Todo en la vida es temporal, y creer que las cosas son "eternas" generalmente nos causa frustraciones difíciles de superar.Saber poner un punto final cuando las cosas o los diferentes aspectos de nuestra vida no van bien es sensato y emocionalmente sano. Forzar la supervivencia de una situación que está terminando es como llorar sobre la leche derramada.
"... Nada dura para siempre: ni la noche estrellada, ni las desgracias, ni la riqueza; todo eso un día va a terminar ".
-Sófocles-CompartirLo que sucede en las esferas mayores de la vida (sueños, intelecto, amor, etc), también ocurre en las esferas menores (bienes materiales, belleza, fama); todo tiene un final.Tanto el grande como el pequeño se acaban, porque todo en esa vida es "prestado". Incluso los objetos materiales cumplen su ciclo de vida y muchas veces provocan desánimo y hasta rabia, al contrario de lo que sentimos cuando son nuevos y recién adquiridos. Esto sucede porque creemos que son eternos y forman parte de nuestra vida como si fueran una extensión de nuestro cuerpo.
Cuando hacemos una cirugía plástica para disfrazar la vejez o practicamos ejercicios físicos, no por la salud, sino para mantenerse jóvenes, caímos en la fantasía de los sueños y deseos imposibles.
Para intentar mejorar nuestra apariencia física (en algunos casos es posible), en el fondo lo que hacemos es deteriorar nuestra dignidad y nuestra condición humana. Nos transformamos en un "producto" para satisfacer a los demás.
Si hay algo que puede ser más duradero, pero no eterno, son aquellas realidades intangibles y profundas
. Las buenas o malas impresiones, los recuerdos que dejamos impresas en la vida de otras personas: lo que escribimos todos los días en el libro de nuestra vida y en el libro de la vida de los demás.Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde
Muchas veces nos quejamos o renegamos a una persona o determinadas situaciones, hasta que esas personas nos dejan o mueren, y hasta que esas situaciones negativas se vuelven peores.
Es esa comparación que nos da una visión real de lo que nos hace sufrir y cuál es la intensidad de nuestro sufrimiento. Por ejemplo, cuando usted se queja mucho de su pareja y acaba quedando solo, empieza a valorar a esa persona en los mínimos detalles; o cuando cambia de una casa más humilde a un lugar mejor, pero sin esa atmósfera familiar. Además, cuando usted se queja de una simple gripe como si fuera una tragedia, hasta que se enferma gravemente y se da cuenta de que era una tontería.La mayoría de las veces, todo lo que comienza tiene un aura de novedad y está lleno de promesas. Pero, con el paso del tiempo, empezamos a ver más defectos que virtudes, tanto en los objetos y en las personas y situaciones.
Entonces, cuando todo termina, sucede lo contrario: enfocamos más en las virtudes y minimizamos los defectos. El problema es que esto sucede cuando ya no hay nada que hacer; todo terminó.
El gran mérito de aceptar las cosas como ellas son Cuando aceptamos que todo lo que comienza tiene que acabar, vivimos mejor. No se trata de bucear en la desesperación y ni caer en el cinismo, sino de saber que hay un momento para decir adiós y enfrentar el sufrimiento. Saber enfrentar el sufrimiento nos permitirá cicatrizar las heridas
que una pérdida deja en nuestra vida. Fugir no es la solución más adecuada. Por ejemplo, en el caso de una pérdida amorosa, dicen "un amor se cura con otro amor", pero no podemos olvidar a una persona de un día para otro; requiere tiempo y fuerza de voluntad.
La pérdida y el duelo son una constante en nuestras vidas. A lo largo de nuestra existencia, tendremos que decir adiós muchas veces: para personas, situaciones u objetos amados. Todo es temporal, nada dura para siempre, ni siquiera nuestras propias vidas. Todos sabemos de ello, sin embargo, proyectamos otra realidad y creemos en la fantasía de la eternidad.
No conseguir desapegar o decir adiós puede ser muy problemático. De la misma forma, no involucrarse con nada y nadie por miedo a perder no es saludable. Tal vez si aprendemos a ver con más naturalidad el hecho de que todo se acaba, conseguiremos disfrutar más todo lo que nos rodea, el aquí y ahora, en vez de valorar todo esto cuando termine.