Sólo permanecemos en situaciones difíciles y tristes cuando tenemos algo de nosotros presos a esa circunstancia. Todavía existe una identificación, sea positiva o negativa, que nos impide salir, de alzar nuevos vuelos. Acabamos quedando atrapados y enredados en la coyuntura y no vemos salidas. Pero no siempre somos conscientes de los actos que practicamos, ni de lo que ellos pueden causar. Muchas veces actuamos a ciegas, pero eso no nos impide sufrir las consecuencias ...
Noto que ciertas personas creen que el "amar" alguien les da carta blanca, pase libre, derecho y autorización para hacer lo que quieran en nombre de ese amor, incluso para crear situaciones embarazosas, "armar barracas". Esto suele suceder principalmente cuando no se corresponden o se dejan, sea cual sea la razón o la motivación.
Amor no se pide ni se impone
No se mende ni se implora. Tiene que ser natural y espontáneo. Amor no puede ser peso ni prisión; tiene que ser ligero, bueno, placentero. No es algo que nos hace sufrir y llorar. Cuando esto sucede, seguro que no es amor.
Peor que aquel que mendiga amor es aquel que sabe del amor que el otro tiene por él y lo constreñe, manipula, usando el sentimiento contra quien lo siente. Algunos llegan a usarlo como "arma" contra aquel que ama, a veces movido por la vanidad, la inmadurez, el egoísmo y el deseo de control. Acaban por no "soltar" a la persona que los ama, no dejándola partir.
Otros - por no estar seguros, conscientes y seguros del propio sentimiento y de la decisión tomada - prefieren "cocinar" a aquellos que aman en "baño María". A su manera, hablan una costilla aquí, juegan otra allí, hacen un gesto allá, pero jamás dejan clara la situación o hablan la verdad al otro. Con certeza, saben que, una vez la verdad dicta claramente, sin rodeos, a la otra persona - ésta se liberará y probablemente se irá. Llega a ser inhumano, malvado, hacer uso de esa estrategia para "arrestar" a alguien por no estar seguro si ama o no. Ciertamente, no es quien debe "soltar" que sostiene a aquel ama, pero éste es que se deja atrapar por una falta de posición y definición de aquel que está en duda de su elección, una vez que tal sujeto todavía crea alguna expectativa y agita con falsas esperanzas, señales convenientes, para la otra parte. Si no ama más, se cansó, si no quiere, diga. Sea honesto, valiente, y hable.
Dé al otro la oportunidad de lidiar con el propio rechazo sentida. Será difícil, pero una hora pasará. Lo que no pasa y lastima es la humillación de colocarse en la eterna posición de espera de la decisión del otro. Eso es cruel. Percibo que las personas que adoptan esa postura con respecto al otro jamás toman en consideración o respetan el sentimiento de aquellos que las aman, mucho menos el ser humano que está en la otra punta de la relación. Siguen actuando así, movidos por el propio ombligo, por un gran tiempo, repetidas veces, hasta estar seguros de que ya están listos, de que la hora y el momento exactos llegaron o de que encontraron a alguien más interesante. Entonces, sin ningún aviso previo, van y listo.