Expresar emociones negativas de forma inteligente es beneficioso para su salud

Expresar emociones negativas cuando las sentimos no significa perder la razón. Porque quedarse con rabia, decir "ya llega", reaccionar ante quien nos quiere sumisos, previsibles y silenciosos es una reacción sana e incluso necesaria. Nuestro temperamento, después de todo, tiene pleno derecho de desbordar de vez en cuando para permitirnos expresar, para dejarnos canalizar esas emociones negativas.

Los biógrafos de Winston Churchill dicen que el célebre primer ministro británico heredó el liderazgo y el equilibrio victoriano de su padre. De su madre, él tenía la terquedad, la energía y una innata capacidad de seducción. Sin embargo, como el propio político dijo más de una vez, su familia también se caracterizaba por tener un peculiar escudo de armas que él cargaba con resignación en los sótanos de su mente: la depresión.

La rabia es problemática sólo si es muy intensa, frecuente e irracional. Gestionada con inteligencia, puede ser nuestro mejor canal para resolver ciertas situaciones.Compartir "Su" perro negro ", como Churchill la llamaba, estaba rondando las intimidades más profundas de su vida. En el exterior era aquel hombre enérgico y de fuerte voluntad que consiguió evitar que Gran Bretaña sucumbiera al nazismo, aquel que se destacaba por ser un gran periodista y que incluso llegó a ganar un Nobel de literatura. Sin embargo, dentro de él había toda la tensión acumulada, las contradicciones y las ansiedades fueron engolfadas como piedras, como rocas para digerir una por una y en estricto silencio.

Porque el político tenía todo el derecho de perder la postura de vez en cuando para demostrar coraje y energía, pero el hombre siempre se escondió junto a su "perro negro", sus libros y sus infinitas botellas de coñac ...

Expresar emociones negativas sin necesidad perder la postura

Si hay una cosa que nuestra sociedad nos ha enseñado de forma equivocada es que hay emociones buenas y malas emociones.

De hecho, si decimos ahora que el aburrimiento, la rabia y la ira son saludables, es muy posible que más que una persona vea una cierta contradicción en la afirmación. ¿Cómo pueden ser buenas una serie de emociones relacionadas tradicionalmente con la agresión, la disputa o incluso la violencia? Bien, este tipo de atribuciones tan comunes entre la población son otro ejemplo de nuestra falta de competencia en materia emocional. Porque si hay algo que debemos tener claro, es que

"no hay emociones buenas y malas". Además, si cometemos el error de reprimir, tragar o disimular nuestra rabia, lo que alcanzaremos a largo plazo, además de una indigestión emocional, es que las emociones que llamamos "positivas" pierden su intensidad. Tenemos pleno derecho a expresar emociones negativas. Por supuesto, lo mejor es que lo hagamos con inteligencia y asertividad. Nos concedimos permiso para demostrar nuestra rabia y nuestra ira ante todo aquello que nos causa contradicción, aburrimiento o rabia. Porque el hecho de que esas emociones estén asociadas con incomodidad no significa que ellos "sean malas".

Además, lo que conseguimos con ellas es algo muy necesario para nuestro bienestar psicológico: nos afirmamos y resolvemos conflictos para poder adaptarse mucho mejor a nuestros contextos. Las personas nacen con la habilidad de ser agresivas. Sin embargo, eso no nos hace malas personas. La rabia nos ha acompañado desde nuestra infancia y nuestra responsabilidad final con ella es usarla de forma funcional para defendernos y establecer límites. Compartir

La ira adaptativa y la buena rabiaAna es profesora de la escuela secundaria y da clases de matemáticas para varios grupos. Además de ser una excelente profesora, posee excelentes cualidades de liderazgo para su profesión. Sabe cómo comunicarse con sus alumnos cuando éstos no prestan atención o cuando no rinden como deberían. Es ágil para comunicarse, rápida para reaccionar y sabe cómo dar flujo a sus emociones para que éstas impacten de forma positiva en sus alumnos. Con la energía que obtiene de sus propias emociones, ella puede animarlos, dirigirlos e inspirarlos al mismo tiempo.

Sin embargo,

todas esas cualidades que Ana demuestra en el aula, no tiene en la esfera privada, con su familia y su pareja.

Ella es la que hace mil malabarismos para satisfacer a todos, es ella que saca horas de donde no tiene y que no puede decir "no" para cualquier favor, demanda o capricho que ellos exigen. Nuestra protagonista ya acumula tamaño nivel de rabia y frustración que intuye que, de una hora a otra, esto afectará su trabajo. A continuación, proponemos reflexionar sobre algunos simples principios que serían de gran utilidad para Ana y para cualquier otra persona en la misma situación. Claves para expresar emociones negativas

En primer lugar, es necesario recordar un detalle:

para expresar emociones negativas sin perder la razón debemos hacer uso de la ira funcional, adaptada y controlada.

Nos referimos a la comunicación en que la persona no usa el grito, el insulto y ni la reprensión inútil, en que cada palabra dicha pasa anteriormente por el filtro de respeto, de la calma y de la firmeza. Los sentimientos no son reprimidos ni maquillados. Si hay cosas que nos irritan, que nos perjudican y que nos lastiman, no tragaremos esas emociones como alguien que traga con la nariz tapada una comida que no le gusta. Sin embargo, no se trata de responder "inmediatamente" ante lo que no nos gusta justamente cuando la rabia nos agarra. En caso de ocurrir, es muy probable que la rabia nos lleve a su lado más disfuncional y resolvamos la situación de la peor manera posible. Compartir

El más apropiado en estos casos es planear por adelantado lo que vamos a decir, cómo decir y cuándo decirlo.

Este plan nos da la posibilidad de ser más inteligentes, no necesariamente falsos o artificiales.Para concluir, como pudimos ver, la rabia bien gestionada tiene el potencial de darnos la fuerza que necesitamos para resolver muchas situaciones. Por lo tanto, perder la postura de forma inteligente, respetuosa y asertiva nos da la posibilidad de librarnos de ese nudo en el estómago e incluso de ese "perro negro" llamado depresión con que Winston Churchill paseó tanto y secretamente durante buena parte de su vida.