El experimento de la cueva de los ladrones es uno de los más clásicos en el campo de la psicología social. Fue realizado en 1945 por iniciativa de Muzafer Sherif y Carolyn Sherif, profesores de la Universidad de Oklahoma (USA). Su propósito era identificar algunos puntos que nos permitieran entender mejor los prejuicios sociales.
El experimento de la cueva de los ladrones se concentró en el concepto de "grupo". El intento era visualizar cómo se forma la percepción de pertenencia a determinado grupo, cómo se configuran las relaciones dentro de él y cómo un grupo se relaciona con los demás.
"Los prejuicios son convicciones anteriores a la observación."
-José Ingenieros-
Otro objetivo era identificar de qué manera surge o se intensifica el conflicto entre los grupos. Cuando hay dos grupos en los que sus integrantes desarrollaron una gran sensación de pertenencia al grupo, parece que al mismo tiempo es común el aumento del rechazo a los grupos de no pertenencia ya las características que identifican tales grupos. Paralelamente, esto puede ser revertido. Vamos a ver cómo se realizó este interesante estudio.
El experimento de la cueva de los ladrones
Para realizar el estudio, los investigadores escogieron a 22 niños de 11 años de edad. Todos ellos eran niños "normales". Esto quiere decir que no tenían antecedentes de mal comportamiento, venían de familias estables y tenían buen desempeño escolar. Todos eran niños de clase media y ninguno de ellos sabía que estaba haciendo parte de un experimento. Después de hacer la selección, los niños fueron divididos de manera aleatoria en dos grupos. Después fueron a participar en un campeonato de verano, en una región de Oklahoma conocida como parque estatal de la cueva de los ladrones.
Los dos grupos acamparon en lugares lejanos. Ninguno de los niños sabía que el otro grupo existía. El experimento de la cueva de los ladrones se dividió en tres fases: en la primera, los investigadores intentaron estimular el sentimiento de pertenencia al grupo. La segunda era la fase de la fricción, en la que deliberadamente se crearon situaciones para crear conflictos de un grupo con el otro. La fase final era la de integración, en la cual los investigadores intentarían hacer que los conflictos se resolvían y las aparentes diferencias disminuir. La pertenencia y el conflicto
Durante la primera semana se desarrollaron actividades para consolidar las relaciones internas en cada grupo.
Los niños caminaron juntos, nadaron en la piscina en grupo y realizaron varias actividades recreativas. A cada grupo se le pidió que eligieran un nombre y un símbolo. Uno de los grupos se autodenominó "Águilas" y el otro "Cascais".
En esta primera fase, se observó que los miembros de cada grupo se fueron identificando con su propio grupo y desarrollando un fuerte sentimiento de pertenencia. En pocos días surgieron jerarquías y diferentes papeles internos en cada grupo. Los vínculos entre los miembros se estrecharon progresivamente en cada campamento. En la segunda semana, ambos grupos se enteraron de la existencia del otro. Desde el comienzo,
cada grupo se mostró a la defensiva en relación al otro. Las barreras eran evidentes. Fueron los propios niños que pidieron a los investigadores realizar actividades de competición entre los dos grupos. Ellos lo hicieron e incluso ofrecieron un premio al grupo vencedor, que acabó siendo el "Cascabel". A partir de entonces
la hostilidad ha aumentado notablemente. Los atritos se volvieron frecuentes, llegando hasta el punto de que los niños se negar a comer juntos en el mismo lugar. El rechazo mutuo aumentó tanto que los investigadores decidieron cerrar esa fase antes de lo que habían planeado inicialmente, temiendo que la situación de confrontación saliera del control. Los responsables del experimento de la cueva de los ladrones comprobaron que el sentimiento de pertenencia y el prejuicio con lo diferente andan lado a lado. También percibieron cómo era fácil reforzar el sentimiento de pertenencia a un grupo y crear odio entre los dos grupos.
Compartir El poder de los objetivos comunes En la fase final, los investigadores elaboraron actividades que requerían la cooperación de ambos grupos. Una de ellas implicó crear un problema ficticio. Ellos dijeron a los niños que la reserva de agua había terminado por culpa de algunos vándalos (enemigo externo común). Los niños deberían resolver el problema del abastecimiento. Para ello, ambos grupos trabajaron juntos.
Más tarde, los investigadores dijeron que exhibir una película de la que casi todos los niños les gustaban, pero que tenían que pagar por la exhibición. Ninguno de los grupos conseguía alcanzar la suma exigida y nuevamente tuvieron que cooperar para conquistar el objetivo común.Después de resolver varios problemas conjuntamente, la antipatía mutua desapareció.
Tanto que durante la vuelta ambos grupos pidieron ir en el mismo autobús. Cuando pararon para descansar, el grupo "Cascaveles" usó el dinero que ganaron en la competición para comprar refrigerante para todos los 22 niños. Los investigadores de la cueva de los ladrones concluyeron que el establecimiento de problemas en común y, a su vez, objetivos comunes era una vía para la resolución de conflictos entre grupos. Los investigadores nombraron el estudio como "teoría del conflicto realista". En él, indican que
la resolución conjunta de un problema común hace que los prejuicios disminuyan poco a poco, hasta desaparecer.