Es sorprendente la forma tan fácil y natural con que algunas personas asumen sus promesas,como si la vida fuera un juego en el que se puede prometer cualquier cosa,sin siquiera saber si está en condiciones de cumplir lo que se prometió en el futuro . Resumiendo, nada le obliga a cumplir nada. Cuando se trata de cuestiones que para algunos pueden ser triviales, pero que para otros son importantes, parece que las promesas caen en desuso. Es mejor que no le prometen nada, pues usted asume que algunas personas están muy lejos de cumplir lo que prometen.
Todos nosotros ya oímos a los abuelos hablando de aquellos tiempos lejanos, en que honrar una promesa era casi igual a un compromiso de vida o muerte. Eso sin hablar de las promesas de amor, que son las que más asumimos y que más se quedan por cumplir. No importa si lo que prometen es algo trivial o algo muy importante, el compromiso de hacer o dar algo debería ser suficiente para que sea cumplido.Debemos tener en cuenta la desilusión que hacemos sentir a alguien que confió en una promesa, además de cuánto nos sentimos tristes y aburridas cuando nos decepcionan. ¿Es preciso honrar la promesa, es como dar nuestra palabra, o será que dar nuestra palabra también cayó en desuso? Lo cierto es que nuestra palabra es nuestro único bien con valor. Las cosas materiales son circunstanciales y un día podemos quedarnos sin ellas.
No debemos darles más valor de lo que realmente tienen para poder engrandecer nuestra vida. Por el contrario, nuestra palabra y nuestros actos acaban por definirse como personas a largo plazo.Nuestra palabra es la única cosa que no pueden sacarnos de nosotros, pero que podemos perder poco a poco cuando hacemos promesas que sabemos que no podemos cumplir, como cuando alguien promete algo para huir de una determinada situación, o cuando engaña a otra persona al prometer algo para obtener otra cosa a cambio, etc ... La confianza que queremos que los demás tengan en nosotros es construida por las experiencias que compartimos con esas mismas personas. Si somos alguien de confianza en si nuestra palabra tiene realmente significado, quien nos conozca mirará nuestra promesa como una garantía de verdad. De esta forma podremos sentirnos orgullosos de ser personas que cumplimos con nuestra palabra, que no prometemos en vano ...
En cuanto a promesas, más vale pocas y verdaderas que muchas y falsas.Si no podemos o no queremos cumplir una promesa, lo mejor es no hacerlo. Piense en eso la próxima vez que promete algo ...
¿Está usted dispuesto a cumplir esa promesa suceda qué suceder?