Esta semana estaba haciendo una meditación que recomendaba que nos miráramos en el espejo diariamente y dijéramos nuestras cualidades y cuanto éramos hermosos, por dentro y por fuera, cuán éramos gratos por eso y cuánto nuestro día iba a ser bueno. Funciona.
Encontré un CD con fotos que hice de regalo para mi novio, en vísperas de cuando completaríamos 2 años viviendo juntos. En ella yo veía cuánta diferencia. No física, porque no he cambiado tanto. Pero lo que me hizo más segura, más fuerte, más pacífica y más iluminada. Por dentro y por fuera. Estudié en una escuela privada en la que era una de las pocas negras.
A pesar de tener muchos amigos, no hablábamos sobre el asunto. No tuve esa cosa de novio de la escuela. Me sentía como el patito feo, pero divertido. El humor giró mi válvula de escape. Parecía que no estaba en mi mundo. No hablaba del asunto en casa, ni con los amigos (incluso los de fuera del colegio). Recuerdo que cuando iba a la playa, usaba el bikini, un short, una canga. Hasta para bañarse en el mar. Hasta hoy mis amigos de la universidad hablan de cuánto huía de las fotos, de los vídeos.
No me gustaba verme. Una vez tuve una crisis nerviosa en el momento en que tuve que hacer un paso en una materia de periodismo para la televisión en la universidad. Y sólo en la fase adulta comencé a ver el mundo más allá de la belleza impuesta, desde niño, por amigos, TV, revistas ... Empecé a ver que la belleza iba mucho más allá de la belleza física. Todo esto viene de dentro. La celulitis, las estrías, la nariz grande, la cadera ancha, ojos grandes ... Sí. Inteligente, cariñosa, abierta a las novedades, feliz, dedicada, profesional, espiritualizada, amorosa, amiga, amiga, leal y mucho más, también.
Después de que los cinco primeros minutos de la apariencia "estereotipada" pasan, ¿qué queda? Lo que eres por dentro. Y sí, independientemente de lo que las revistas nos muestran todos los días, eres hermosa, de la manera que eres.