Era una vez una bella dormida que estaba durmiendo en su relación. Para despertar, ella necesitaba que su príncipe le diera un beso para romper el hechizo a que estaba sometida. Él era su salvador, quien iba a liberarla de su largo sueño y ayudarla a despertar. Pero, ¿qué pasa si el príncipe nunca aparece? ¿Qué pasa si esas expectativas de salvación que la bella dormida ha puesto en él nunca se cumplen? Muchas de las relaciones de hoy en día siguen este patrón de comportamiento. Nos apegamos a un príncipe que no llega, y mientras no llega, asumimos el papel de espectadoras de la vida.
Tenemos nuestro propio despertador sin pilas y parece que necesitamos a alguien que cumpla esa función, que nos haga felices, que nos active. En el caso de haber encontrado a esa persona pero ella se aleja, entramos en desesperación y caímos en un sueño con el que podemos disfrutar de las cosas, donde más nada tiene sentido si el amado no está de nuestro lado. No escogí, soy elegida. Porque no me amo, no me valoro y no soy feliz. Permita que esa responsabilidad sea de los demás, y cuando se van, me siento vacía.
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Los besos mágicosHay muchas bellas durmientes en este mundo. Mujeres que reciben un beso del príncipe sin decidirlo, sin saber si quieren recibirlo. Pero, una vez dado, se aferra a su salvador. Él fue su salvavidas y eso merece una recompensa. No sería seguro darle una patada, porque tal vez no haya más príncipes.
Es entonces que
surge una relación de sumisión, donde ellas agradecen todos los días de su vida por el príncipe haberlas salvo.
Se dedican enteramente a él, deben la vida a él y, por tanto, su felicidad. ¡Ya creen que su amor es para siempre! Hasta que un día empiezan a notar que algo está mal. Su príncipe ya no las mira como antes, parece que se ha cansado! La ilusión se rompe y la realidad aparece de forma dolorosa y cruel.Es el momento en que el amor se transforma en sufrimiento y también en una lucha constante para mantenerlo. La bella adormecida se esfuerza, se humilla.
Pero nada es lo mismo. La bella se pregunta si alguna vez el príncipe la amó o simplemente desea saber si sólo quería besarla y se dejó llevar. También cuestiona lo que salió mal, tal vez ella debería haber sido más difícil, fingir que estaba durmiendo incluso después de que el príncipe la hubiera besado.La creencia de que existe una mitad de la naranja o un príncipe salvador con quien nos sentimos completas hace que la dependencia emocional transforme las relaciones en vínculos destructivos. Compartir
La bella dormida perdió su identidad, ella dependía del príncipe desde el primer momento. Si ella la dejara, ella no sería nada, pues hasta para volver a la vida ella la necesitó. La dependencia emocional la aprisionó, el amor ya no es sinónimo de felicidad, pero de esfuerzo y sufrimiento. La bella cree que va a morir siempre que su príncipe se aleje de ella. No es justo, pero tal vez sea necesario. Porque la bella dormida tiene que despertar ya, o hacer eso de nuevo, pero por ella misma.Cuando la bella dormida despierta ... sin príncipe
Las historias de princesas nos han hecho pensar que necesitamos a alguien para ser felices , que de alguna forma estamos incompletas, lo que hoy en día se traduce como dependencia emocional. No somos nadie sin la otra persona, nuestra felicidad, el bienestar y la capacidad de disfrutar de lo que nos gusta depende de cómo la otra persona está y se siente. ¿No es justo, no es? Porque no sucede lo mismo con la otra persona.
La bella adormecida ya está cansada de esperar que un príncipe venga a darle un beso para despertarla, porque eso sólo demuestra que usted quiere muy poco, que no es capaz de enfrentarse a la vida sola, que necesita de alguien más.
¿Qué sucedería si usted dejara de esperar, de conformarse y abrir los ojos?Usted sabrá cuán fuerte es, descubrirá que los príncipes no son salvadores y que tampoco debe depositar en ellos un poder tan grande. Ya sea un príncipe bueno o un príncipe malvado, él va a acabar sobrecargado por esa responsabilidad y va a alejarse.
Llega de entregarnos, de ofrecernos a esa primera persona que se acerca con la intención de que ella nos salve. No basta con pensar que todo está bien y perfecto, hasta que el tiempo pasa y todo se distorsiona. Colocamos ciertos gafas que elegimos para ver las cosas de la manera que queremos, por eso tenemos que sacarlos, pues negamos la verdadera realidad. "Bendito sea quien lo abandona, pues lo devuelve a sí mismo". -Alejandro Jodorowsky- Si el príncipe no llega, la bella dormida puede morir sin haber despertado nunca.
Esto es algo que ocurre con mucha frecuencia. Si el compañero no aparece, nos sentimos tristes, nos lamentamos, "¡Nadie me ama!", "¡No valgo nada!". ¿Cómo así no vale nada? Usted necesita alguien que reconozca esto en usted para que usted pueda creer también?
Es hora de que la bella dormida despierte de una vez por todas y deje de someterse y de permitir ser despertada por príncipes que tal vez un día terminen transformándose en sapos. La bella tiene derecho a elegir al príncipe, no tiene por qué esperar por él. Ella se ama, se valora y se merece lo mejor. No es porque usted camina de la mano con alguien que su vida será mejor.
Su vida es completa y plena. La bella adormecida, después de haber tomado conciencia de ello, despertó, dejó de precisar, y entonces se empezó a amar, a percibir que era bella por sí misma.