La vida en ritmo frenético "Tiempo es dinero" es un lema que nos indica que no tenemos tiempo que perder.
Parece que fuimos programados para hacer y hacer y hacer, sin permitirnos parar a cualquier momento , porque si perdemos tiempo, perdimos dinero. Esto nos hace vivir a un ritmo frenético, superando los límites de nuestro cuerpo y de nuestra salud. Esta dinámica se está convirtiendo en algo que nos está destruyendo, ya que no podemos acelerar el ritmo de la vida, no podemos manipular el tiempo. Aunque queramos ir cada vez más deprisa, todo tiene su propio ritmo, y por eso vivimos frustrados y sufriendo por todo lo que aún no logramos, en lugar de aprovechar lo que ya está a nuestro alcance.
No sabemos esperar, nos enseñaron solamente a correr, a vivir estresados y con los plazos y fechas límites
en nuestros calendarios todos marcados. Por eso no tenemos tiempo para esperar ni reflexionar sobre una decisión, sobre un resultado, queremos que todo sea rápido aunque eso signifique perder una gran oportunidad para nuestra vida o cometer un gran error. "La paciencia es la fuerza del frágil, y la impaciencia la debilidad del fuerte" -Immanuel Kant-"Quiero y quiero ahora"
Convertemos nuestra sociedad en el mundo del "ya"
. No podemos esperar el mañana, ni llegar a casa, ni para ver a una persona ... Todo alrededor nos indica que tenemos que resolver todo ahora y acabamos haciendo la cosa para ayer, de forma poco planificada, como una manera de librarnos de la ansiedad que se instala en esa dinámica. Hablamos o enviamos mensajes mientras caminamos, lo hacemos incluso cuando estamos tomando un café con otra persona, porque no nos enseñaron a esperar y la tecnología facilita que todo sea para ya. En todo momento nos estamos comunicando, localizados ante los demás, sin haber un momento en que estamos solos, ausentes del mundo y el mundo ausente de nosotros.
Creemos que podemos adelantar el mañana, y lo que ocurre es en realidad la pérdida del presente.
La sociedad cultiva la impaciencia
, el ritmo frenético, el estrés que nos dejamos llevar sin percibir todas las consecuencias de eso, hasta que gritan. En algún momento nos inunda el sentimiento de no haber vivido para nosotros, por nosotros, porque tal vez estemos siempre orientados hacia el otro, hacia el sistema, hacia el trabajo, y no hacia dentro.
Además,vivimos las consecuencias físicas y mentales de no saber esperar.
Aparecen las enfermedades y los conflictos personales e interpersonales, ya que no todo es como queremos y los otros a menudo no pueden colaborar para que sea todo para ya. Vivir desde la sala de espera
Podemos, sin embargo, vivir con paciencia, sabiendo esperar que las cosas ocurra de forma más natural, sin forzarlas, sin presión, y en muchas ocasiones, sin siquiera que las busquemos. Cada día viene el amanecer, y para eso no tenemos que hacer absolutamente nada, sólo aprovechar el momento y, mientras esperamos que ocurra, disfrutaremos del resto de las cosas que ya tenemos y de todas las demás que nos olvidamos rápido debido a otros deseos que se superponen.Para cultivar la paciencia
es necesario disminuir el ritmo, concentrarse en el presente y vivirlo conscientemente , manteniendo la seguridad y la tranquilidad de que habrá un futuro independientemente de lo que hagamos, y que todo lo que podemos hacer es llenar el presente con prácticas saludables y actitudes positivas. La paciencia nos permite vivir la vida en cualquier momento
. Nosotros enganchamos la marcha correcta, seguimos avanzando y acompañando la vida, ajustando todo al momento, al ritmo de la música. Se trata de no querer que sea de otra manera ... sino de saber esperar y mantener la calma, para que las cosas ocurra sólo cuando ellas tienen que ocurrir.
"La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero con frutos dulces" -Provérbio perso-
Ser paciente, dejar fluir Dejar que las cosas fluyan no significa "sentarse y ver la vida pasar".Fluir con la vida significa que hacemos elecciones y con ellas hacemos también renuncias,dibujamos un curso como quien marca un trazado en un mapa para caminar. Y vamos caminando en el ritmo sano que necesitamos, o sea, con calma, sin pretender llegar al fin sólo en un día. Se trata de no quedarnos parados, sino caminar a un paso sano.Ser paciente es saber esperar que lleguen las oportunidades.
También es saber aprovecharlas en el momento presente en que ocurren, ni antes ni después. Ser paciente es observar la vida y aprender que ella marca su ritmo, y que ese ritmo es el más sano.
"Quien tiene paciencia obtiene lo que desea"