Hay ambientes que no toleran el sufrimiento de las personas. Incentivan a reprimir el dolor y el malestar porque los consideran síntomas de debilidad, y llevan a los demás a sufrir sin que nadie perciba. A silenciar y negar la eterna fragilidad humana.
Las personas intolerantes al sufrimiento no permiten ninguna expresión de tristeza. Ni el llanto, ni la apatía, ni la distancia emocional. No alientan, exigen un cambio inmediato de actitud. Rotulan de débil e incompetente si usted da señales de sufrimiento.
Sin embargo, sufrir sin que nadie perciba significa poner un velo sobre una faceta del ser y, consecuentemente, de la vida. Implica renunciar a la expresión de una parte muy importante de nosotros mismos. Se trata, ni más ni menos, de una acción para agradar a los demás, que falsea nuestras relaciones y nos aleja de nosotros mismos.
"Del sufrimiento van a emerger las almas más fuertes, los mayores personajes estaban cubiertos de cicatrices."
-Kahlil Gibran-
Al sufrir sin que nadie perciba, su salud se resiente
Ninguna forma de represión tiene éxito. Por más que intente, todo lo que usted reprime acaba de volver de alguna manera. El más común es que se transforme en un síntoma físico, en la mayoría de las veces inexplicable y crónico.
El ser humano necesita expresar cómo se siente para tener una buena salud psicológica. Sufrir sin que nadie se dé cuenta de que puede acabar causando migraña, dolores musculares, trastornos de alimentación, etc.
Usted se deja invadir por falsas culpas
En ambientes que no toleran el dolor, usted puede terminar convencándose de que sentir tristeza es algo absolutamente negativo, que usted debe erradicar de todos modos. En realidad, usted puede llegar a sentirse culpable de sentir el sufrimiento. Esto es un error. Un ser humano sano debe ser capaz de sentir felicidad y paz, pero también miedo, rabia y dolor.
No sentir dolor es una característica antisocial. Sólo quien sufre de un grave desajuste psicológico no siente dolor. El sufrimiento también nos lleva a resultados positivos. Uno de ellos es saber y aceptar que somos vulnerables, y también a aprender valiosas lecciones de humildad y lograr crecer.
Usted no permite que el duelo se complete
Cuando usted decide sufrir sin que nadie perciba, usted altera algunos procesos naturales. Entre ellos, el duelo. Una pérdida da lugar a una serie de fases que deben completarse para poder superar la situación. Si esto no sucede, el dolor puede quedar inhibido, pero al mismo tiempo congelado.
Un luto que no se completa, generalmente, se transforma en amargura constante. Usted ve la realidad de una forma negativa y aprovecha poco de lo que vive. Usted acaba pintando su horizonte de gris oscuro, casi negro. El entusiasmo y el optimismo no tienen lugar. El malestar persiste y es posible que usted acabe siendo incapaz de identificarlo.
Reduce o anula el valor de la empatía
El fundamento de la solidaridad entre las personas es exactamente la fragilidad compartida por todos nosotros. Por más fuerte que alguien sea, no deja de ser humano. Por lo tanto, está sujeto a vivir experiencias que lo afectan y lo llevan a necesitar apoyo de los demás. Al sufrir sin que nadie perciba, en el fondo usted está validando la idea de que cada uno debe bastarse por sí mismo. Así, valores como la fraternidad o la empatía pierden todo su sentido. ¿Para qué ayudarnos si cada uno debe ser como una fortaleza invulnerable, que no necesita de nada ni de nadie?
Se contribuye a construir una sociedad más egoísta
Por lo tanto,
una comunidad o una sociedad en la que se debe sufrir sin que nadie perciba es una comunidad egoísta. E insensible también. Principalmente, una comunidad en la que cada uno debe comportarse como un guerrero insensible. Tal vez esto ayude a algunas personas a negar que la fragilidad existe. Tal vez contribuya a que lidien mejor con sus ansiedades. Sin embargo, es una salida incorrecta. Sufrir sin que nadie perciba no es bueno para el individuo ni para la sociedad.
La única vía para superar el dolor es expresándola, dejándola salir. Este es el camino para que, con el tiempo, se disuelva, para que se transforme en fuente de aprendizaje y maduración.