Hay personas que consideran que el mejor relación que puede existir entre una madre y su hija es el de "mejores amigas". Sin embargo, esta situación puede acabar favoreciendo la aparición de una rivalidad mutua, la pérdida del respeto, la confusión de roles, e incluso la invasión de la privacidad. Los hijos necesitan un adulto que les dé el ejemplo, que sea una referencia de autoridad y de respeto. Que los orienten y les den protección y apoyo, para que estén en posición de manifestar esa estabilidad emocional y la salud mental que tanto requieren y que otorga un orden a su existencia. "El porvenir de un hijo siempre es obra de su madre"
-Napleón Bonaparte-Compartir
El problema de ese tipo de relación choca en el hecho de que el límite sano desaparece en la relación madre-hija. En principio este vínculo necesita ser de acompañamiento y educativo, perouna aparente amistadpuede transformarlo en un elemento controlador y superprotector.Esto hace que no se pueda construir un modelo de respeto y autoridad, porque la madre es percibida como un par. En este tipo de relación, insana y confusa, se crea un alto nivel de inseguridad en la hija, pues las decisiones de ella quedan sujetas al conocimiento ya la aprobación de su progenitora, que de lo contrario se siente decepcionada. Esta señal de sobreprotección tiene un resultado nefasto en el desarrollo de la personalidad de la hija, pues genera una dependencia nociva entre las dos. Las diferentes formas de ser madre
Cuando la figura de autoridad no es entendida con claridad por la hija, tendrá una sensación de falta de protección. La autoconfianza será sacudida. Ella dudará cuando tenga que tomar decisiones y eso comprometerá su aspiración de independencia. Que la relación madre-hija no sea de amigas en ningún momento significa que no pueda ser cercana y enriquecedor para ambas. Pero una cosa es ser amigas, y otra muy diferente es ser madre e hija. Sin duda, una buena madre siempre busca lo mejor para su hija. Sin embargo, esto no le da el derecho de invadir su privacidad, con la excusa de acercarse a su hija como una amiga.
Es fundamental comprender el origen de este fenómeno. En la mayoría de los casos, este comportamiento por parte de la madre evidencia conflictos emocionales relacionados con la dependencia.
Y en algunos casos, estos conflictos vienen acompañados de depresión y temor de que la hija repita sus mismos errores. En este sentido, la madre está obligada a resolver tales conflictos por cuenta propia o con la ayuda de un profesional. Cómo mejorar esta relación?
Las hijas saben que no necesariamente necesitan obedecer a sus amigas. Por eso una madre necesita ser amorosa, pero al mismo tiempo firme. Además, una hija no tiene por qué saber de todos los problemas íntimos de su madre. Esto acarreará temores infundados, tristeza y confusión con respecto a la relación de sus padres. Lo mejor es que este tipo de relación sea transparente.
Es importante construir la confianza de forma espontánea, no como una imposición. De lo contrario, se crea un estado de angustia y desconfianza permanente, que resultará en un desgaste emocional inútil que puede ser evitado. Por otro lado, tanto madre como hija, se detectan posibles problemas una en la otra, deben manifestarlo. No es sano calar lo que puede estar molestando. Es necesario expresarlo, siempre con un clima de sinceridad y respeto. De esta forma la relación será sana y libre.
Lo que ambas necesitan aprender
La hija necesita entender, especialmente si es menor de edad, que habrá decisiones sobre su vida que su madre debe tomarse. Imagine la furia que despertaría el hecho de que esas decisiones fueran tomadas por una amiga. Lo que puede ser perdonado de una madre, tal vez no se pueda perdonar de una amiga.
Los malentendidos entre madres e hijas siempre pueden ser remediados. Es fundamental saber elegir el momento para hacerlo. Al afecto y la confianza correspondidos sólo es necesario añadir un poco de sentido común para resolver las diferencias o posibles disgustos que hayan surgido entre las dos.
Es importante que la hija aprenda a solucionar sus problemas y así gane independencia. Que sepa que la madre estará siempre allí, para apoyarla y aconsejarla, como sólo una madre sabe hacer. La hija también necesita entender que hay aspectos de su vida que puede guardar para sí misma. Que no es bueno adentrar demasiado en la intimidad, porque cada una tiene su propia historia y su propio camino a recorrer. Y tú, ¿qué crees?