Vamos a imaginar que no tenemos fecha de validez, que todo lo que sucede ahora puede terminar o no. Vamos a imaginar que vamos a apreciar todo lo que tenemos sin pensar en lo que vendrá después. Cierra los ojos, concéntrate y conéctate con tu niño interior. Empezamos?
Imagínese que no hay fin, estamos inmersos en el infinito y, por lo tanto, podemos mirar el horizonte más lejano. Sin límites temporales, nuestros miedos se disipan y es más fácil arrojarnos en lo que un día soñábamos. Ver sólo la luz de todo el bien que está por venir.
Vamos a imaginar también que somos capaces de dar nuestro mejor, pero no por miedo a que acabe, sino porque realmente queremos y nos gusta. En el trabajo, en nuestro tiempo libre, con nuestra familia, amigos, y cuando los dos están a solas. Vamos a amar como si no hubiera mañana, cantar como si la canción fuera eterna y bailar como si no hubiera final y ni fuéramos envejecer. Vamos a imaginar que el plazo no está escrito, no hay fecha de expiración.
Deje que el niño cree y el adulto hacer, ambos como parte de la misma persona. Imaginemos sin límites, sin restricciones, sin pensar al final, sólo en lo que está sucediendo. Jugamos sin marcar el final. El plazo de validez se marca a sí mismo No podemos comenzar algo con miedo del fin, y aunque sepamos cuando acabamos, deberíamos arriesgar.
Lo importante no es lo que sucederá, sino cómo.
Sin embargo, la mayoría de las veces nos olvidamos de eso. Vamos a arriesgar como si no hubiera fecha límite, porqueel "como"de la historia puede cambiar el"que" de lo que sucede al final. La vida da mil vueltas y cada día suceden cosas maravillosas que cambian todos los planes que teníamos. No podemos dejar de intentar algo porque creemos que sabemos lo que va a suceder. Dejémonos invadir por la incertidumbre y arriesgarnos como si no supiéramos cómo va a terminar, como si la magia pudiera hacer que el camino dibuje nuevas sendas.
A veces el plazo de validez se define solo, pero no podemos olvidar que cada decisión, no importa si es grande o pequeña, determina un nuevo rumbo. Vamos a dibujar nuevos comienzos y dejar que las cosas sucedan, vamos a dejarnos llevar para aprovechar cada momento y así dar lo mejor de nosotros mismos. Porque el presente es lo único que tenemos en nuestras manos. La fecha de caducidad es cosa de productos, no de la vida
Expiramos cuando morimos por dentro, no cuando dejamos de respirar.
Nosotros mismos marcamos nuestra fecha límite cuando vivimos cada día igual al día anterior, cuando anticipamos todo lo que va a suceder y nada nos sorprende. Expiramos cuando no aprovechamos los lindos matices del día a día.
La magia del juego es esa; sabemos cómo comienza y las reglas que tenemos, pero no podemos imaginar cómo acabará, porque todo sucede en su propio tiempo.
Usted puede recordar, perder, ganar, pero desistir no es una de las mejores opciones. Por lo tanto, te desafiamos a imaginar ya empezar algo que no sabe cómo terminará, y si en algún momento sabe, que no sea influenciado por eso. Queremos desafiarlo a dibujar algo nuevo todos los días, algo que no conozca y que lo impresiona. Desafiamos a dejar fluir, cambiar de planes y empezar cada día sin saber cómo terminará. Imaginemos que no tenemos fecha de validez, que podemos desear como si todos los días fueran mejores que el anterior, aprovechar como si fuera la primera vez, dar siempre nuestro mejor ...