan básicos como promover una buena noche de sueño, tomar una siesta de 15 o 20 minutos, caminar, hacer estiramientos para aliviar las tensiones musculares, mantener una dieta balanceada ...
En resumen, la higiene mental es una una fabulosa estrategia de vida que se compone de diferentes actividades. Son dinámicas y hábitos diarios enfocados en garantizar nuestro bienestar físico y psicológico.
Apliquemos a aquellos que mejor se adapten a nuestras necesidades y comencemos hoy mismo a invertir en nosotros.