solemos creer que el silencio del otro en una discusión nos da la razón, pero lo cierto es que ese silencio nos permite reflexionar y escuchar a nosotros mismos, sobre todo si nuestro discurso está lleno de censura. Tenga en cuenta que aquel que calla no siempre consiente, pero a veces el silencio del otro le enseña el daño que sus palabras causan al salir sin control de su boca en el calor de una disputa.
Calar y escuchar no deberían ser signos de debilidad, sino de inteligencia, de respeto y entendimiento hacia el otro, porque si todos gritamos, nadie escucha ni aprende. Si todos gritamos, perdemos la razón y las palabras acaban volviendo descontroladas sin parar en oídos que las escuche, perdiendo todo su significado, o lo que es aún peor, convirtiéndose en proyectiles llenos de críticas que no agregan nada, sólo destruyen.
"El camino hacia todas las cosas grandes pasa por el silencio."
-Friedrich Nietzsche-
Somos esclavos de nuestras palabras
En muchas ocasiones las palabras no son llevadas por el viento, pero acaban clavándose como ponéis en el corazón de las personas que las escuchan . No pretenda poner un vendaje en un corazón herido, destruido por sus palabras. Cale antes de que sea demasiado tarde, refleje y ponga en el lugar del otro.
Cuando las discusiones son continuamente sobre un mismo tema sin que se llegue a cualquier entendimiento, o sea, si son discusiones recurrentes, es muy común que suceda la llamada "escalada emocional". Esta escalada consiste en censurar el motivo del chateamiento sin parar para oír el punto de vista de la otra persona, llegando a subir el tono de voz ante su oyente de modo que éste responda del mismo modo, y así sea imposible una comunicación efectiva.
Piense que, si usted sólo dispone de palabras ya gastadas, es muy difícil que al juntarlas ellas digan algo nuevo. Esto sucede porque usted está condenado siempre al mismo mensaje y al mismo registro para expresarse, y hacerlo es una señal de que usted no escucha, y de que sus palabras ignoran lo que el otro dice. Si alguien calla, no es que se muestra sumiso, sino que está reflexionando y tratando de tener empatía, logrando así lo máximo posible para mejorar la comunicación. Para lograrlo, el silencio puede ser un gran aliado. Piense que un buen comunicador utiliza el silencio
para ver en qué punto está engañado, y cómo puede mejorar en su respuesta a continuación. "El silencio es el ruido más fuerte, tal vez el más fuerte de todos los sonidos." -Miles Davis-
En el silencio las palabras adquieren el valor que merecen
Después del silencio, y cuando éste no es mal interpretado, generalmente llega la calma, ya que surge un tiempo para la reflexión, y es posible un punto de encuentro con el otro. Acabamos de comunicar lo que nos molesta. Así, sólo cuando hayamos entendido el punto de vista del otro, que no es igual al nuestro, podremos entender que somos dos personas diferentes, que piensan diferente pero pueden comprenderse el uno al otro.
Para ello
debemos explicarnos de la mejor manera posible, expresando nuestras emociones, pero sin herir al otro.
Una herramienta muy útil para lograr esto son los "mensajes del yo". Los mensajes del yo son los que no incluyen censuras, sino que parten de lo que estamos sintiendo, nuestras opiniones y lo que deseamos. Así, eliminamos la culpabilización del otro, sin dejar de manifestar lo que sentimos. Un ejemplo de estos mensajes sería por ejemplo decir: "Pienso que / yo siento que / yo creo que ..." en lugar de lo típico "porque lo hizo / usted habló aquello / usted me hizo sentir ...". Estos mensajes incluyen comunicaciones completas, es decir, podemos empezar describiendo la situación o lo que el otro hizo, sin entrar en valoración, introducir inmediatamente el mensaje del yo y terminar con una posible forma alternativa de lo que sucedió.
Un ejemplo completo sería el siguiente:
Descripción de la situación:
ayer por la noche, cuando estábamos cenando con nuestros amigos en nuestra casa y usted no me ayudó a poner la mesa,
- Mensaje del yo: me hizo sentir como si fuera su empleada como si yo estuviera en el lugar de servir en vez de ser su mujer,
- Alternativa a lo que sucedió: yo quería que usted hubiera puesto la mesa y recogió los platos conmigo.
- Hablar de esta manera es una cuestión de crear una costumbre.Escuchar, reflexionar un momento en silencio y contestar no es algo que va a suceder de modo automático para nosotros, pero podemos practicar hasta que suceda.
Es normal que, si tuvimos toda la vida otra forma de comunicarse, al principio es muy difícil o nos sintamos un poco tontos haciendo eso. Incluso podemos sentir que estamos perdiendo fuerza, pero a lo largo del tiempo este hábito servirá para la construcción de relaciones mucho más abiertas y fluidas.