La madurez emocional no es una entidad normativa que se alcanza en una determinada edad. Nuestro mundo, queriendo o no, está lleno de adultos que alcanzan el éxito profesional revelando aún una madurez emocional de un niño de tres años. Estamos, por lo tanto, ante una dimensión tan sofisticada como íntima, es un despertar de la autoestima, de la empatía y de la vida social basada en el respeto. Hay quien vea la adolescencia y la primera juventud como una suerte de feliz disparate, cuando las locuras están justificadas, cuando no falta quien diga, con un largo suspiro, aquella frase "no tiene problema, ellos van a madurar, son jóvenes todavía". Sin embargo, olvidamos que el simple hecho de llegar a la edad adulta no nos confiere el poder de las verdades absolutas, de esa madurez que todo sabe y que todo acierta, en la cual se está inmune a los errores, en la cual no hay frustraciones y el ser se transforma en un gurú de las relaciones sociales.
"La madurez se alcanza cuando una persona pospone placeres inmediatos por valores a largo plazo." -Joshua L. Liebman-Este error de enfoque tiene su posible origen en la palabra "madurez". Todos nosotros asumimos la idea de que el cerebro pasa por fases muy particulares, en las cuales, a medida que hacemos aniversarios, cada estructura se va desarrollando y consolidando cada región con sus millones de sinapsis hasta culminar en esa ingeniería perfecta que es la corteza prefrontal , esa región destinada a la toma de decisiones, al planeamiento y que orquesta también nuestro comportamiento social.
Bien, es importante tener en mente que así como nos explican los especialistas en neurociencia cognitiva, el cerebro siempre está en continuo crecimiento.
Y, en un trabajo en la revista
Journal of Neuroscience
, se demostró que muchas de nuestras fibras de asociación de la sustancia blanca, asociadas a tareas cognitivas, nunca dejan de crecer si mantenemos una vida activa, si estimulamos la curiosidad, el interés, la sociabilidad ... Con todo eso, queremos decir algo muy simple. La madurez emocional no aparece a los 30 oa los 40 años. La plasticidad y la potencialidad de nuestro cerebro es tan grande que necesitamos aprender, de interacciones continuas y de enseñanzas tempranas. Es en la "alegre y disparatada infancia" que el niño de 6 años más va a agradecer por ser enseñada a gestionar sus emociones. Vamos a evitar, por lo tanto, tener adultos de 50 años con la tiranía emocional de un niño de 4. Todos nosotros parecemos maduros y preparadosTodos nosotros aparentamos tener una madurez real, triunfante y muy válida para esa sociedad que necesita de personas preparadas y muy cualificadas en infinitas habilidades y capacidades. Sin embargo, así como nos explica Tony Campolo, sociólogo de la Universidad de Baltimore, estamos dando al mundo adultos con una madurez emocional "atrofiada".
Cuidado. Esto no quiere decir que sean personas "malas", pero que lo que tenemos en la verdad son hombres y mujeres incapaces de ser felices, de dar felicidad y de crear medios facilitadores, armónicos e incluso productivos. La razón de esto se explica, según los expertos, por una serie de cuestiones bastante concretas. Una de ellas podemos, sin duda, observar en nuestra juventud, que tiene a su disposición más información que las generaciones anteriores. Muchos jóvenes crecieron tratando con una infinidad de estímulos, de datos, de refuerzos ... En casa y en la escuela se prepararon en múltiples habilidades con el objetivo de llegar al mercado de trabajo ya la sociedad "extremadamente preparados". Y sin duda están. Sin embargo, el problema es que nos limitamos a "llenar" sus mentes, pero
no entrenamos sus cerebros en la habilidad más importante de todas, la emocional.
Porque necesitamos entender de una vez por todas: de nada me sirve ser un desarrollador de software si no su trabajo en equipo, si no sé afrontar la frustración. De nada me sirve querer ser director si no poseo una buena inteligencia emocional, si no sé crear un buen ambiente de trabajo, practicando la empatía, desarrollando mi capital humano ... Para desarrollar la madurez emocional es preciso humildad y voluntad
La madurez emocional no es una madurez emocional. con el paso de los años, pero es promovida desde la más tierna edad. La madurez emocional tampoco viene con los daños, o sea, no hay que pasar por mil adversidades para saber lo que es la vida y saber desarrollar nuestras fuerzas personales.En realidad, no hay un punto de partida, un momento normativo o un desencadenador que por sí solo nos confiere la capacidad de ser empáticos, reflexivos, asertivos, hábiles a la hora de resolver conflictos ...
"La madurez es aquella edad en que el hombre el individuo ya no se deja engañar por sí mismo. "
-Ralph Waldo Emerson- La madurez emocional es una inversión cotidiana, es un despertar continuado frente a sí mismo y frente a los demás. Para alcanzarla, hay que poner en práctica una serie de hábitos, una serie de estrategias que van a funcionar sólo si las fomentamos por medio de la fuerza de voluntad y de la armadura de la humildad. A continuación, algunos puntos clave a fomentar en nuestro día a día:
Los errores son errores. No huya, asuma y aprenda con ellos.
No tema los cambios. Ellos nos permiten desarrollarnos y cambiar también es madurar. Usted no es el centro del universo, sino que es parte de un todo donde su presencia también es relevante y esencial. Así pues, respete a los demás así como se respeta a sí mismo.
Reconozca las emociones de los demás,
practique una empatía útil
: no basta con entender a las personas, usted debe demostrar que las comprende. El sentimiento sin acción no sirve para nada.Practique el desapego:
no deje que nada ni nadie sea tan importante para usted a punto de perder sus esencias, su identidad, su capacidad de decidir, de actuar, de ser libre.
- Acepte que a veces se pierde, pero entienda que no está permitido rendirse.
- Deje de concentrarse en las quejas, en lo que no le gusta. Si hay algo que molesta o de la que no te gusta, tenga el valor de cambiar o aceptar. Para concluir, con todo lo que explicamos, debe quedar claro que
- no es más maduro el que tiene más edad, pero el que más aprendió con sus años vividos
- , sean 20, 30 o 70 años. Para ello, debemos asumir la firme responsabilidad de cuidar de nosotros mismos, postergando placeres inmediatos a cambio de valores a largo plazo, y cuidando al máximo de nuestro complejo microcosmos emocional.